El revolucionario gimnasio que apoya a personas trans a alcanzar sus objetivos
Antes de su cirugía, a Xavier le recomendaron complementar su tratamiento con el gimnasio. No imaginó la experiencia.
A pesar de que Morales siempre fue una persona saludable, el cirujano “me recomendó que fuera al gym para trabajar en mi torso”. De este modo, su cuerpo se vería cada vez más parecido a su identidad de género. Morales ya tenía un tratamiento con testosterona, que le había ayudado a desarrollar músculo y a quemar grasas.
Xavier quería lograr su objetivo, pero para ello debía encontrar el gimnasio apropiado. En ese momento, recordó un recinto llamado Perfect Sidekick, que se promocionaba como un “Gimnasio LGBT”.
Ubicado en Oakland, California, Xavier se inscribió en enero de 2014, con el fin de prepararse para su cirugía. El lugar le impresionó de inmediato, e impactó en su aspecto físico y emocional.
“Recuerdo que cuando llevaba unos tres meses ya me sentía muy a gusto con mi cuerpo. Fue genial; como persona trans, sentirte bien con tu piel antes de hacerte una cirugía es algo maravilloso”.
Más allá del cuerpo, una de las mejores partes, según él, fue la cultura. “En mi primera o segunda clase, cuando nos presentamos, nos preguntaron qué pronombre de género preferíamos”. Se sintió seguro de presentarse como Xavier, aun cuando no era su nombre legal.
“Fue tan significativo”, expresó. “Me hizo sentir seguro, como si pudiese ser exactamente lo que quiero ser”.
La fundadora del gimnasio, Nathalie Huerta, comenta que esa sensación de seguridad es la que busca generar entre sus clientes que se identifican en un 80 por ciento como pertenecientes a la comunidad LGBT.
“Hemos tenido clientes que están en todas las distintas etapas en una transición, y los entrenadores escogen sus planes de ejercicio según el tratamiento hormonal. Por ejemplo, el estrógeno tiende a producir mayor grasa corporal. Por otro lado, la testosterona desarrolla los músculos.
Cuando Xavier se operó su parte superior, el entrenamiento físico no fue lo único que le proporcionó el gimnasio. Se replegaron como una comunidad, y se coordinaron para visitarlo en el hospital. “Fue increíble”, recuerda Morales.