El relato de un testigo del atentado en Francia que da la vuelta al mundo
Damien Allemand, periodista de Nice-Matin, estaba en las calles de Niza celebrando el Día de la Bastilla.
El 14 de julio de 2016 será recordado en Francia como un día festivo que terminó en una de las mayores masacres del último tiempo. Mientras la ciudadanía celebraba el Día de la Bastilla, un camión atropelló a decenas de personas, dejando más de 80 muertos y 120 heridos.
Las imágenes y los registros de la tragedia son impactantes. Pero los relatos de los testigos son realmente conmovedores. Damien Allemand, periodista de Nice-Matin, estaba en el lugar del incidente y su relato da la vuelta al mundo:
“Era una tarde tranquila. El ambiente estaba bien, los fuegos artificiales se veían nítidos, los niños tiraban piedras en el agua y la red de teléfonos estaba colapsada. En otras palabras, era una tarde tranquila.
De lejos escuché el caos. Gritos.
Mi primer pensamiento: un listillo ha querido hacer sus propios fuegos artificiales y le ha salido mal. Pero no. Una fracción de segundo después, un enorme camión blanco pasó a toda velocidad, arrollando a la gente, girando las ruedas para alcanzar al máximo número de personas. Este camión de la muerte pasó a pocos metros de mi y ni siquiera me di cuenta. Vi cuerpos volar como bolos en la pista. Escuché gritos y aullidos que jamás olvidaré.
Estaba paralizado por el miedo.
Después de refugiarme en un restaurante, salí para ver qué había pasado. La primera persona con la que hablé fue Raymond, de unos 50 años. Entre sollozos me dijo: “Hay cadáveres por todas partes”. Tenía razón.
Justo detrás de él, había cuerpos cada cinco metros, sin vida, mutilados y ensangrentados. Había lloros. Quienes fueron a la playa fueron los primeros en llegar a la escena. Llevaron agua para los heridos y toallas para cubrir a los muertos. Justo en ese momento, perdí los nervios. Me gustaría haber ayudado, ser útil, hacer cualquier cosa… Pero no hice nada. Estaba helado otra vez.
Por momentos, la gente estaba aterrorizada de que el camión volviese. Muchos corrían. Pero apenas docenas de metros más adelante, el asesino del camión había sido detenido a balazos. Yo no escuché ningún disparo. Solo gritos. Y ahora escuchaba sollozos. Qué sollozos”.