Escocia: la "bestia" que remeció a Reino Unido y lo cambió para siempre
La magnitud de esta movilización de cuatro millones de escoceses este jueves, y en los últimos dos años de campaña, dejaron una huella en la identidad y en la conciencia política que pocos creen le será indiferente al país.
Fuente: BBC Mundo
“Una bestia se desató en las islas británicas. No importa el resultado. Esto va a cambiar la forma en que gobierna Londres. Habrá más autonomías en Reino Unido y tendremos otra oportunidad, vamos a tener otro referendo”.
En la madrugada del viernes, cuando aparecían las primeras señales de que el Sí a la independencia de Escocia no iba a dar el golpe, Ross, un joven de Edimburgo, encontraba motivos para el optimismo. Poco después se conocieron los resultados oficiales.
El No a la independencia se impuso 55%-45% al Sí. Sin embargo, el consenso en las calles de Edimburgo fue que la magnitud del debate y la movilización por mayor autonomía afectará la manera en que Londres ejerce su poder sobre el resto.
Caía una llovizna y había más envases vacíos en el piso que personas de pie, pero su mensaje de ver la derrota con otros ojos fue algo que encontré durante todo el día hablando con la gente, tanto independentistas como unionistas.
La magnitud de esta movilización de cuatro millones de escoceses este jueves, y en los últimos dos años de campaña, dejaron una huella en la identidad y en la conciencia política que pocos creen le será indiferente al país. Y enviaron un claro mensaje a la clase política en Londres.
Aunque se evitó la partición de una unión de 307 años, parece haberse abierto la puerta a una etapa de cambios que aún no están del todo claros.
Ya en la propia madrugada, desde el gobierno británico, que ya había anticipado más poderes para Escocia en caso de una victoria del No, se admitió que era momento de reconocer los intereses de todas las naciones de Reino Unido.
Demasiada calma
Para ser el día en que votaban por su independencia, todo comenzó con bastante calma en Edimburgo. Quizá demasiada. Cambiaría con el correr del día, aunque el cielo pintado de gris de Edimburgo, la humedad, el suelo mojado y la niebla fueron una constante.
Desde un principio los resultados parciales mostraron una tendencia inequívoca hacia el No. Acostumbrados a votar en medio de una jornada laboral, muchos escoceses madrugaron e hicieron cola incluso antes de la apertura de los centros de votación a las 7:00 hora local.
Iglesias, cafés, centros comunitarios, clubes deportivos, hoteles, y centros artísticos: todo sirvió como centro de votación. En uno de ellos a cinco minutos a pie del castillo de Edimburgo, en el Hotel Roxburghe, alrededor de las 9 de la mañana, se empezó a ver el llamado “voto tímido” del No, esa mayoría silenciosa que no hizo tanto ruido pero terminó celebrando.
En la puerta una mujer en sus cincuenta repartía volantes con la inscripción “No, gracias”. Pero prefiere no hablar sobre el referendo. “No soy buena argumentando”, se defiende. A su lado, Peter, hace campaña por el Sí. “Es el día más importante de mi vida”, dice emocionado este abogado de 54 años. “Es nuestra oportunidad de recuperar nuestro país después de 300 años”. “Sin importar el resultado, Escocia va a cambiar para bien, sólo por el hecho de toda la gente alejada de la vida política del país que se involucró en el proceso”, agrega.