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18 de Abril de 2016

Brasil se quiebra tras la aprobación de los diputados del proceso de destitución de Dilma Rousseff

De acuerdo a encuestas citadas por el diario español El País, un 60% del país apoya el juicio político contra la mandataria. La cámara alta podría definir su destino a principios de mayo.

Por Redacción
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El destino de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff pende de un hilo. Resta ahora una votación por mayoría simple en el Senado para que se impulse el impeachment (traducido al castellano como “impugnación”, pero que más bien significa “juicio político” o “proceso de destitución”) en su contra.

Los presuntos cargos que se están considerando en contra de la mandataria brasileña apuntan a posibles “pedaladas” fiscales, o faltas de probidad administrativa en dineros públicos, además de eventuales actos de corrupción en el contexto del caso Lava Jato.

Las consecuencias inmediatas de la posible destitución de la mandataria responden a que ésta sería apartada provisionalmente de su cargo por hasta 180 días, mientras las dos instancias legislativas, la Cámara de Diputados (donde se aprobó el proceso) y el Senado, deliberan respecto de su proceso. Incluso, se estima, de acuerdo publica el diario El País, que en medio de todo este proceso, Rousseff podría renunciar.

Fue una jornada tan maratónica como histórica en el legislativo brasileño, cuya cámara de diputados aprobó el proceso de impeachment con 367 votos a favor, versus 137 en contra. Una aplastante derrota para el gobierno.

El ambiente político en Brasil está completamente crispado. La votación se extendió por 43 horas, y fue presidida por el jefe del Congreso, Eduardo Cunha, enemigo de Rousseff, pero a su vez acusado por el Ministerio Público de ese país por tener cuentas suizas llenas de dineros provenientes de la estatal Petrobras.

A las 6 de la tarde del domingo comenzó la votación, y cada uno de los legisladores contó con 10 segundos para explicar su voto. “A mi esposo”, o a “mi tía, que me cuidó de pequeño”, fueron algunas de las explicaciones de los votos que se fueron acumulando a lo largo de las horas.

Cuando votó Cunha, se escucharon gritos por parte de los parlamentarios oficialistas que pedían su salida.

Las encuestas cifran en un 60% el apoyo a este proceso de destitución, y en paralelo a la mencionada votación, los brasileños salían a manifestarse por su preferencia. Una de las defensas esgrimidas a favor de la presidenta es que este sería un golpe de estado envuelto en la legalidad.

Hasta último minuto, operadores del gobierno y de la oposición intentaban obtener un voto más o menos, prometiendo cargos o recordando deudas pendientes a los indecisos.

Ahora, el presidente del Senado, Renán Calheiros, tiene la batuta. Pertenece al Partido do Movimento Democrático do Brasil (PMDB) de centro derecha. Si bien pertenece al mismo partido que Cunha y que el vicepresidente Michel Temer (quien asumiría el cargo en caso de que Rousseff sea depuesta), no se ha pronunciado nunca a favor o en contra del impeachment.

La cámara alta votará probablemente en mayo este proceso de destitución.

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