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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

La Roja suicida contra la Roja herida

La Roja, como el país de Chile, parece de la OCDE pero sigue siendo aspiracional. Hoy es uno de esos momentos en que un triunfo deportivo puede hacer más por la autoestima nacional que todos los tratado de libre comercio juntos.

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La Roja, conocida también como  el equipo suicida, se juega un partido a muerte contra la campeona del mundo, azotada por Holanda en el debut (5-1), y colgando de un hilo para seguir en carrera. La hora de la verdad ha llegado.

La cita es superior. En el templo de Maracaná, contra los campeones vigentes, con el mundo pendiente de esa promesa llamada Chile. Es ahora, contra España y Holanda donde hay que demostrar que “estamos para grandes cosas”, o para alimentar la fantasía de ser campeones, que pregona Vidal, una música que suena celestial y descabellada.

Chile llega en su plenitud, , conscientes sus jugadores que este es el momento que soñaron. Sampaoli y su gente han alimentado  las expectativas de la marea roja con un juego intenso, rebelde, agresivo, que tiene al país encendido detrás de sus muchachos. Falta saber si estarán a la altura en el momento decisivo.

No será fácil, menos ante la selección española, humillada, quizá más peligrosa que si llegara al duelo con tres puntos. Llega vacía y amenazada con irse con la cola entre las piernas. Son una tropa de elite, acostumbrada a jugarse la vida deportiva cada semana y saltarán a Maracaná a poner las cosas en su sitio, o sea a ganar a Chile y reponerse en la carrera para el título.

La Roja  ha crecido desde Sudáfrica y llega en el mejor momento posible. Ganó a Australia después de empezar encantando y de  pasar muchos apuros frente a un equipo menor como el ultramarino.

Chile no jugó en su nivel pero ganó,  que al final de cuentas es lo que importa en un Mundial. Las cosas van bien, con tres puntos, una victoria hoy clasifica a octavos y significaría un golpe de efecto brutal. Una derrota puede ser lapidaria, sobre todo si se produce de mala manera

Nadie se juega hoy tanto como Jorge Sampaoli, que aspira a pasar a la historia por su concepción del juego, que despierta admiración y respeto mundial pero que tiene su propio desafío, y tiene que demostrar ahora que sus decisiones llevarán a la Roja como mínimo hacia octavos de final. Falta saber si la rebeldía y la intensidad serán suficientes para descabalgar a las leyendas españolas.

Nadie discute mucho la alineación que ofrecerá Chile porque Sampaoli tiene todo el crédito, y se acepta que pueda sacar un equipo que a nadie se le habría ocurrido.  Dicen que pondrá a Gato Silva de defensa libre, una decisión que provocó burlas cuando la estrenó en el amistoso contra Alemania, y que será mirada con lupa si se produce.

Chile tiene la ventaja de la insolencia de un grupo que no tiembla ante nadie, y que cree realmente que puede romper con la historia. Toca España pero la Roja saldría con la misma actitud  de kamikaze ante el que fuera, grande o chico.

La Roja, como el país de Chile, parece de la OCDE pero sigue siendo aspiracional. Hoy es uno de esos momentos en que un triunfo deportivo puede hacer más por la autoestima nacional que todos los tratado de libre comercio juntos.

Es la hora del Sampaoli pensante y en la cancha será la hora de los Alexis, Vidal, Bravo, Medel, Beausejour, Áranguiz, Valdivia y compañía. Es la  mejor generación de la historia nombre por nombre, un grupo al que le falta un triunfo de este calibre, en este escenario, contra un campeón de verdad, para construir una leyenda.

 

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