Movilh apunta a Errázuriz: lo acusa de usar la homosexualidad como “chivo expiatorio de los encubrimientos”
Según Óscar Rementería, es “alarmante el descaro homofóbico del cardenal" y sus palabras "solo explicita su odio contra las personas LGBTI y, por sobretodo, sus inmorales estrategias para confundir a la opinión pública".
El Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) reaccionó a las declaraciones que lanzó el arzobispo Francisco Javier Errázuriz, quien en entrevista con el diario La Tercera sostuvo que “es mejor que no haya sacerdotes homosexuales” en la Iglesia Católica y confesó haber enviado a un sacerdote a un centro de rehabilitación en México por esta misma causa.
Ante esto, la organización, a través de un comunicado, lo acusó de “pretender usar a la homosexualidad como chivo expiatorio de los encubrimientos y abusos sexuales cometidos por sacerdotes”.
“Lo mejor para la sociedad, y por cierto para la Iglesia, es que no existan curas abusadores, encubridores, pederastas, pedófilos, homofóbicos o misóginos. Ellos, y no la orientación sexual de las personas, son los responsables de delitos, de atropellos a los derechos humanos y de la decadencia en la cual se encuentra la Iglesia Católica”, agregaron.
Por su parte, el vocero del Movilh, Óscar Rementería, calificó de “alarmante el descaro homofóbico de Errázuriz, al pretender mezclar los abusos sexuales con la orientación sexual de las personas. Ello solo explicita su odio contra las personas LGBTI y, por sobretodo, sus inmorales estrategias para confundir a la opinión pública y responsabilizar a una orientación sexual natural de las personas con delitos que han dañado las vidas de miles”.
En esa misma línea, expresó que “es evidente cuando Errázuriz mezcla a la homosexualidad con “conductas indebidas” que debían, a su juicio, sanarse en el Centro Terapéutico Alberione”.
El Movilh insistió en que “toda terapia reparativa de la homosexualidades es considerada una tortura por la Organización Mundial de Salud (OMS)” y apunta que el mencionado centro de Guadalajara al que llegó el sacerdote enviado por Errázuriz, “fue más bien un lugar para encubrir y brindar apoyo emocional a los curas pederastas, entre 1989 y 2001, según señaló en 2016 el propio cardenal mexicano Juan Sandoval Íñiguez, también conocido por su virulenta misoginia y homofobia”.
“En su desesperado, confuso y poco creíble declaración, Errázuriz no trepida en identificar culpables donde hay inocentes y sindicar como inocentes a los verdaderos abusadores. En otras palabras, su confusión intencional entre víctimas y victimarios explicita su motivaciones siniestras y perversas que contravienen la universidad de los derechos humanos”, cerró Rementería.