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13 de Agosto de 2018

“Un museo de mala memoria” hecho por un “narrador partidista”: la visión del Canciller Ampuero sobre el Museo de la Memoria

No solo Mauricio Rojas fue crítico con la institución. Por su lado, el canciller dijo que "el museo, que se financia con los recursos de todos nosotros, debe servir a la educación cívica de todos los chilenos, y eso exige contar la historia completa".

Por Daniel Martí­nez G.
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El ahora ex ministro de las Culturas Mauricio Rojas no fue el único crítico del Museo de la Memoria en el libro “Diálogo de conversos”, escrito junto al hoy canciller Roberto Ampuero. En esas páginas, el actual ministro de Relaciones Exteriores de Sebastián Piñera hizo una larga exposición de por qué esa institución está hecha por un “narrador partidista” y en base a una “mala memoria”.

En la conversación que sostienen ambos, Ampuero le dice a Rojas: “Permíteme manifestar en este contexto algo que ya he manifestado con anterioridad: mi crítica al Museo de la Memoria, que se financia con recursos de todos los chilenos”.

“No lo critico por los horrores de la represión que exhibe, y que debe exhibir para que no se olviden, sino por lo que no cuenta, por lo que calla. No lo critico por la justa denuncia que hace de la historia de Chile, sino por el injusto silencio que guarda ante ella”, afirma en el libro publicado en 2016.

La conversación continúa de esta manera:

Ampuero: “La debilidad ética y pedagógica del Museo de la Memoria es que cuenta una historia trágica que comienza abruptamente sin hacer creencia al Chile que destruimos entre todos a comienzos de los años setenta, a ese Chile que hemos recordado bajo este patrón epicureano desde la perspectiva de la izquierda militante. Nada justifica la violación de los derechos humanos bajo la dictadura, pero el Museo de la Memoria no explica bajo qué circunstancia estalló el horror que condenamos. Esa omisión, que obedece a un estilo de hacer política, que se base en guardar silencio para eludir la autocrítica y juicios sobre asuntos esenciales, es una gran deuda que el museo tiene consigo mismo y con los jóvenes chilenos que lo visitan y buscan, no reglamentar odios y divisiones del pasado, sino algo que se aproxime a a verdad y les permita entender ese Chile, que hasta el día de hoy nos sigue dividiendo de mala memoria”.

Rojas: “La verdad es que más que de un museo -que como al debe buscar hacer comprensibles las cosas y en el cual siempre debe imperar un sentido responsable y serio de la historia- se trata de un montaje cuyo propósito, que sin duda logra, es de impactar al espectador, dejarlo atónito, imperdible razonar. Es una manipulación de la historia usada por quienes manejan el presente a fin de controlar el futuro, tal como Orwell decía. Es un uso desvergonzado y venturoso de una tragedia nacional que a tantos nos tocó tan dura y directamente.

Ampuero: “En el diseño de ese museo hay un mal narrador, un narrador partidista e interesado. En ese sentido no es un museo nacional, es un museo de la mala memoria. Llevé a mis hijos siendo adolescentes, a ver el museo porque quise que conocieran es parte de la historia de Chile. Y al final, luego del hondo impacto que les causó presenciar los testimonios de la represión y de condenarla, hubo una pregunta de ambos: ‘¿Por qué llegaron los chilenos a odiarse tanto?’. Y eso no lo explica el museo. Aclaro: no hablo de justificación, sino de explicación.

El 11 de septiembre de 1973, Chile no era un cantón suizo donde de pronto caen las bombas sobre La Moneda porque unos militares se vuelve locos en Peñalolén. Porque cuando yo escribí mi crítica sobre el museo, algunos me atacaron de inmediato afirmando que yo quería justificar la represión, el asesinato y la desaparición de personas. ¡Por favor! ¡Pongámonos serios! Esto es como cuando a uno lo tildan de bastiano -de batista, apellido del dictador cubano anterior a los actuales- por exigir hoy elecciones libres en Cuba. El museo, que se financia con los recursos de todos nosotros, debe servir a la educación cívica de todos los chilenos, y eso exige contar la historia completa, donde unos fueron responsables por azuzar el odio y la división, y otros por reprimir, torturar y asesinar. Mientras no lo haga, para mí seguirá siendo el museo de la mala memoria”.

“La lección del Chile del 73″

La postura del ministro Ampuero también en el pasado fue explicada en otros espacios, como en una entrevista en CNN en Español, donde junto a Rojas hablaron sobre este cambio de haber sido militantes de izquierda para transformarse en personajes de la derecha chilena, aunque se califican así mismos simplemente como “liberales”.

Refiriéndose al proyecto político de Salvador Allende, Ampuero dice en esa entrevista. “Una cosa está clara: nosotros lanzamos por la borda, en nombre de una utopía que iba a ser superior, al Chile democrático, liberal y libre que teníamos. Y cuando llega el 11 de septiembre de 1973, se instala Pinochet y bombardea La Moneda, lo que hacen los militares no es destruir la democracia chilena, es enterrarla, porque nosotros ya la habíamos asesinado en nombre de una utopía”.

El escritor dijo que “cuando un sector decide que en nombre de sus utopías puede hacer lo que considera ideal para el resto del país, y que considera que además lleva la verdad bajo el brazo como un monopolio, y el resto del país no cuenta porque no tiene esas verdad en las manos, se abren estos caminos de rompimiento civil, de división civil, de polarización, que pueden llevar a cualquier cosa. Esa es la lección del Chile del año 73 cuando se produce el golpe de Estado. Si tú como persona liberal, respetuosa de lo que es una república, no la cuidas, esto puede desembocar en cualquier cosa. En populismo de izquierda, en populismo de derecha”.

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