Todos dudan de Peñailillo: el auge y caída del otro "hijo" de Bachelet
El jefe de gabinete está en el ojo del huracán por tres informes que supuestamente elaboró en 2012 para la empresa del ex recaudador de fondos de la actual Presidenta, Giorgio Martelli, de los cuales la ciudadanía sospecha que habrían sido un mecanismo para financiar la pre campaña, como mostró la última encuesta Cadem. Con el contenido de estos parcialmente revelado, las dudas se multiplicaron: la acusación de que el ministro hizo “copy paste” y un desmentido del diario El Mercurio, siguen haciendo caer a quien fuera una de las figuras políticas con mayor proyección de la Nueva Mayoría y que ayer se vio obligado a responderle a un rumor en twitter.
Cuando el Congreso aprobó la reforma que puso fin a 25 años de sistema binominal y la canción nacional era entonada con bandera en mano por los diputados presentes, el ministro del Interior, Rodrigo Peñaillo (PPD), uno de los protagonistas de la escena, vivía su momento de gloria. No solo había liderado uno de los cambios más importantes en la historia reciente de la política chilena, sino que para muchos el “hijo político” de la Presidenta se convertía en su posible heredero.
De origen popular; el ex gobernador de Arauco y colaborador de Bachelet desde su primer gobierno; ahijado político de Sergio Bitar y Francisco Vidal; fiel representante de la generación de los 90’ llamada a reemplazar a la vieja Concertación, y uno de los pilares de la segunda campaña de la Presidenta, Peñailillo se hizo un espacio en el gabinete que hubiesen querido para sí varios políticos de la vieja guardia.
Hasta ese entonces casi no había dudas: era por lejos el ministro más influyente del gobierno. El diario El País lo perfilaba como “la voz ordenante que habla por la Presidenta”, e incluso, lo nombraba como un posible candidato presidencial: “Aunque Peñailillo no lo explicita, a estas alturas no es descartable que se anime a postular para suceder a Bachelet. Tendría seguramente a una gran aliada: la propia presidenta”. Sólo un mes después, su carrera política daría un vuelco dramático, pasando de ser la principal figura de la Nueva Mayoría a el ministro más cuestionado. Tres fueron sus principales caídas: su manejo político en el caso Caval; las feroces críticas de sus adversarios de la vieja Concertación; y el revés de un caso que anteriormente ya había aniquilado a la oposición del gobierno: el caso Penta-SQM.
Caval: La caída del hijo biológico y el tropiezo del hijo político
La publicación de Qué Pasa del 6 de febrero tomó por sorpresa al gobierno. Sebastián Dávalos, el hijo de la Presidenta y Director Sociocultural de La Moneda, junto a su esposa Natalia Compagnon, se vieron involucrados en un poco transparente proceso de compra-venta de unos terrenos en Machalí a través de la empresa Caval, con una sospechosa reunión con Andrónico Luksic y la obtención de un millonario crédito de por medio. Y Rodrigo Peñailillo, con la Presidenta de vacaciones, tuvo que hacer frente a los cuestionamientos. Su reacción midió mal la temperatura ciudadana y los alcances del caso, intentando bajarle el perfil, instalando una tesis que resultó ser errónea: “Ella (La Presidenta) no tiene nada que ver con esto porque son temas privados, entre privados, y ese es un tema que se dio antes de llegado el Gobierno de la Presidenta Bachelet”. Con ello, abriría el flanco donde la vieja guardia concertacionista, dispararía al corazón de la Nueva Mayoría.
La vocería no dejó conforme a nadie, el ministro partió a los pocos días de vacaciones y el conflicto fue escalando a tal punto, que terminó con la salida de Dávalos de su puesto en el gobierno, con la dramática caída del apoyo a la Presidenta y con ésta reconociendo que “pudo haber sido un error” no haber enfrentado el tema desde un comienzo. De inmediato las críticas al “hijo político” de la Presidenta se hicieron sentir, sobre todo desde la antigua Concertación. Una de las más fuertes fue la hecha por el ex senador del PS, Camilo Escalona.
“Cuatro días después, en una entrevista, el ministro del Interior señala que no ha leído la información de prensa en relación al caso. O sea, es tardía la capacidad de enfrentar una situación que iba a tener dimensiones insospechadas. No hubo la capacidad de dimensionar”, dijo Escalona, que siguió disparando: “No me resulta entendible que inmediatamente después se haya ido de vacaciones. No lo puedo entender”.
También se sumaron figuras como el ex ministro Viera Gallo, que aseguró que Peñailillo “No está a la altura de Insulza o Pérez Yoma”, y Genaro Arriagada, que manifestó que es “imprescindible un cambio de gabinete”. Justamente esta última “demanda”, que ya se podía leer a través de distintas declaraciones en la prensa desde mediados de 2014, ha sido una de las que más ha crecido desde el episodio de Caval. Pero si en un principio Peñailillo era en todos los análisis un intocable, hoy pareciera ser uno de los candidatos seguros para ser reemplazado. Y es que lo peor para el ministro estaba por venir.
El sospechoso caso del señor Martelli
Tras los escándalos de Caval y la apertura de la arista SQM del caso Penta, que amenazaba con salpicar a todo el espectro político, La Moneda comenzó a trabajar en un control de daños internos. Esto se hizo, según trascendió, instando a todos los personeros que tuvieran relación con alguna de las firmas investigadas a aclarar su situación para prevenir cualquier tipo de crisis. Pero cuando todo parecía estar bajo control, y la Comisión Engel trabajaba en un informe sobre probidad y transparencia, otra bomba periodística, esta vez de The Clinic Online, remeció al Palacio a mediados de abril: Peñailillo emitió durante 2012 cuatro boletas por 16 millones de pesos en total a AyN, una firma que recibió dineros de una filial de SQM y que fue creada por Giorgio Martelli, recaudador de dineros de la campaña de Bachelet.
Con esto, la sospecha se instaló nuevamente en La Moneda: AyN podía ser una “empresa de papel” creada para pagar un sueldo a Peñailillo y a otros activistas políticos mientras estos organizaban la pre-campaña de la Presidenta Bachelet en 2012 y 2013, la cuál sí existió, apesar de los intentos del ministro por negarlo. Esto, a través de boletas ideológicamente falsas que los colaboradores emitían por informes y asesorías de toda índole. Los antecedentes que luego se dieron a conocer avalaban aún más esa sospecha: no solo Peñailillo había boleteado para AyN, sino que también sus asesores de confianza, Robinson Pérez y Héctor Cucumides, además de otros miembros del comando como Harold Correa y el actual director del SII, Michel Jorratt, entre otros adherentes a la Nueva Mayoría.
Todos participaron posteriormente de una u otra forma en la campaña de la Presidenta y ocuparon cargos en el gobierno. “Es raro porque están todos cerca…son como amiguis”, ironizaría días después el diputado del PS, Osvaldo Andrade sobre la situación.
Peñailillo reaccionó a través de una entrevista en Canal 13, donde reconoció que emitió boletas para esta empresa, pero defendió que estas boletas correspondían a servicios prestados, específicamente a tres informes sobre economía internacional. Sin embargo, evitó aclarar a qué se dedicaba la empresa de Martelli y qué utilidad tenían sus supuestos estudios.
Con críticas de todos los sectores y la sospecha como principal enemiga, quien fuera el ministro intocable se vio en un callejón sin salida que bien retrató Matías del Río a través de un emplazamiento público en televisión: “Señor Peñailillo, usted no solo tiene que mostrar el estudio que hizo, que yo insisto voy a creerle que lo hizo, que lo cuelgue en la página web por favor. Pídale permiso a Martelli, que se le compró (…) Porque de las crisis de confianza se sale con verdad, no torciendo las verdades. ¿Y usted sabe donde tuerce la verdad? Porque cuando le pregunta Ramón Ulloa de Canal 13, el martes o miércoles, qué hacía Martelli con su estudio usted levantó los hombros. No queremos ministro del Interior que levante los hombros en estas circunstancias…”
La única forma de salir de ahí era mostrando el informe. Pero lejos de liberarse de los cuestionamientos, las decisiones tardías le han seguido jugando malas pasadas a Peñailillo.
El ministro del copy-paste
El 26 de abril, el ministro dio una entrevista al diario El Mercurio. Ahí, junto a decir que seguía teniendo el respaldo de la Presidenta y asegurar que las reformas del gobierno seguirían adelante, sembró la semilla de otro importante error político al referirse a los informes que hizo para Martelli: “No tengo ningún problema en mostrarlos y entregarlos a Impuestos Internos. De hecho, los tengo en el computador”. Al finalizar la entrevista, el ministro se acercó a su PC e hizo un rápido recorrido por las páginas de sus trabajos. El momento fue inmortalizado en una fotografía y la semana siguiente se convertiría en un antecedente clave que se volvería en su contra.
De momento, Peñailillo ya había perdido protagonismo. En las tragedias de las erupciones del volcán Calbuco y las inundaciones en el norte, quien tomó la batuta fue el subsecretario de Interior, Mahmud Aleuy. Su único respiro habían sido las elecciones del PS, donde Camilo Escalona, uno de sus críticos y miembro de lo que el propio ministro califica como “la vieja guardia”, perdió abultadamente frente a Isabel Allende, cercana a la línea de la Presidenta. Pero aún cuestionado por las boletas e intentando revertir su situación y apoyar a la Presidenta en la implementación de la agenda de probidad y transparencia, tal y como lo hizo en su tiempo de gloria liderando el cambio al binominal, fue nuevamente a Canal 13 a dar una entrevista en horario prime este domingo.
Ahí, al ser consultado por la periodista Monserrat Álvarez sobre si podían tener acceso a los informes, el ministro respondió que ya se los había mostrado a los periodistas de El Mercurio y se hizo alusión a la fotografía. “Ellos lo vieron ese día (de la entrevista), los vimos, ellos accedieron (a los documentos)”. Y añadió nuevamente que no los haría públicos.
La presión siguió subiendo y el ministro se vio obligado el día martes a mostrar parte del contenido. Esta vez eligió a el diario La Tercera.“Si había alguna duda, está más que aclarado”, dijo el ministro, quien creía que habiendo transparentado parte del contenido de sus informes, todos de menos de 32 páginas y referidos a la economía internacional, el tema quedaba sellado. Pero no fue así. En las redes sociales comenzó a viralizarse que al menos un párrafo citado por La Tercera de los informes de Peñailillo, habría sido copiado de una tesis de un alumno de la Universidad de León, en España.
Y no solo eso. En paralelo, el diario El Mercurio publicó un desmentido a los dichos del ministro. “El ministro Peñailillo, más aun, confundió a la opinión pública al señalar en un programa de televisión que los periodistas de El Mercurio habían visto los informes”, dijo el matutino, dando un nuevo golpe a la credibilidad del jefe de gabinete.
En su defensa, el hombre que había desafiado a la vieja guardia, que tenía una postura firme con la oposición, que hasta hace poco estaba en peleas grandes por reformas estructurales, se vio obligado, a través de su Ministerio, a responder un rumor propagado en Twitter diciendo que los párrafos en cuestión estaban debidamente citados.
Los analistas políticos lo despedazaron. “Qué nivel de confianza, de expectativas, uno puede tener de esa autoridad política, si se da cuenta que le está mintiendo en la cara persistentemente”, dijo Jorge Navarrete. Y agregó: “A mí me gustaría ver esos informes porque, más allá de las dudas, no creo que sea posible que una empresa como la que dirigía el señor Martelli haya necesitado y utilizado informes de la más variada índole, que iban desde la política infantil hasta cuestiones de la más alta filosofía y creo que todo el mundo o la mayoría de las personas saben qué es lo que ocurrió” Cristobal Bellolio también fue enfático: “El verdadero drama es la mentira. Tengo la impresión que nos está mintiendo a la cara. Y eso no es fácil de perdonar, produce legítima rabia. Yo creo que tiene que salir”. Una cosa de sentido común. El mismo que parece usar la ciudadanía según el resultado de las últimas encuestas . El mismo que parece por momentos haber abandonado Palacio y el Parlamento.
Sin embargo, solo la Presidenta podrá decidir si después del sacrificio político de su hijo biológico, estará dispuesta a quitar el piso a su hijo político. Lo que todos coinciden es que esa decisión, quizás la más difícil para una madre aun cuando sea Presidenta, incluso en la política, no puede estirarse por más semanas.