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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

¿Por qué sigue marchando el movimiento estudiantil?

"Quienes marcharemos el 21 somos los mismos que nos levantamos indignados el 2011, y que ahora con esperanza afrontamos un momento clave".

Por Tomás Leighton
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Tomás Leighton es Consejero Político de Revolución Democrática 2016 y estudiante de sociología, Universidad de Chile

Cuando el próximo jueves 21 de agosto las principales avenidas de nuestro país vuelvan a convertirse en el espacio de expresión de miles de ciudadanos, sin lugar a dudas se oirán como música de fondo importantes interrogantes. “El movimiento estudiantil ya no es lo mismo” dirán algunos, “les salió competencia a los estudiantes”, manifestarán otros, en alusión a las minoritarias marchas contra la reforma. Pero la pregunta que sin lugar a dudas oiremos muchas veces es la siguiente, ¿por qué sigue marchando el movimiento estudiantil?

La primera razón que se esgrime por parte de las fuerzas conservadoras que manifiestan “no entender” la persistencia del movimiento en su proceso de movilización corresponde a la supuesta victoria que éste ya habría alcanzado. Visto someramente, esta caracterización no parece tan errada. En los códigos tradicionales, el rol de los movimientos sociales es “levantar temas” que el sistema político debe administrar y zanjar. De esta forma, el multitudinario apoyo a las demandas de lo estudiantes se encontraría ya respondido por parte del sistema político, a través de la discusión legislativa que ya se encuentra en desarrollo, y la manifestada voluntad del gobierno de avanzar en la construcción de un nuevo modelo educativo.

Frente a aquello no cabe sino responder con una rotunda negativa, pues no es correcto señalar que las demandas del movimiento ya se han alcanzado. La experiencia nos indica que mientras no veamos aprobadas legislativa y administrativamente las políticas públicas, las declaraciones de apoyo no son más que eso. La forma y fondo del acuerdo de reforma tributaria recientemente alcanzado, nos recuerda que la manera de resolución de conflictos políticos en nuestra democracia, dista mucho del ideal que buscamos, por lo que debemos mantenernos vigilantes.

En segundo lugar el empresariado ha instalado sistemáticamente la idea de que los chilenos no queremos un cambio. La concentración de los medios de comunicación, la articulación de sectores conservadores que no podemos considerar vencidos y la existencia de actores políticos que manifiestan públicamente su apoyo a las transformaciones demandadas, pero que todos sabemos como operan en la práctica, nos obligan a persistir luchando. Frente a ellos, la marcha del 21 de Agosto se erige como un momento de suma importancia para demostrar la vigencia del apoyo mayoritario a la voluntad de construir un nuevo modelo educativo.

Quienes marcharemos el 21 somos los mismos que nos levantamos indignados el 2011, y que ahora con esperanza afrontamos un momento clave. Las consignas de gratuidad y bienestar para los que vienen, acuden a clarificar la discusión pública, ya que no son en vano las frustraciones de quienes no pudieron estudiar y los sueños de todos nuestros compañeros que aún creen posible el cambio. ¿Como dejar las calles ahora, cuando se avecina el clímax? Ahora es cuando, como dice el grito, hay que poner un poco mas de empeño.

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