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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

No te dejes engañar Yoani

Lo que no entiendo-y espero ser claro- es por qué te unes con quienes idolatraron la dictadura de mi país. Porque te quiero advertir algo: esos aplausos y apretones de manos no son por una muestra de solidaridad hacia tu experiencia de vida, sino más bien parte de un soterrado mensaje ideológico. Un gran agradecimiento hacia tu relato y lo que significa para ellos que éste exista, con tal de seguir reafirmando lo que ellos encuentran que es la realidad.

Por Francisco Méndez
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Francisco Méndez es Periodista, columnista.

Primero que todo, Yoani, debo decirte que yo también condeno la dictadura cubana. Creo que para quienes vivían bajo el violento régimen de Fulgencio Batista y, por ende, del oportunismo norteamericano, el grito revolucionario de Fidel y compañía fue importante por un rato. Sólo por un momento hasta que ese grito se transformó en represión, y privación absoluta de libertades. Te lo digo porque en mi país también se privaron las libertades.

Yo vi, siendo muy chico, cómo se acabó la dictadura en mi país. Vi cómo otros hombres armados, y de otra tendencia política a la de Cuba, castraron el alma del lugar en el que vivo. He visto, también, con el tiempo, los cientos de traumas que la violencia y la represión dejaron en estas tierras luego de diecisiete años de horror. Me enteré- ya que leí y veo hoy las consecuencias en el contexto actual-cómo los fusiles pueden servir para que ciertas castas mantengan su poder y otras lo obtengan. Cómo el orden dictatorial puede desfigurar la esencia de un país y transformarlo en algo que solamente sirve a una ideología que dice ser la verdad y lo que está bien visto. Por eso te entiendo y comprendo tu mensaje.

Lo que no entiendo-y espero ser claro- es por qué te unes con quienes idolatraron la dictadura de mi país. Porque te quiero advertir algo: esos aplausos y apretones de manos no son por una muestra de solidaridad hacia tu experiencia de vida, sino más bien parte de un soterrado mensaje ideológico. Un gran agradecimiento hacia tu relato y lo que significa para ellos que éste exista, con tal de seguir reafirmando lo que ellos encuentran que es la realidad.

Lamento decírtelo, pero quienes te hablan de la libertad de emprender y de lo dañino que es la economía central manejada por el Estado-por lo general- son quienes lo saquearon acá en Chile; quienes se aprovecharon de las armas con las que Pinochet aterrorizó, torturó y mató a demasiados de mis compatriotas para hacer negocios. Es como si yo fuera a hablar de libertad y democracia a la casa de Fidel y me fotografiara con él. O fuera a conversar de respeto por las instituciones con Nicolás Maduro. ¿Qué pensarías si yo hiciera eso?

Sé que no soy nadie para advertirte sobre nada, pero quiero contarte también que quienes salieron de Chile, en momentos en que el pinochetismo brillaba por su buena salud, a contar lo que pasaba acá, fueron considerados parias por muchos de los que se acercan a ti en estos días mientras nos visitas.

Por eso, como persona que condena todas las dictaduras o regímenes autoritarios, es que te quiero hablar de ese Chile que probablemente no conozcas. Ese país que a lo mejor tienes por qué conocer tampoco, pero que hizo del estado de sitio una muy buena manera para hacer negocios, así como muchos en Europa durante en las guerras mundiales, a comienzos y mediados del siglo XX, vieron gran oportunidad para enriquecerse.

Parte de esas personas-no todas, claramente- que te besan y te hablan de lo terrible de lo que ha sucedido en Cuba y está sucediendo en Venezuela, lo hacen más que nada por una batalla de conveniencia ideológica que por una preocupación por los derechos humanos. Ya que-como tú debes saber- muchas veces los seres humanos y su integridad importan muy poco a algunos mientras su parecer y su manera de moldear el mundo esté ganando.

Por eso ten mucho ojo. Detente y observa a quienes están a tu alrededor y te darás cuenta de lo que te digo. No te dejes engañar.

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