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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Somos los mismos del 2011

¡Como no darnos cuenta del peso que tenemos si logramos marcar, por fin, un sendero distinto a los grupos políticos del país! Sin embargo, marcar el rumbo no es suficiente. Si bien existe un gobierno, que acuñó las consignas de los movimientos sociales, no nos podemos conformar con eso.

Por Gabriel Ramírez
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Gabriel Ramírez es Miembro en la Mesa Directiva de la Federación de Estudiantes de la UDP. Estudiante de Psicología UDP. Militante de Revolución Democrática. @gaboramirez

En el 2011 salimos a marchar en grandes números. El apoyo al movimiento estudiantil bordeaba lo unánime y las causales son más que conocidas: en Chile existe un profundo problema en materia educacional que no sólo nos ha hecho cuestionar este aspecto, sino que, también, la manera en cómo entendemos nuestra sociedad.

Nuestra generación se pregunta cómo se permitió la conquista del mercado sobre el derecho a la educación. Una conquista que arraigó profundas desigualdades en cada uno de nosotros, y, lo peor de todo, las volvió parte de nuestro sentido común. ¿Cómo lo “natural” pasó a ser vivir en una sociedad en donde lo privado sirve para refugiarse de lo público (en educación, salud, vivenda, etc.)? Peor aún, ¿empezamos a entender “lo público” como sinónimo de “lo malo”?

Ante esto, fuimos los estudiantes los que tensamos y cuestionamos la manera en que vivimos la cotidianidad y empezamos a comprender los profundos cambios que se necesitaban, por justicia, dignidad y democracia.

¡Como no darnos cuenta del peso que tenemos si logramos marcar, por fin, un sendero distinto a los grupos políticos del país! Sin embargo, marcar el rumbo no es suficiente. Si bien existe un gobierno, que acuñó las consignas de los movimientos sociales, no nos podemos conformar con eso. No se trata de desconocer la intención de avanzar, pero no abandonaremos la crítica que nos caracteriza. Hoy tenemos la posibilidad de soñar y transformar el país, no cejaremos hasta ver concretados aquellos cambios.

En el camino por la sociedad que buscamos, por supuesto que existen resquemores y diferencias entre distintos sectores con metas similares. No obstante, nuestras diferencias nunca nos deben impedir trabajar hombro a hombro. No sólo dentro del movimiento estudiantil, sino que desde todos los actores que convergen en esta construcción. Todos los actores que entiendan el “status quo” cómo la prorrogación de un sistema que replica la desigualdad, la pobreza y la falta de oportunidades para la gran mayoría de nuestro país. Desde la calle, jamás darle la espalda a las familias chilenas que confían en nosotros.

Luego de 3 años desde el 2011, vivimos momentos cruciales. Pelear una reforma estructural a la educación desde todos nuestros espacios, considerando a todos los movimientos sociales y todo aquél que tenga algo que decir sobre ella. Somos nosotros quienes le sacamos el velo a la materia educacional. Nosotros evidenciamos, no sólo desde lo técnico, sino que desde el sentido común,  la urgencia y factibilidad de estos cambios. Una educación pública, democrática, inclusiva, gratuita y de calidad es posible, pero depende de nuestra capacidad de estar a la altura del momento.

Este 21 de Agosto, salgamos a marchar una vez más, cada uno de nosotros, alzando la voz por la educación que queremos.

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