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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Premio Nacional de literatura. ¿Qué se premia cuando se premia?

¿Qué se premia cuando se premia?, parafraseando la frase de Gonzalo Rojas (¿Qué se ama cuando se ama?) Quizás el problema del Premio Nacional de Literatura y tantos otros, pase por ahí, porque a todas luces el sentido común indica que el Premio ha perdido su sentido primario: premiar la excelencia.

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Miguel de Loyola es Cuentista y novelista chileno, con diversas publicaciones en Chile y el extranjero desde la década de los 90 hasta nuestros días. También es editor del sitio letrasdechile.cl y secretario de redacción de revista Proa. Miembro del Círculo de críticos de arte de Chile.Profesor y Magíster en Letras por la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Remitiéndonos al anecdotario de la experiencia, a estas alturas parece bastante claro que el Premio Nacional de Literatura, lo recibe quien tenga mejor o alguna amistad ideológica importante con el gobierno de turno. Es decir, quien de alguna manera esté vinculado al  poder político imperante en el país. Así lo demuestra la historia, y así continuará en tanto siga supeditado a las estructuras del poder político, gracias al nepotismo y amistocracia de nuestros sistemas operativos. Aquí, el problema de la calidad, tampoco corre. Lo cual resulta sintomático, refleja nuestro caos valórico, en un momento histórico en que se cuestiona la calidad de la educación, sin poder definirla.

Naturalmente, en este Premio tan esperado y necesitado por los escritores, se da la lógica, entendiendo tal lógica como mecanismo de la razón instrumental para operar problemas de esta naturaleza. Ilógico sería que un gobierno de izquierda premiara a un escritor de derecha, y que a su vez un gobierno derecha premiara a uno de izquierda. La realidad confirma precisamente el manejo perfecto de esa lógica donde no caben los ideales. Algo injusto, por cierto, pero sabemos que la diosa razón está muy por encima o por debajo de la justicia. Un buen fiscal frente a un mal abogado, y viceversa, puede condenar a un hombre justo, exponiendo mejores razones lógicas. El genio literario de Dostoievsky lo demuestra magistralmente en Los hermanos Karamasov.

Este 2014, como ocurre tradicionalmente, los candidatos al Premio Nacional de Literatura son muchos y de variadas categorías, cada uno previamente postulado por terceras personas de acuerdo a las exigencias de la ley. Circunstancia que sigue siendo inaceptable, absurda, y hasta cómica. Podríamos postular así a Pedrito los Palotes, sin objeciones. A la hora del veredicto, ya sabemos, la calidad de las obras literarias de los postulados seguirá siendo lo menos importante. Tal vez porque hemos perdido el sentido del concepto que expresa una de las más hondas categorías estéticas, donde las mezquindades ideológicas no tienen espacio.

Podríamos preguntarnos entonces ¿Qué se premia cuando se premia?, parafraseando la frase de Gonzalo Rojas (¿Qué se ama cuando se ama?)  Quizás el problema del Premio Nacional de Literatura y tantos otros, pase por ahí, porque a todas luces el sentido común indica que el Premio ha perdido su sentido primario: premiar la excelencia.

 

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