Gloria Benavides: “Nadie quería que hiciera humor en el Festival de Viña porque era mujer”
En entrevista con El Dínamo, Gloria habla de sus años en una estación de trenes, sus inicios en la música, el humor y la televisión. Esto, además de sus nuevos proyectos vinculados a la literatura, el teatro y las charlas motivacionales.
Gloria Benavides es una de las mujeres más queridas y recordadas de Chile. Su carrera empezó cuando aún no cumplía los cinco años de edad y se mantiene vigente hasta hoy.
En entrevista con El Dínamo, Gloria habla de sus años en una estación de trenes, sus inicios en la música, el humor y la televisión. Esto además de sus nuevos proyectos vinculados a la literatura, el teatro y las charlas motivacionales.
-Hablemos de tu infancia
-Estoy precisamente volviendo a mi infancia, porque estoy escribiendo mi autobiografía. Chile Actores llamó a cinco actores y cinco actrices, y entramos en un taller que comenzamos en marzo, con Marco Antonio de la Parra, que es nuestro tutor y dramaturgo. Él nos está enseñando a plasmar en palabras todo lo que pasó en nuestras vidas, es muy interesante, ha sido doloroso, porque hay cosas en la niñez que uno tiene muy dentro, están aflorando sentimientos y cosas que me conmueven. Me ha costado un mundo salir de mi niñez.
-¿En qué piensas cuando recuerdas esos años?
-Mi niñez fue muy diferente a la de cualquier otro niño. Nací en el sur, en Loncoche. Cuando era muy chiquitita mi mamá se enfermó y me llevaron donde una familia en Valdivia, que me crió durante tres años. Mi hermano mayor quedó con una abuelita en el campo. Mi mamá estuvo hospitalizada tres años acá en Santiago. No tuve una vida fácil, pero fui favorecida, porque la familia que me recibió y acogió no era nada de mis papás, eran amigos, fue un momento difícil para mi familia. El señor era jefe de la Estación de Valdivia, era una familia con hijos grandes, con cuatro niñas grandes y un joven, todos estudiantes de último año de colegio. Yo llegué de dos años ahí y me enseñaron todo lo que sé.
-Desde niña te vinculaste con la música ¿cómo se dio el reconocimiento a tu talento?
-Las hijas me enseñaron canciones, a tocar piano, no pude haber llegado a un lugar mejor. Ellas me llevaban a la Radio Baquedano de Valdivia. A los tres años debuté, me gané todos los premios que había para niños: pelotas de goma, libros de cuentos. Gané también los premios de concursos nacionales y ellas me fueron juntando ese dinero. Cuando vine a Santiago en tren a los cinco años, traía una especie de cinturón de castidad, que me amarraron en el cuerpo con toda la plata que había ganado en los concursos. Me dijeron “te hemos enseñado mucho, nadie te puede tocar”. Viajé sola de Valdivia en tren, eran dieciséis horas de viaje. Llegué a Santiago a la Estación Central. Iba a cargo de toda la tripulación, nunca me voy a olvidar.
-¿Cómo recuerdas la experiencia de ir sola en tren?
-Lloré mucho, mis papás me esperaban en la Estación, y se supuso que eso era lo correcto. Yo iba a cargo de la gente que trabajaba en el tren, me iban a mirar a cada rato. Lloré desde Valdivia a Antilhue, llegué llorando a Valdivia, y salí llorando de Valdivia. Llegué llorando porque me separaban de mi familia, y salí llorando porque me alejaba de la familia que me había cuidado.
-¿En tu familia sanguínea había algún artista?
-No, mi mamá cantaba precioso, muy lindo, pero ella fue criada para ser dueña de casa, la tenían en un colegio de monjas donde les enseñaban a pintar al óleo, tocar el piano, bordar, a hacer de ellas unas buenas dueñas de casa. Así era antes.
-¿Recibiste esa educación cuando volviste a vivir con tu mamá?
Yo ya sabía todo, la tía en Valdivia me enseñó a cocinar, a hacer mi cama bien hecha. Tu tirabas una moneda y rebotaba, si no, me decía “no está bien hecha, haz tu camita bien, tienes que aprender”. Todos se ríen porque mis camas son perfectas, lo aprendí de chiquitita, a los tres años hacía mi cama.
-¿A qué te gustaba jugar?
-Nací en una casita dentro de una estación de trenes, mi papá era ferroviario. En mi patio había líneas de tren, porque vivía dentro del recinto de la estación. Todos los primeros recuerdos que tengo son de trenes, hasta los cinco años anduve en todas las máquinas que había, los maquinistas me conocían, ellos me tomaban y me decían “¡vamos Glorita!”. Me subían a las máquinas y yo les ayudaba a tirar el carbón, siempre andaba sucia. Había unos guindos gigantes en el patio de los rieles, juntaba guindas secas y se las regalaba a los maquinistas que me llevaban a dar vueltas por dentro cuando hacían cambios de vía. Eran mis amigos, me crié entre maquinistas. Es un recuerdo que me encanta, no quisiera salir de ahí, es tan enriquecedor, tan lúdico, hermoso.
-¿Recuerdas alguna travesura que hayas hecho?
-No hacía travesuras, era como una niña grande, una vieja chica, muy bien enseñada. Toda la familia me enseñaba cómo se come, los buenos modales, estoy muy agradecida de esa familia que me tuvo desde pequeña.
-Trabajaste como ayudante de mago
-Con esa plata que traía en mi cinturón de castidad, ayudé mucho a mis papás que estaban en un momento difícil, con eso pudimos arrendar una casa, comprar muebles, una radio, era lo máximo. Pero en una oportunidad, tenia nueve años y de repente mi papá se fue. Nunca pregunté, nunca supe por qué. Volvió años después, pero todo ese tiempo que quedamos solos había que comer, entonces le dije a mi tío que trabajaba en la radio, René Largo Farías, que me ayudara porque necesitaba trabajo. Estábamos solos y el tío me ayudó, me consiguió trabajo en el Café Cuba en calle Ahumada, al lado de los Juegos Diana, que estaban en un subterráneo. Yo trabajaba cuidando niños mientras las mamás tomaban tecito y después, en el show, era la ayudante del mago. Estuve varios años ahí.
-¿Y cómo fue la experiencia?
-No me gustó. Le veía todos los trucos, yo tenía que poner las palomas, el conejo, todas esas cosas dentro del sombrero, metida debajo de una mesita con una cortina negra. Algunas veces se me arrancaron los conejos, yo gateaba por todos lados buscándolos. Las palomas se me volaban, pero como buena chica me perdonaban. Tengo algo contra los magos, me dan cosa, aunque el mago con el que trabajaba era súper buena onda. Yo me ponía muy nerviosa preparando los trucos. Estaba la credibilidad del mago en mis manos, dependía de mí y yo tenía 9 años.
-A los 8 años te encontraste un fajo de billetes, eran unos cuantos millones.
-Si, no recuerdo cuánto habrá sido, era mucha plata. Yo iba cruzando al colegio en la mañana. Siempre camino mirando el piso y de repente veo un paquetito envuelto en un papel blanco, como de cuaderno con un elástico. Lo miro, lo recojo, lo abro, y veo un montón de plata, billetes que no conocía. Quedé paralizada, me senté en el banco de la plaza. Esperé que llegara alguien a buscarlo. No fui al colegio, llegó la hora de almuerzo, me dio hambre, llegué a mi casa y le dije a mi mamá “no fui al colegio”. Ella era súper estricta, me dijo “¡cómo es posible que no hayas ido al colegio, qué te pasó!” Le conté que me encontré un rollo de billetes, se lo mostré y me dijo “¡eso es mucha plata! vamos a la plaza, alguien lo debe andar buscando”. Fuimos con mi hermano, nos sentamos hasta la noche, esperando que alguien anduviera buscando algo, para decirle, “a usted se le perdió algo?” y entregarle el dinero. No llegó nadie. A las siete de la tarde todavía estábamos sentadas en la plaza y mi mamá dijo “ya no vino nadie, vamos a preguntar a los negocios”. Entonces fuimos a todos los que había alrededor de la plaza Bogotá, en Santiago Centro. Pasaron dos meses y nadie reclamó el dinero. Mi mamá dijo “esto era para nosotros, Dios nos mandó del cielo este regalito”. Lo usamos, nos sirvió mucho, estábamos solos.
“Empecé a grabar el día que llegué a Santiago”
-Fuiste súper precoz en tu carrera musical
Empecé a grabar el día que llegué a Santiago, fui a la Radio Minería a llevar una carta, era el único día en el año que probaban niños nuevos para el programa “El Club del Tío Alejandro”. Tenía cinco años, mi voz les encantó y ese mismo día debuté, me estaban esperando mis papás con las maletas, con todas las cosas que traía. Vino una persona de RCA Víctor, que necesitaban una niña para un coro, y el tío René le dijo señalándome: “esta cosa chica lo puede hacer, ella es bien afinada y puede cantar” el tipo dijo “¡pero es muy chica!” y yo le dije “yo sé leer y escribir, estoy en tercera preparatoria” y así fue como fui a RCA Víctor, grabé la canción “El Zapaterito”. Me hicieron firmar contrato como artista infantil, todo pasó el día que llegué a Santiago.
-Cuando niña tuviste la oportunidad de conocer a Violeta Parra.
Fue una gran oportunidad de la vida, estábamos en Radio Minería, yo tenía como 11 años. íbamos a las poblaciones a hacer shows en una micro y nos esperaba en una cancha un camión que en la parte de atrás montaban escenarios, ahí actuábamos. Yo era la telonera de Violeta, hacía mis canciones, que eran entre infantiles y juveniles, estaba en la etapa de transición. Ella me conversaba mucho, me hablaba, me daba consejos.
-¿Qué te aconsejaba?
-Me hablaba de lo importante que era tomar en serio este trabajo, que era una profesión. Me decía “Glorita, es una profesión que tienes que tener, sigue, te va a costar mucho pero tú sigue, la vida está llena de escollos, está llena de dificultades, sigue adelante siempre si esto es lo que te gusta”. Ella fue muy buena conmigo, yo sufrí mucho cuando ella falleció, no pude ir a su funeral, no quise nada. Cuando ya había pasado toda la cosa de masas, fui a verla.
-¿Cómo tomaste su decisión?
-Era su vida. Ella era una persona intensa, en todo sentido, para todo. Basta leer toda su vida para darse cuenta de lo intensa que era.
-¿Te acuerdas de sus actuaciones?
-Ella tocaba con su guitarra y cantaba. Era precioso, yo la escuchaba fascinada. Iba con mi mamá, la miraba en el escenario de esos camiones, la admiraba muchísimo. A parte la quería, por que era buena conmigo, me hablaba, era cariñosa, era linda. Ella andaba con su hija, la menor, y con su hijo que la acompañaban de repente. Fue una gran oportunidad en la vida haber estado cerquita de ella. Sus canciones eran lindas, aun no era lo que fue después o lo que es ahora, un símbolo. Esto como que nunca lo había contado, o muy poco. Tengo un lindo recuerdo de ella, por eso sufrí mucho cuando se fue.
Nueva ola
-¿A qué edad entras a la Nueva Ola?
-A los 12, era la más chica de todos. Se dio solo, porque estaba en la radio, y después empezó “El Calducho” en la Radio Portales, cantaba ahí con todos.
-¿Y tú los admirabas, los conocías?
-Este era mi trabajo, era mi vida, estaba vinculada con ese ambiente. Para mí era normal, no era algo que me hiciera diferente. Toda mi vida he sido igual, encuentro que mi trabajo, a parte de darme la maravillosa posibilidad de llegar a mucha gente, y que muchos me tengan cariño, es lo mejor que he podido tener, la mejor recompensa. La fama es efímera, un día eres famosa y al otro se acabó, pero el cariño se mantiene. Si hay una cosa de lo que estoy agradecida de esta vida que elegí, es eso. Aunque no todo el mundo me quiere, uno no puede ser monedita de oro para caerle bien a todos, pero, hay gente que me respalda y que me sigue. Gente joven que me dice “yo soy Princesita de Luna, mi mamá me la cantaba, mi abuela”. Tenía 16 años cuando grabé esa canción, había nacido mi hija. Mis canciones son transversales, tengo esa ventaja, mis nietos se han aprendido “La Gotita” en el jardín infantil. No hay nieto mío que no haya actuado con el paraguas “La Gotita”. Ahora mi nieta de 3 años lo hizo también, la Matilde, también canta “Muchacho Malo” una canción mía.
-¿Qué significa para ti la Nueva Ola?
-Un movimiento grande de amigos, nos conocíamos todos, era muy entretenido. Celebré mis 15 años en mi casa y fueron todos, no existía esta cosa de gente que maneja, cada uno manejaba su trabajo. No existían los representantes todavía, éramos jóvenes. Después me separé de ellos por que me casé con Pat Henry a los 15 años.
-¿Quién componía tus canciones?
-Yo era una niña catete y repete, perseguía a la gente, perseguí mucho a Ariel Arancibia y Francisco Hernández que son los que me hicieron “La Gotita” les pedía que me hicieran una canción. Yo creo que me veían y se escondían. Yo persigo mis sueños, soy bien obstinada y perseverante, eso es una de las cosas buenas que tengo, aunque tengo muchas cosas malas. Siempre tengo una ilusión, siempre tengo sueños, eso ha sido muy importante en mi vida, fíjate que tengo hartos años y todavía estoy llena de ilusiones.
-¿Cuál es tu sueño actual?
-Tengo un sueño que tiene fecha, el 8 de marzo del 2019, es el lanzamiento de la primera vez que voy a estar en un escenario de teatro, para el día de la mujer. Es el estreno de una obra junto a Gloria Münchmeyer y Gabriela Hernández, dos grandes, imagínate yo al lado, estoy en un sueño hecho realidad. La obra se llama “Viejas de Mierda” y es la versión femenina del éxito de Coco Legrand, Jaime Vadell y Tomás Vidiella, pero no tiene nada que ver con lo que ellos hicieron. La obra es muy entretenida, es de los mismos autores que escribieron la parte masculina: Rodrigo Bastidas y la Magdalena Max Neef. Yo vengo a este café, me siento en un rincón y estudio el guión por que es bien grande. Tengo buena memoria gracias a Dios, soy de la universidad de la vida. Tengo estudios de teatro esporádicos, en el colegio mi plan electivo fue de teatro, estudié los tres años con María Bay una gran actriz. He actuado con Ramón Nuñez, aprendí mirándolo a él en Sábados Gigantes, era lo máximo, trabajé con Ana González, “La Desideria” gente topísima. Trabajábamos en “Servicio de Urgencia”, yo estaba enamorada del doctor Matta, mi personaje era la “Tía Tute”. Todos mis personajes son enamorados, debe ser por que yo soy una enamorada de la vida.
-¿Qué sientes cuando te transformas en tus personajes?
-Yo me pongo un vestuario especial, una peluca, y me cambia la actitud corporal. Cuando uso la ropa de la Gertrudis por ejemplo, me duelen los huesos, mi personaje se contrae, ella es totalmente contraída, sus zapatos son un número menos de los que yo uso, porque también pisa como pisando huevos. Esas son las cosas que te dan la actitud corporal, y fue de casualidad porque me gustaron esos zapatos, estaban en el vestuario del Canal Nacional. Me decían “son un número menos que el tuyo” pero me encantaron, los vi y supe que esos eran los zapatos: estaban envejecidos, tenían partiduras. Cuando tu vistes a un personaje son mil detalles y para mí ese zapato era importante, me los puse y me dolía caminar, entonces caminaba distinto. Cuando estoy con peluca ya soy otra persona, no soy yo. Cuando uno construye un personaje, tiene que darle vida, una historia, una familia. La Gertrudis vivía con su abuela, se llama Gertrudis Acuña Donoso, nadie conoce sus apellidos, pero así es. Su familia tenía una farmacia en una esquina, chiquitita, todo tiene su trasfondo. Tú le escribes la vida al personaje, entonces, lo sientes, conoces como piensa, como sufre, de qué se alegra.
-¿Trabajaste con Valentín Trujillo en esa época?
-Por supuesto, el fue mi testigo de matrimonio, era el testigo de Pato, de Pat Henry. Nos conocemos de toda la vida, yo creo que me ve con gran ternura, me vio crecer, me vio emprender el difícil camino de lo que era el matrimonio, pero en el fondo yo creo que nací para estar sola.
-¿Por qué?
-No sé, he tenido demasiada suerte en mi vida, suerte de tener hijos sanos gracias a Dios, tener nietos, yo creo que esa es mi carrera, ser mamá, abuela, pero no todo se te puede dar en la vida. A mí la parte afectiva sentimental no me resultó. Estoy sola y me siento bien, no me achaca, no es “hay que atroz, estoy sola”.
-¿Y si el amor llegara de nuevo?
-No, tengo otros planes para mi vida. Estoy llena de planes: obra de teatro, libro, música, disco, estoy llena de proyectos.
-¿Tienes alguna anécdota con Valentín Trujillo?
-A Valentín lo adoro, siempre ha sido un guía. El es muy divertido, el maestro Valentín es muy puntual, y resulta que yo también. En Estados Unidos llegaba el maestro siempre antes, yo quería llegar primero y le decía “¡Me ganaste!” era un aprendizaje, el me enseñó que una de las cosas importantes en la vida es la puntualidad, respetar el tiempo de los demás, y él es híper puntual, de él lo aprendí. He compartido con él muchos escenarios, giras, en la época que estabas 35 días con una persona, que pasaba a ser tu familia, es maravilloso el maestro.
-¿Qué significa para ti Cecilia La Incomparable?
-Una mujer tan exitosa, un estilo único, incomparable, como es su nombre. Yo me saco el sombrero ante ella. Le tocó una vida difícil, emocionalmente difícil. Normalmente los artistas no hemos tenido vidas como las tiene el común de la gente, eso nos hace más sensibles, y al cantar, entregarse por entero como lo hace ella. Es increíble.
-Tienes un disco recién grabado
-Sí, está listo, es música chilena para escuchar, tengo autores que me escribieron canciones preciosas. Colaboró Natalino, grabamos “La reina del Tamarugal” que era otro de mis sueños, él lo hizo maravilloso. Grabé en el estudio de Tito Astete, no hemos podido sacarlo porque hay que juntar unos pesos, está hecho con instrumentos reales. Cuando salga voy a ser la mujer más feliz del mundo. Todas las músicas que he hecho en mi vida han sido grabadas con René Calderón y Tito Astete, con él hice el disco de La Cuatro, con canciones que se llamaban “Te pillé chanchito”, “Vámonos de carrete”, fue hace como veinte años, el productor fue Leo García, gran amigo, gran valor.
-Trabajaste con Scottie Scott musicalmente también
-Gran parte de mi trabajo discográfico estuvo basado en Scottie Scott, ella hizo mis grandes éxitos “Por qué no fui yo tu primer amor”, que fue la canción que me catapultó en Latinoamérica. Ayer el taxista que me llevaba era ecuatoriano, me dice “su voz es algo muy conocido para mí”, le dije: “¿Usted ha visto Sábados Gigantes?” me dijo que sí, entonces le dije “Yo soy La Cuatro”. Tuvo que parar el auto, me miraba y me decía “¡No puedo creerlo! déjeme sacarle una foto!” Le dije que era cantante también, que cantaba “Por qué no fui yo tu primer amor” y la conocía, me contó que se la cantaba a su mujer. Esa canción me catapultó para todo el mundo. Scottie también me hizo la canción “Como nos cambia la vida” y “Pero ahora no” también éxitos. Ella manejó mucho tiempo mi carrera, fue la única vez que alguien me manejó, porque siempre he sido sola.
¿Y cómo pasaste del canto a la comedia?
Don Francisco, él siempre está buscando algo más en las personas, él se dio cuenta que podía ser comediante. Justo hice una broma, siempre he sido pelusona, Don Francisco me escuchó y me dijo, “ya, esto es lo que tienes que hacer el sábado, te pones una peluca, nadie va a saber que eres tú. Peluca, dientes pintados, listo”. Se pensó y se hizo. Él es así.
Yo observo a la gente, viajo mucho en metro, ahí voy mirando, escuchando cuando las jóvenes hablan por teléfono, sacando algunas cositas. Ando con una libreta, voy anotando cosas.
-¿Qué significa para ti Jorge Pedreros?
-Mi amigo, fue clave para mí en la parte comedia. Nos conocimos en la Radio Minería, el iba con Los Lyons, un grupo que tenía con Luis Dimas y Los Twisters, él era creador de la canciones de Luis Dimas.
-¿Qué recuerdos tienes de La Oficina?
-El humor era tan trivial, sin doble standard, simple, blanco, era muy rico hacerlo. Nos reíamos un montón, y nos retaba Ravani, todas las grabaciones estaban llenas de anécdotas, porque todos tenían un “As” bajo la manga. Todos ensayábamos y seguíamos el libreto, pero siempre había alguien que sacaba algo divertido que sabía que iba a descolocar al otro, teníamos cosas escondidas. Lo pasábamos bien y lo pasábamos mal, no era fácil la convivencia, un grupo que trabaja tantas horas. Pero yo nunca he tenido problemas con nadie.
Humor en dictadura
-Y el contexto político de ese momento, plena dictadura ¿Cuáles eran los desafíos del programa?
-Nosotros no hablábamos con los jefes. El que hablaba con la jefatura del canal, que no me acuerdo ni quién estaba, era Ravani. Nosotros nunca tuvimos acceso a los jefes, Ravani siempre fue el que manejaba todo. Nosotros trabajábamos de ocho de la mañana, que entrábamos a training, hasta que salíamos a las nueve de la noche, todos los días metidos en el canal. Con la Gladys (Del Río) nos llevábamos unos potecitos de crema, y cuando escribíamos nos reíamos tanto que nos poníamos cremita alrededor de los ojos para que no nos salieran arrugas. Nosotros hacíamos los libretos, las canciones, hacíamos todo. Yo jamás me he metido en política, soy una persona que cumplo con mis deberes cívicos eso sí.
-Quizás sea bueno aprovechar esta instancia para dejar clara tu postura
-Como buena ciudadana estoy al tanto de lo que pasa, no soy un pajarito, soy un persona pensante, opinante, pero mis decisiones las reservo, es un derecho. Estuve casada con un militar, y eso me marcó con la gente, yo nunca tuve que ver con su trabajo, el jamás me comentó nada. Una cosa son los sentimientos y otra cosa es que él era militar y el papá de mi hijo. Yo le tengo gran cariño, lo llevo en el recuerdo, a él lo asesinaron. Era un buen marido, excelente papá, en fin, su forma de irse de este mundo fue muy violenta, estaba mi hijo con él. Fue fuerte.
-Fue a manos del hijo del Mamo Contreras
-Claro, por eso no pude hablar, nunca pude hacer nada. Hay que hacer muchos cambios en la justicia de este país. En casos de quien delinque, está tres horas adentro y sale, eso da una clara razón de que hay que hacer cambios. No hay respeto por nada en este minuto. Esta misma gente que delinque, trae niños, a ellos los ponen a hacer su trabajo sucio, ellos se lavan las manos.
Festival de Viña: “Nadie quería que yo fuera porque era mujer”
-Fuiste la primera mujer en hacer humor en el Festival de Viña
-Tuve mucho susto, pero tenía a Jorge Pedreros al lado, él me llevó, me hizo el libreto, las canciones, todo. El apostó por mí, por que era una apuesta, se apostó en Viña, me acuerdo que el director artístico dijo “yo apuesto por ella”. Nadie quería que yo fuera porque era mujer. Como mujer iba a ser mal visto hacer humor, como algo feo, horrible. Apostaron una caja de puros.
-¿Cómo te sentías con ese tipo de cosas?
-Yo tenía pánico, me temblaban las piernas, pero salí y esa transformación que uno sufre cuando está arriba del escenario es otra cosa, y tienes que salir a enfrentar a la gente y decir: esto es lo que yo hago, lo tengo bien ensayado, es una propuesta diferente y con Jorge al lado me sentía ganadora. Él me daba mucho ánimo, confianza y seguridad.
-¿Qué te parece el movimiento feminista actual?
-Yo soy feminista también, pero moderada. Me gusta la posición de la mujer actual. Soy feminista.
-¿A qué te refieres con moderada?
-Siento que el hombre juega un papel muy importante en la vida de nosotras, eso de que los hombres para el lado… no. Soy moderada, tampoco puedo andar sacándome la ropa ni mostrándome, por que soy pudorosa, soy de otra generación. No critico a la gente que lo hace, pero me gusta la igualdad de género, la igualdad en el trabajo. Que si tu haces bien tu trabajo mereces la misma remuneración que el hombre.
-¿Cuándo vas a actuar de nuevo?
-El otro día actuamos con los Red Juniors, llenamos un gimnasio gigante en Puente Alto, los dos números, fue apoteósico. Tú veías gente en edad transversal; niños, jóvenes, adultos, gente muy grande. Todos cantando nuestras canciones. Estoy actuando siempre, me llaman de distintas municipalidades, estuve actuando en Antofagasta, hice un espectáculo maravilloso para las personas que pasamos agosto. “Noche de Gloria, pasamos agosto” se llamaba el espectáculo. Estaba lleno de adultos mayores maravillosos cantando, espectacular.
Lo que voy a hacer ahora es una charla, hago charlas motivacionales para emprendedores mayores, pero no soy al lote, hice un curso, hice charlas TED, y cuando me sentí preparada empecé a darlas. Ahora voy a Coyhaique, por las charlas siempre estoy viajando. Hace poco estuve en una parte maravillosa en Linares, fui por Sercotec, eran trescientos adultos mayores que empezaban una nueva vida, aprendiendo algo distinto a esa edad: a trabajar las uñas, o los hombres a trabajar en madera. Hay retroalimentación, el cariño que recibo me energiza permanentemente. Me cuesta empezar, porque la gente aplaude mucho, gritan “¡Gloria! ¡Gloria! ¡Gloria!”