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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Auto cultivo de cannabis: libertad con responsabilidad

"Es cierto que no se podía esperar mucho del mismo Gobierno que decidió poner en lista 1 la marihuana, dejándola a la altura de las llamadas drogas duras, como la heroína".

Por Karla Rubilar
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Karla Rubilar es Diputada Amplitud. Representa a las comunas de Conchalí, Huechuraba y Renca.

La reacción del Gobierno y de una parte de la clase política ante nuestro proyecto para despenalizar el auto cultivo de cannabis, no ha sido el camino más adecuado. El optar por la estrategia del miedo, en vez de enfrentar el tema con argumentos de fondo y reconociendo el tremendo fracaso en el mundo de la tesis prohibitiva, dista mucho de

lo que hoy organismos tan serios como la OEA o el informe recientemente publicado por el TNI (Transnational Institute) y el GDPO (Global Drug Policy Observatory) recomiendan.

Es cierto que no se podía esperar mucho del mismo Gobierno que decidió poner en lista 1 la marihuana, dejándola a la altura de las llamadas drogas duras, como la heroína, la cocaína o la paste base, sustancias químicas que provocan daños irreversibles y en las que no puede encontrarse ningún uso terapéutico. Esto, a pesar de los innumerables estudios que lo avalan y la tendencia mundial a legalizar la utilización de cannabis para fines medicinales.

La idea de ingresar un proyecto para modificar la Ley 20.000, es una discusión

abierta en nuestro país, ya sea enfocada en las libertades personales, en el uso terapéutico, o porque incide en los índices de delincuencia. Cualquiera sea la mirada, creemos que todo conduce a la despenalización. Como Amplitud, decidimos hacernos cargo, porque efectivamente creemos que puede ayudar a que la vida de las chilenas y chilenos sea mejor.

El caso de Cecilia Hayder es brutal. Debió peregrinar durante meses para que el Estado le permitiera ingresar al país “Sativex”, un medicamento a base de cannabis, que le sirve  para combatir los efectos negativos del cáncer de mamas y lupus que padece.

Estamos felices por Cecilia, pero lamentamos que el resto de los pacientes en condiciones similares deban vivir la misma burocracia para poder conseguir el medicamento. Más aún, cuando el Estado no financia los casi tres millones 200 mil pesos que cuesta el producto mensualmente y muchos de ellos marchan diciendo que son enfermos y no delincuentes.

La única forma de garantizar el acceso es permitiendo el auto cultivo. La marihuana tiene efectos terapéuticos comprobados, en particular en las náuseas y el tratamiento del dolor refractario a otros fármacos y su estudio hoy en día, esta abriendo espacios a terapias incluso de control de células cancerígenas o tratamiento de epilepsia refractarias en niños.

Sin embargo, para aquellos que creen que el tema de la política de drogas en Chile no tiene que ver con las libertades personales ni con el uso terapéutico en el caso de la cannabis, si no que con la delincuencia, también debieran ver con buenos ojos la despenalización del auto cultivo. Según las cifras de la Subsecretaría de Prevención del Delito, el 77% de las más de 85 mil detenciones por Ley de Drogas en 2012 fueron por porte y consumo. Y la gran mayoría fue por porte y consumo de marihuana. (53% del total de detenciones).

Eso quiere decir, que como Estado gastamos una enorme cantidad de recursos de nuestras policías, fiscales, jueces en perseguir consumidores en vez de dedicar  esfuerzos en perseguir a los narcotraficantes o en educar a los menores para prevenir el ingreso a las drogas.

Además, la puerta de entrada a las drogas más duras no es la marihuana pura, es la prensada (o paraguaya), a la cual se accede vía tráfico y la cual pretendemos mantener en lista 1. Este proyecto puede a ayudar a combatir ese tráfico y el daño mayor que se genera al acceder a drogas más adictivas, disminuyendo riesgos de un consumo que hoy en nuestra legislación es legal.

En Amplitud creemos en la libertad con responsabilidad, por eso presentamos un proyecto osado, que despenaliza el auto cultivo no sólo con fines terapéuticos, sino también para fines recreacionales y sacramentales. Esperamos que el gobierno cambie su actitud inicial cuando en vez de abrirse a debatir el tema, lanza una cortina de humo y da a conocer sin mayor análisis, una encuesta que alerta sobre un aumento en el consumo de marihuana en menores de edad, como si no supiéramos que efectivamente los menores están hoy expuestos a esta y otras drogas, prefiriendo el camino de prohibir, en vez de educar. Un camino, como dijimos al inicio, que ha llevado a la inmensa mayoría de los países al fracaso en su guerra contra las drogas con un inmenso costo, incluso en miles de vidas humanas.

Estamos convencidos que Chile está preparado para llevar adelante este debate, sólo falta que las autoridades estén a la altura y no intenten esconderlo bajo la alfombra, llegando una vez más tarde, a los debates del mundo de hoy.

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