La contradicción del salario mínimo
El avance del salario mínimo sin reconocer crecimiento e inflación, es peligroso. De hecho, la desaceleración está creando desempleo, por suerte menor a lo esperado. Menos empleos, implica una presión a bajar los salarios, medidos a través del índice de remuneraciones.
Se llegó a un acuerdo con la CUT para avanzar en el salario mínimo. Fue rápido, sin dolor. Más que mal, como han señalado algunos dirigentes, la CUT no paga los sueldos. En fin, es nuestra querida patria, contradictoria: los representantes no nos representan y lo privado es diabólico hasta el momento de pagar. Ahí es sagrado.
La contradicción del salario mínimo es la privatización del bien social que generan las rentas. Es decir, se deja absolutamente el bienestar social de los ingresos en manos privadas. Contradictorio discurso para un gobierno que quiere más Estado (donde le conviene, por lo visto).
La ausencia en la discusión del salario ético lo es todo. Fue por el año 2007 que Alejandro Goic señaló la necesidad de contar un salario ético, distinto al técnico salario mínimo. El monto: 250 mil pesos mensuales. Que es el mismo acuerdo logrado con la CUT pero para alcanzarlo en ‘n’ años más.
UF por aquí, UF por allá y 250 mil pesos del año 2007 son $306.100 actuales. El salario mínimo subió un 4%, con respecto al año pasado, descontando inflación, que es el promedio de variación del salario mínimo desde 1990 a la fecha. $225.000 es la nueva cifra que dista de los $306.100 en que debiera estar el salario ético.
Preguntarase qué diferencia hay entre el mínimo y el ético. El salario mínimo es, ahora, el ingreso social privatizado. El salario ético es lo mínimo que una persona debiera percibir al mes. La institucionalidad del salario ético radica en que el Estado debe subsidiar la diferencia entre el ingreso percibido y el ético.
Si una persona recibe el mínimo ($225.000), el Estado debe subsidiar de forma directa -bonos y otros- o indirecta -copagos y otros- la diferencia con el salario ético ($306.100), es decir, $81.100 en subvención. Es la idea estructural, que luego incluye qué pasa cuando una persona está sin trabajo y otras tantas interrogantes.
La idea del salario ético es que permite focalizar los gastos del Estado en aquello en que realmente se necesita, descartando donde sea conveniente.
El acuerdo con la CUT, junto con dejar del lado el salario ético, también dejó de lado la oportunidad de discutir una formula para determinar el salario mínimo, generando certeza en cuanto a su avance y con ello evitar su uso político.
El avance del salario mínimo sin reconocer crecimiento e inflación, es peligroso. De hecho, la desaceleración está creando desempleo, por suerte menor a lo esperado. Menos empleos, implica una presión a bajar los salarios, medidos a través del índice de remuneraciones. Pero, la inflación, resta el camino avanzado. Para dar un ejemplo, en 1990 el salario mínimo era de $26.000, si lo corregimos por inflación, el poder adquisitivo de aquel entonces es equivalente a $88.690 actuales.
Entonces, sin discusión de salario ético se debe reconocer la privatización del rol social que generar los ingresos (y quién los entrega).