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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Por el recuerdo de David Arellano

Por Rodrigo Torres
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Rodrigo Torres es Periodista, músico, documentalista, docente y community manager, realizador de la saga "Ejemplo de Valor", representante de Colo-Colo en el programa Show de Goles.

Todos los colocolinos celebramos los 112 años del gran David Arellano, aquel hombre decidido, educado, estudioso y perfeccionista que era visto por sus compañeros como el gran líder de aquel Magallanes en la década del 20.
Pero estas líneas no son para hablar de aquella heroica historia de cómo se fundó el club. Estas líneas más bien vienen desde la emoción, desde el rincón más hermoso que la vida me pudo regalar: la inmensa pasión por el Eterno Campeón.

Cuando nací la primera palabra que aprendí a decir fue Colo Colo, que es el legado que a todos nos dejaste. En lo personal, me lo traspasó mi abuelo. Desde que tengo memoria el viejo todos los días ocupaba un llavero con la insignia del Cacique, que lo afirmaba con una cadena a su pantalón y así orgulloso lo lucía por todas las calles de Cartagena y San Antonio.

Recuerdo que tenía además un póster de papel de diario muy arrugado de aquel equipo campeón de 1986, que él mismo con el tiempo plastificó. Esa imagen jamás la pude borrar de mi mente, como tampoco puedo dejar de sentir aquel abrazo apretado que me dio cuando el Cacique bajó aquella estrella con el emotivo gol de Hugo Rubio, quien lanzó su camiseta al sector norte del Estadio Nacional.

Hoy, capitán, ya a tus 112 años me obligas a detenerme un instante, a mirar una fotografía tuya que guardo con orgullo en mi billetera al lado de mis recuerdos familiares. Hoy, capitán, me haces recordar mi infancia jugando fútbol en los cerros de Cartagena con una camiseta alba gambeteando los versos de la tumba de Vicente Huidobro, esquivando las arañas “pollito” y rematando con cuidado para que la pelota de papel no rodara cuesta abajo.

Hoy, Capitán, te quiero agradecer por entregarle a mi vida un sentido y por cada una de mis lágrimas derramadas por emoción en la victoria y tristeza en el fracaso. Te quiero agradecer por tu valentía y rebeldía al irte de Magallanes con la convicción que tu Colo Colo sería glorioso, una tremenda enseñanza de empuje y de no tenerle miedo al futuro en cada una de nuestras decisiones. Te quiero agradecer porque tu legado representa a la gente más humilde y trabajadora de este país, porque eres quizás la única alegría para el pescador del sur que en su embarcación tiene la insignia de Colo Colo y al minero del norte que en su casco tiene pintada la estrella número 30.

Agradecer también lo que haces sentir a mucha gente que sufre a diario. Tu legado logra entregar esta fuerza, espíritu de gloria y perseverancia que tenemos todos los colocolinos, que a pesar de los problemas siempre estamos poniéndonos de pie, postura de lucha que nos dejaste como herencia al morir en una gira defendiendo tu propio sueño vestido con los colores que amaste con la vida.

Gran David, tu muerte no fue en vano, tu trabajo y valentía jamás serán en vano, eres el máximo orgullo que cada colocolino puede tener. Creaste una forma de vida, creaste una pasión desbordante. Nos dejaste a Colo Colo, un lenguaje común de millones de chilenos.

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