Mentes Ocupadas: Afrontando la violencia
Las fuerzas israelíes estuvieron 20 días en Haska (Cisjordania), en el marco de una intensa operación militar para buscar a los tres adolescentes israelíes que desaparecieron en Hebrón el pasado 12 de junio.
Médicos Sin Fronteras es Organización humanitaria internacional de acción médica que asiste a poblaciones en situación precaria, a víctimas de catástrofes de origen natural o humano, de pandemias y epidemias y de conflictos armados, sin discriminación por raza, religión o ideología política.
por Mariam Qabas
Amira (*) tiene 63 años y vive en Haska, Gobernación de Hebrón en Cisjordania.
En este pueblo es donde el Ejército de Israel llevó a cabo más incursiones en el marco de una intensa operación militar para buscar a los tres adolescentes israelíes que desaparecieron en Hebrón el pasado 12 de junio. Las fuerzas israelíes estuvieron 20 días en Haska, donde las casas de sus habitantes fueron destrozadas, las tierras arrasadas y pozos secados bajo el pretexto de buscar a los tres jóvenes desaparecidos.
La casa de Amira también fue atacada. “El 25 de junio, las fuerzas israelíes irrumpieron en mi casa sin previo aviso. Estaba durmiendo cuando oí el ruido fuera. Abrí la ventana y vi gran cantidad de fuerzas israelíes. Rompieron la puerta y nos forzaron a salir. Ni siquiera me dejaron despertar a mi hijo de 10 años. Lo zarandearon violentamente en su cama para despertarlo y le sacaron de su habitación. Estaba aterrado. Mis dos hijas se pusieron el velo y salieron de la habitación. Pusieron los muebles patas arriba, tiraron comida por el suelo como arroz y azúcar y destrozaron la cocina. Toda la familia estaba aterrorizada y ansiosa. Los soldados venían a mi casa tres veces al día, incluso por las noches. Empecé a dejar la puerta abierta por miedo a que la volaran por los aires”.
Un trabajador psicosocial de MSF me vino a ver el 26 de junio, un día después de la primera incursión. Me presentó la organización, me explicó que se llevaba a cabo una intervención de emergencia para asistir a las familias afectadas por la violencia y me explicó que todos los síntomas de ansiedad, inseguridad y miedo eran normales tras el incidente. Me contó cómo podíamos afrontarlos. Sólo me vino a ver una vez pero esta única visita fue muy útil y me ayudó a comprender que mis reacciones eran normales y no me estaba volviendo loca. Los días siguientes volví a sentir miedo y ansiedad pero supe que estos sentimientos se pasarían cuando los soldados se fueran. Mi hijo ha vuelto a ir al colegio y se siente seguro y confiado. Estoy agradecida por esa visita que me ha ayudado a mí y a mi familia a afrontar esta etapa violenta y chocante que estamos viviendo”.
(*) El nombre ha sido cambiado para proteger la privacidad del paciente.