Secciones El Dínamo

cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad
Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Detengamos a los estudiantes

Creo que está bueno de mantener el cheque en blanco. Los dirigentes estudiantiles no son seres impolutos venidos del mundo de las esferas celestes donde pudieron conocer la verdad de todo. Por el contrario, son seres humanos, con las mismas limitaciones y debilidades que todos los demás.

Por Patricio Artiagoitía
Compartir

Patricio Artiagoitía es Ingeniero Civil Industrial. En Twitter: @artiagoitia

Los estudiantes iniciaron en 2011 una serie de manifestaciones, movilizaciones y marchas que terminaron cambiando la política en Chile. Un movimiento que comenzó exigiendo la ampliación del pase escolar a los días de semana y a las vacaciones terminó convirtiéndose en poderoso movimiento ideológico que ayudó a arrasar con la derecha en la últimas elecciones y devolverle el gobierno a la concertación, ahora reconvertida en “Nueva Mayoría”.

El movimiento estudiantil encarnó la esperanza de que una gran mayoría de la población podría alcanzar una mejor educación y con ella mejores oportunidades para todos.

En un país desencantado de los partidos políticos (como casi cualquier país) los estudiantes trajeron algo en creer y por lo que luchar. Trajeron una nueva utopía.

Además los dirigentes estudiantiles lograron que esta esperanza de mejores oportunidades para todos se representara en un programa ideológico, y unos nombres que los representaran.

Todo el poder que trae consigo la popularidad en una sociedad democrática fue recogida por los dirigentes.

Y lo han usado.

Cuatro de sus dirigentes son hoy diputados de la república, cuando se nombró a una subsecretaria que no era completamente afín a sus posiciones bastaron unos pocos reclamos para que fuera descartada. La Nueva Mayoría ha recogido todos sus planteamientos, a sus técnicos se les da toda la libertad para escoger los argumentos para defender sus posiciones, pero no se admiten ni las más mínima disidencia (o “matiz”). La carrera en el gobierno requiere la obediencia estricta al dogma estudiantil.

Hoy a través de la eliminación del DFL 2 quieren tener el derecho a gobernar o “cogobernar ” las universidades. Éstas, deberán enfrentar la nueva estructura de gobierno con una de sus partes súper poderosa, impermeable al debate, convencida sin matices de que quien disiente es un enemigo en el juego del poder y siempre lista a trasladar el debate al matonaje de la movilización, tomas y paros,

¿Alguien se imagina que de esa manera se podrá construir excelencia académica? ¿Puede ser que la lectura de Bakunin, Kropotkin y algo de Trosky sea suficiente sustituto de la reflexión académica abierta? ¿Esta jerarquía inversa, donde los estudiantes forzarán la adopción de sus ideas radicales, podrá producir una mejor universidad que la actual jerarquía que , trata al menos, de basarse en la excelencia académica?

¿Permaneceremos impasibles mientras observamos el potencial desastre de este experimento?

Creo que está bueno de mantener el cheque en blanco. Los dirigentes estudiantiles no son seres impolutos venidos del mundo de las esferas celestes donde pudieron conocer la verdad de todo. Por el contrario, son seres humanos, con las mismas limitaciones y debilidades que todos los demás. Están gozando y aprovechando su poder.

Perdonen un poco de pesimismo, no creo en los seres angelicales a quienes entregarles nuestra vida, creo que debemos protegernos del riesgo de abuso de toda institución que se vuelve muy poderosa.

Y los estudiantes han abusado, han proscrito el debate y han acumulado todos los beneficios que han podido.

Pero el problema no son ellos. El problema es aceptar sus condiciones. Los demás somos culpables de este engendro soberbio y autoritario.

Hay que quitarles a los dirigentes su aura de infalibilidad, su condición de seres sin defectos ni intereses. Aceptar, con decepción y realismo, que son un grupo de interés más de la sociedad, que sus intereses pueden o no representar el bien de otros grupos. Y quizás lo más importante, atreverse a disputar sus desvaríos intelectuales y denunciar el matonaje que pretende prohibir la discusión.

La obsecuencia con ellos ya ha tenido consecuencias lamentables. La reforma educacional, que dirigen desde el ministerios los representantes de los dirigentes, es un engendro que con mucha probabilidad dañará la educación de los chilenos.

Ya está bueno, basta de complacencia. Hay que parar a los dirigentes estudiantiles, que salgan a la cancha y enfrenten el debate como cualquier otro grupo de interés.

 

Léenos en Google News

Notas relacionadas

Deja tu comentario

Lo más reciente

Más noticias de Opinión