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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Los bultos del Metro

En tiempos de escaleras llenas de gente y vagones repletos todo el día, es ciertamente riesgosa la manipulación de elementos pesados y voluminosos. Más aún, y creo que este argumento es más importante pese a que Metro no lo está usando: simplemente no hay espacio para bultos gigantes en el Metro de hoy.

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El 6 de octubre empieza a regir una nueva normativa en el Metro de Santiago que restringe el traslado de bultos de gran tamaño. Cualquier bolso que no pase debajo del torniquete, o sea, que mida más de 80 centímetros de alto x 50 de ancho x 60 de profundidad, queda fuera. ¿La razón que da el Metro? Proteger a sus pasajeros de los accidentes que causan en escalas y vagones estos bultos de gran tamaño.

Antes de opinar, un par de consideraciones. Soy usuario intensivo del metro, mi tarjeta BIP es tan importante como mi carné de identidad y considero que la administración de esta empresa estatal, por lo general, funciona con buen criterio. Cuando no lo ha hecho, he sido el primero en criticarlos públicamente. Sin ir más lejos, hace dos años lideré una campaña llamada “Salvemos los mosaicos” para detener la irracional destrucción de patrimonio que Metro estaba cometiendo en la Línea 1.

Debo reconocer, eso sí, que cuando sus autoridades entendieron que se estaban equivocando al reemplazar los mosaicos en vez de restaurarlos, tomaron cartas en el asunto y frenaron la decisión. Algo que los dignifica. Pues bien, establecidos esos puntos, me atrevo entonces a opinar sobre la reciente decisión de los bultos.

Considerando que el Transantiago convirtió al Metro en un eje central de nuestro sistema de transporte, algo que en cifras significa que hoy son 336 millones de pasajeros anuales más los que lo usan en comparación con 2006; tomando en cuenta que en estos momentos la red ferroviaria urbana mueve el 61% de los usuarios totales del transporte público en Santiago, y sumando el hecho de que en 2013 lo utilizaron 18 millones de pasajeros más que en 2012, bueno, partamos entonces de la base que el Metro es, hoy en día, otra cosa.

No tiene nada que ver con el metro de antaño (hasta 2006), ese lujo urbano tan cómodo como subutilizado. Y como el Metro cambió, pues las reglas también deben evolucionar. Pregunta: ¿si usted no puede de ninguna manera subir a un avión de LAN con un bolso de mano superior a los ocho kilos ni que mida más que 55 x 35 x 25; si tampoco puede subir a un Tur-Bus con un bolso de mano superior a los 10 kilos ni que mida más de 45 x 35 x 25, entonces porqué podría en cambio subir un bolso de 50 kilos y de tres metros de alto por uno de ancho al Metro? A mí me hace sentido la nueva ordenanza.

En tiempos de escaleras llenas de gente y vagones repletos todo el día, es ciertamente riesgosa la manipulación de elementos pesados y voluminosos. Más aún, y creo que este argumento es más importante pese a que Metro no lo está usando: simplemente no hay espacio para bultos gigantes en el Metro de hoy.

Porque usted, con un bolso de esos que se podrán usar sólo hasta el 6 de octubre, ocupa el espacio que yo necesito y por lo tanto me deja afuera. Y me pega cuando entra y cuando sale. Y se le pude caer arriba de mi hijo de dos años. Es cierto que la decisión de Metro no fue bien comunicada y produjo desorientación, razón por la cual rápidamente tuvieron que aparecer con un plan B que explicaba con más detalle los alcances de la medida. Pero lo cierto, también, es que nos están dando casi dos meses para adaptarnos. Y basta con leer algunas de las críticas en redes sociales a Metro por esta medida, para inferir que la gente insulta y después averigua de qué se trata el asunto. No señor, no se van a prohibir los instrumentos musicales, ni siquiera el contrabajo.

No señora, los coches no tienen restricción alguna. No joven ecológico, la bicicleta plegable no tiene prohibición siempre y cuando esté plegada y dentro de su bolsa de transporte. Lo único que estará prohibido serán las maletas, los bultos que no puedan pasar bajo el torniquete. El Metro cambió. Es un hecho. Tuvimos 667 millones de viajes el año pasado. Y pasaremos los 800 millones en 2018. Así y todo, es nuestro medio de transporte preferido. Es hora de adaptarse.

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