Duras condenas por crímenes en dictadura en Argentina
De los 54 imputados, 29 implicados fueron condenados a cadena perpetua en el juicio "ESMA", el resto fue condenado a penas de entre 8 y 25 años y hubo 6 absoluciones. Los casos juzgados corresponden a delitos cometidos contra 789 víctimas.
Con 29 condenas a cadena perpetua terminó uno de los mayores juicios por violaciones a los derechos humanos cometidos durante a dictadura en Argentina.
Se trata de la causa “ESMA”, nombre que recibe ya que los principales inculpados se desempeñaban como oficiales en la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA).
De los 54 imputados, 29 implicados fueron condenados a cadena perpetua, el resto fue sentenciado a penas de entre 8 y 25 años y hubo 6 absoluciones. Los casos juzgados corresponden a delitos cometidos contra 789 víctimas.
Entre los condenados destaca Jorge “Tigre” Acosta, ex jefe de inteligencia de la ESMA, por privación de libertad “doblemente agravada”, al ser contra 125 perseguidos políticos y por su condición de funcionario público.
Acosta se hacía llamar “El Dedo de Dios” por su capacidad de decisión sobre la vida de los prisioneros, según se declaró en el juicio.
Alfredo Astiz -conocido como “El Angel Rubio” o “Angel de la Muerte”- también recibió cadena perpetua al ser declarado culpable de homicidio agravado por alevosía y premeditado, ser funcionario público y por privación de libertad con violencia, en 153 casos. A ambos se los condenó además por arrojar al mar a prisioneros, en los llamados “vuelos de la muerte”.
Mario Daniel Arru, Alejandro Domingo D’Agostino, Francisco Armando Di Paola y Gonzalo Torres de Tolosa también fueron condenados a cadena perpetua por su responsabilidad en dichos vuelos.
Según se estableció durante el juicio, los militares adormecían a sus víctimas bajo engaño y luego eran subidos a un avión para luego ser lanzados con vida al mar. Este modus operandi se pudo establecer gracias al trabajo de documentación de los abogados de las víctimas y del testimonio de Adolfo Scilingo, único militar que confesó haber participado en estos crímenes, rompiendo el pacto de silencio que mantienen los demás implicados hasta ahora, según publica El País.
Este juicio, que duró 5 años y en el que declararon más de 800 testigos, es uno de los más importante de la historia en Argentina, tras el “Juicio de las Juntas”, ocurrido hace 32 años.