Construir la Reforma y fortalecer la Educación Pública: los estudiantes debemos ser protagonistas
La posibilidad de construir un Chile justo y verdaderamente democrático pasa por tener una educación pública fortalecida y al servicio de las necesidades del país, cuestión que no puede pasar desapercibida ni puede ignorarse en este momento en que se discute el contenido de una próxima reforma educacional.
Javiera Reyes es Economista U. de Chile, estudiante de magister, Presidenta Ceic 2014 y vicepresidenta FECh 2015 y 2016.
Más de 100 mil personas en la calle. Familias, estudiantes, trabajadores. Todos cantando “y va a caer, y va a caer la educación de Pinochet”. Al son de las batucadas, de los cánticos y de las pancartas, una gran mayoría de la sociedad chilena, con alegría exige una educación distinta en nuestro país.
Lo que pasó este 8 de mayo pasado y que volverá a ocurrir este próximo 10 de junio, es una escena que se ha repetido los últimos tres años por las calles de Santiago y por el resto de las principales ciudades de nuestro país. Chile pide a gritos cambios estructurales en la educación, y desde las calles exige una educación sin lucro, una educación gratuita, pública y de calidad; una educación que esté al servicio de las necesidades de Chile y de su pueblo; que se ponga a la altura y sea capaz de hacerse cargo de los desafíos de construir un Chile verdaderamente justo y democrático, ante lo cual se hace profundamente necesario llevar adelante un amplio debate del conjunto de la sociedad chilena y principalmente de los actores directamente involucrados en el proceso educativo que nos permita construir una reforma educacional sin medias tintas.
Las familias y los estudiantes no pueden esperar más por los cambios en la educación que se han venido planteando desde el movimiento social. El desfortalecimiento crónico de la educación pública, un mercado en la educación que no para de crecer, miles de personas estafadas por créditos usureros y calidad ficticia nos exigen –con sentido de responsabilidad, pero también con sentido de urgencia- llevar adelante una reforma estructural que cambie la educación de raíz y que pueda dar garantía a quienes hoy son desfavorecidos por las injusticias de este modelo. Ésta es una responsabilidad del conjunto de la sociedad, y es precisamente el conjunto de la sociedad quien tiene el deber de definir el carácter y los alcances de la reforma que queremos construir.
Queremos construir una educación pública que vuelva a ser un motivo de orgullo para el país. Debemos fortalecer la educación escolar- cosa que no se hace, por ejemplo, con la mantención de la subvención por asistencia promedio cuando hablamos de fin al copago-; también la educación universitaria, revitalizando la educación pública en términos de financiamiento -particularmente las universidades de propiedad del Estado- pero también en términos de carácter y sentido, exigiendo el cumplimiento de criterios como la democracia interna, un acceso igualitario y una investigación y docencia al servicio de los desafíos de nuestro país. La posibilidad de construir un Chile justo y verdaderamente democrático pasa por tener una educación pública fortalecida y al servicio de las necesidades del país, cuestión que no puede pasar desapercibida ni puede ignorarse en este momento en que se discute el contenido de una próxima reforma educacional.
Esta necesidad que hoy tenemos de reconstruir una educación pública al servicio de las grandes mayorías, nos obliga a seguir luchando porque la reforma educacional que se gestará durante este año, sea en los términos que ha venido planteando el movimiento social, logrando sacar al mercado de la educación y así, recuperando este derecho social que se ha mercantilizado y que se ha transformado en un privilegio para pocos. Es en esta dirección que se torna fundamental la participación en este proceso de todas las organizaciones sociales que hoy se han manifestado en contra de la educación de mercado, entendiendo que esta reforma es una oportunidad histórica para transformar en realidad los anhelos de cambios que los estudiantes y la sociedad chilena hemos puesto sobre la mesa.
El debate de la reforma debe ser una discusión a lo largo de todo país. En los colegios, en las universidades, en todas las ciudades y poblaciones de Chile, los que queremos una reforma verdaderamente profunda tenemos que salir a conversar y a convencer, con el objetivo de generar las condiciones para una reforma que transforme la educación mercantil que hoy tenemos.
La pelota sigue en nuestro lado de la cancha, puesto que los que queremos una reforma que transforme la educación chilena somos más. Debemos entender que el debate de cara a la ciudadanía solo nos fortalece y si logramos generar condiciones para incidir con nuestras demandas, así como también mantener una posición de fuerza en las calles y en la opinión pública, lograremos ser los protagonistas de una reforma educacional que le pertenece a todos quienes hemos luchado por ella.