Penélope ya no espera: todo futuro en el pasado fue mejor
Ésta es una obra que nos habla de la imposibilidad de aceptar la propia vida. En este juego, nos vamos dando cuenta de que, ni el futuro con todas sus promesas ni tampoco el pasado, al mirarlo con distancia, responden a las preguntas que nos hacemos respecto del rol que cumplimos en la sociedad.
Arturo Ledezma es Director de Fisura.cl @arturoledezma
Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti.
– Nietzsche
Probablemente todas las épocas tengan un encanto que, a la distancia, reconocemos como imprescindible o como único. Pienso en la película Medianoche en París de Woody Allen en donde los personajes miraban hacia atrás para imaginar una época mejor a la que les tocó y pienso en el eterno retorno de aquellas historias que tienden a repetirse. Pienso en la idea romántica de querer vivir en un tiempo pasado; en la nostalgia prematura que tienen todas las historias en las que uno hubiera hecho tal o cual cosa para cambiar el presente.
Penélope ya no espera es una obra que enfrenta a dos mujeres, de tiempos distintos, en un diálogo en el que la ciencia ficción se matiza con elegancia para dar paso a una historia común, tierna, inteligente y bella.
Andrea Giadach construyó y dirigió un texto interesantísimo, preciso, inteligente en el que enfrenta a dos mujeres que -desde su perspectiva social (temporal)- encarnan la vida en un mundo en el que la feminidad y lo cotidiano abren nuevamente la puerta a la eterna discusión respecto de los roles femeninos. Catalina Saavedra (Rosario) es una mujer del siglo XIX y Lorena Ramírez (Rocío) una del siglo 21. Ambas están, cada cual, dentro de una habitación y dentro de una época; y se comunican por algo que hoy podríamos definir como una mezcla de telepatía y wifi.
Lo novedoso de esta obra es, primero, la escenografía que en una amplitud oscura logra poner en juego dos realidades que casi no se juntan pero que dialogan constantemente. Lo segundo que llama la atención es el trabajo de Américo Huerta quien musicaliza, interviene y actúa desde una figura masculina que permanece al servicio de lo femenino y con ello hace un contraste casi paradógico con la propuesta de la obra que habla, precisamente, de la construcción histórica del sujeto femenino.
Rocío (Ramírez) vive en un año en el que el futuro -el nuestro- es ya una certeza poco atractiva. Las comunicaciones han derivado en un sistema de control más drástico que el que tenemos hoy en día y la mujer está en contacto con el mundo a través de la red que, controlada, le permite un tránsito estrecho y la tiene metida en una habitación de la que no puede salir libremente. Rosario (Saavedra), por su parte, está presa de la incomunicación en la que se vivía hace 100 años y en la que una mujer tenía una correspondencia con el mundo a través de un control (digámoslo) que estaba en manos de la masculinidad que es, y ha sido, para las mujeres lo mismo que un poder universal que opera y que golpea como podría operar para las comunicaciones la mano autoritaria de un padre o el cerrojo de un imperio.
La belleza del texto y de la propuesta está en que ambas mujeres tienen el anhelo no cumplido de la pertenencia. Una del mundo tangible y la otra del mundo virtual. En ellas se manifiesta no únicamente una marginalidad comunicativa sino que se evidencia una marginalidad social que, en lo femenino, siempre es más recurrente y desde ahí el texto me parece un tremendo aporte ya que no cae en discursos para la galería y tampoco echa mano de una discursividad de género desde la obviedad, sin embargo, se las arregla para situar las problemáticas sociales desde personajes que -siendo femeninos- no hacen más que acentuar el hecho de que la segregación y el desamparo de cualquier sociedad es aún más duro en un cuerpo de mujer.
Penélope ya no espera es una obra que nos habla de la imposibilidad de aceptar la propia vida. De no entender el presente como una posibilidad sino como imposición. En este juego nos vamos dando cuenta de que, ni el futuro con todas sus promesas ni tampoco el pasado, al mirarlo con distancia, responden a las preguntas que nos hacemos respecto del rol que cumplimos en la sociedad. Por el contrario, ambos puntos de vista no hacen más que evidenciar (desde la obra) que cualquier espera es trágica cuando es la única alternativa.
Les recomiendo darse una vuelta por el GAM porque las actuaciones son tan precisas que encantan. Y la idea, la propuesta del texto, es novedosa y sencilla para volver a decir que, quizá, el presente sea la única alternativa que tenemos y que mirar por encima del hombro o muy lejos con un visualizador no es más que una manera de entendernos, pero jamás un punto de partida o de llegada para lo que queremos ser o para lo que tenemos que llegar a ser.
La obra es un 10 de principio a fin.
Penélope ya no espera
Funciones:6 junio al 29 julio
Horario: Jueves a sábado 21 hrs. / Domingo 20 hrs.,
Sala: Negra 1 (edificio B, piso 2).
Entrada: Gral $6.000, Est. y 3ed $3.000, -20% La Tercera, -20% Movistar,-20% Membresía GAM-Lastarria, 2×1 Membresía Profesores, 2×1 Membresía BiblioGAM, 2×5000 Membresía Adulto Mayor.