¿Quién gana con el “diálogo ciudadano” del MINEDUC?
Quién asegura que nuestra voz será resolutiva? ¿Quién nos asegura que la derogación del DFL 2 no puede ser utilizada para implantar un modelo “corporativo” de gobierno universitario, como ya balbuceó el ministro? En segundo lugar, lo anterior no quita que sumando y restando, quien verdaderamente sale fortalecido en lo inmediato es el propio Ministro y una reforma educativa que hemos criticado en innumerables ocasiones.
Fabián Puelma es Concejero Fech por la facultad de Derecho de la U de Chile.
Los últimos días han estado marcados por múltiples hechos políticos. El gobierno logró destrabar la reforma tributaria con un “triunfo pírrico”. Y es que el suspiro de alivio de los empresarios – que cedieron un poco más de plata a cambio de mantener los pilares del sistema impositivo heredado de la dictadura – vino acompañado de fuertes tensiones al interior de la Nueva Mayoría por los cuestionamientos de la izquierda al acuerdo logrado por el ministro Arenas. La gran interrogante: ¿qué precedente le marca el acuerdo tributario a la reforma educacional en curso? La tensión en Hacienda se trasladó rápidamente a la cartera de educación. Pero los últimos días han ido aclarando las interrogantes.
La derecha ya aclaró que más que buscar un acuerdo educativo en lo inmediato, ejercerá presión desde la calle y desde los medios. Oposición, presión y negociación es la triada de la derecha. Según Ernesto Silva, la UDI se ha reunido con 20 mil apoderados. Esto junto a las marchas con sostenedores y apoderados configura su apuesta de recuperar una “derecha social”. ¿Su objetivo? Que la reforma vuelva a fojas cero para recién ahí negociar.
Pero los coletazos del acuerdo tributario le indican claramente a la Nueva Mayoría que ceder ante la presión de la derecha tiene costos. Y si la reforma educativa, “la madre de todas las batallas”, se celebra con las manos en alto junto a la derecha, el precio a pagar puede venir de la verdadera calle, de los cientos de miles que hace años nos venimos movilizando para acabar con la educación de mercado. Arriesgarse a poner en cuestión la gobernabilidad puede ser muy complicado para el gobierno y para el régimen mismo. Para afrontar esta dificultad Eyzaguirre necesita calmar a los apoderados de los colegios particular subvencionados y activar la base de apoyo de Bachelet, y para eso el gobierno ya lanzó una fuerte campaña comunicacional con miles de folletos a repartir por todo Chile. Necesita también calmar a la Democracia Cristiana, y las llamadas “volteretas” del ministro no son otra cosa que una señal de moderación a los sectores más conservadores de la Nueva Mayoría. Pero esto no basta.
Eyzaguirre necesita por sobre todas las cosas que el movimiento estudiantil le dé “legitimidad social” a la reforma educativa. La llamada “bancada estudiantil” ya ha dado gestos en esta dirección, y Revolución Democrática se ha sumado con todo a esta tarea, con declaraciones, asesores y video incluido. Pero lo más difícil era sumar al CONFECH, es decir, lograr que los dirigentes estudiantiles se sumaran al “diálogo ciudadano” propiciado por el MINEDUC. La decisión de la mesa ejecutiva del CONFECH de sumarse al proceso de elaboración de la reforma significa un respiro de alivio para el ministro y un salvavidas a una reforma educativa que empezaba a naufragar por distintos frentes.
Pero este salvavidas puede abrir un nuevo flanco de disputa: ¿qué opinan las bases estudiantiles de sumarse al diálogo ciudadano de Eyzaguirre? El movimiento estudiantil está lejos de ser un cuerpo homogéneo. Es parte de su naturaleza el estar dividido en diversas alas sociales y políticas. Luchar por una educación pública, gratuita y de calidad, acabar con la educación de mercado y enfrentar la política neoliberal de la derecha y la Concertación es un punto de acuerdo transversal y mayoritario, que se manifiesta en las masivas marchas por la educación que persisten hasta la actualidad. Pero dentro de este punto en común, es posible distinguir un sector estudiantil más decidido y activo que ha empujado la movilización hacia adelante, sosteniendo los paros, las tomas y estrechando desde las bases los lazos con sindicatos y otras organizaciones sociales. Y por lo mismo, el debate en torno a la relación con el nuevo gobierno, los métodos de movilización, las negociaciones y el diálogo, son puntos que están lejos de concitar consenso.
El bloque de conducción del CONFECH nos plantea que el movimiento estudiantil le ganó el gallito al gobierno, que conseguimos las garantías y logramos sacar en limpio “ganadas” que fortalecen nuestra movilización. ¿Es tan así? En primer lugar, ni siquiera se consiguieron las garantías básicas en su totalidad y las que otorgó Eyzaguirre son más bien dudosas. ¿Quién asegura que nuestra voz será resolutiva? ¿Quién nos asegura que la derogación del DFL 2 no puede ser utilizada para implantar un modelo “corporativo” de gobierno universitario, como ya balbuceó el ministro? En segundo lugar, lo anterior no quita que sumando y restando, quien verdaderamente sale fortalecido en lo inmediato es el propio Ministro y una reforma educativa que hemos criticado en innumerables ocasiones. Y en tercer lugar, cualquier medida que se tome, para que realmente nos fortalezca como movimiento estudiantil, tiene que ser decidida e impulsada por el movimiento en su conjunto, por sus bases reunidas en asamblea y no a espaldas suya. Ya hay federaciones y organizaciones estudiantiles que no son parte del bloque de conducción que se han pronunciado en contra de un diálogo en estas condiciones. Pero esta crítica debe transformarse en una discusión en las asambleas con todos nuestros compañeros y en la articulación de una postura que logre plantear una alternativa frente al diálogo ciudadano del Mineduc.
Lo cierto es que la única garantía que tiene el movimiento estudiantil es su fuerza, organización y movilización. En una negociación lo que decide es la fuerza y no los buenos argumentos (¡una lección que la derecha internalizó consecuentemente en la reforma tributaria!). Se trata de retomar la iniciativa y no estar a merced de los tiempos del gobierno. De hablar en nuestros términos: que la educación como un derecho significa que todos puedan estudiar de manera completamente gratuita en una educación pública financiada por el Estado, sin otorgar subsidios a los privados. Acabar con el trabajo precarizado en las instituciones educativas y que sean los tres estamentos quienes conformen el cogobierno de las universidades. Por el contrario, un diálogo y negociación sin el despliegue de la movilización estudiantil es un buen método para legitimar una reforma que, sabemos, no termina con el mercado en la educación. Y es que al final del día, ¿quién gana con el “diálogo ciudadano” del Mineduc? Pregúntenle al ministro.