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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Universidad Arcis y ¿la pureza del Partido Comunista?

Hay que dejar en claro que lo recomendable es que la santidad en la política y en la democracia no exista. No pueden haber ideas preconcebidas por el solo hecho de basarnos en un pasado respetable y luchador como el que tuvo el Partido Comunista, porque eso es construir la discusión democrática y justificar los posibles errores y delitos

Por Francisco Méndez
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Francisco Méndez es Periodista, columnista.

Es raro ver a la UDI tan preocupada del lucro en las universidades y apuntando con el dedo a quienes estuvieron o no involucrados en un caso de la Universidad Arcis, porque es evidente que en sus filas se encuentran los grandes beneficiados del lucrativo negocio de estas instituciones educativas. Se ve mal porque denota de manera sumamente visible que lo suyo no es una preocupación por el hecho mismo de lucrar, sino que es solamente la intención televisiva de acusar al sector político que oficia de antagonista para así aparecer más en los medios y algún día lavar su imagen pública.

Ver entre otros a Ernesto Silva, accionista mayoritario de la Universidad del Desarrollo, enarbolar banderas que hace unos días atrás encontraba molestas porque interrumpían la sociedad que muchos de los suyos construyeron, claramente es hasta un poco ridículo. Ya que, si uno lo piensa, deja en claro y al descubierto ante la ciudadanía las inmensas ganas de sacar provecho de algo que-insisto – nunca les ha causado gran problema hasta ahora, como es que  la educación sea otra fuente de dinero más para el empresariado.

Despejado esto, también sería bueno preguntarse si el actuar de la UDI aclara algunas preguntas con respecto a lo que está sucediendo en la Universidad Arcis. Al parecer, claramente no lo hace. Al contrario, surgen más interrogantes ya que la discusión ha estado centrada en los dimes y diretes, en las declaraciones acusatorias, como también en las de defensa de un partido como el Comunista que trata de mostrar un cierto aura de sacralidad cuando de temas de lucro y negocios se trata, casi como si fuera un insulto el solo hecho de preguntarles por ello.

Guillermo Teillier, con su ceño característicamente fruncido, mira a las cámaras de televisión con una cara que lo hace presumir de toda inocencia no sólo por el hecho de que probablemente las acusaciones de la UDI sean un claro intento político de la derecha por  desacreditar a una izquierda, sino también porque creen poseer una cierta santidad luego de todo lo sufrido en años de dictadura. Porque es cierto, debe haber sido el partido más perseguido por el régimen que los UDI avalaron y hasta aplaudieron. Pero ese es otro tema.

Hay que dejar en claro que lo recomendable  es que la santidad en la política y en la democracia no exista. No pueden haber ideas preconcebidas por el solo hecho de basarnos en un pasado respetable y luchador como el que tuvo el Partido Comunista, porque eso es construir la discusión democrática y justificar los posibles errores y delitos, escudándonos en santones o en ciertas ideas de una pureza que le hace mal a la realidad y a la edificación de un nuevo Chile. Por lo tanto el Partido Comunista debería hacerse investigar y demostrar de qué están hechos no solamente con discursos bonitos, con el puño en alto o con abstenciones de parte de sus parlamentarios, sino con demostraciones que nos indiquen que no están por sobre la ley, como sí creen que lo están otros sectores empresariales que se han enriquecido con la educación.

Los años de dolor del PC, sumado a la intachable  y prudente actuación democrática en años en donde la efervescencia y los discursos de revolución circulaban por los pasillos de nuestra izquierda, nos hacen olvidar que tras los ideales trascendentales hay muchas veces una mentalidad chica y calculadora. Y que más allá de los elevados y cuasi religiosos valores que pueda albergar un pensamiento, todo puede pasar por una cabeza, y que aunque no haya pasado nada por ella cuestionable o que vaya en contra de la ley, lo cierto es que es preferible demostrar las virtudes con realidades, no solamente con bellas y sentidas palabras.

El ejercicio público y las ideas que lo sustentan no deben defenderse desde una especie de gran podio moral una vez que son puestas en entredicho, sino que por el contrario deben sostenerse a base de hechos, de realidad, de acciones y de ejemplos. Porque lo demás es simplemente caer en una especie de beatería política que pierde la sustancia del ejercicio mismo, convirtiéndolo en un solo llanto. En un acomodamiento burgués.

El cuestionamiento del  posible lucro de los comunistas no debe convertirse en una lucha entre concepciones de moral y ética, sino que debe tratarse como lo que es: un caso en el que debe demostrarse la veracidad o la falsedad de lo que se dice. Ya que la historia de lucha del PC y las pancartas en contra del lucro que levantan sus diputados, no le sirven de nada a alumnos que son victimas del capitalismo más depredador, ejercido por quienes dicen querer cambiarlo o reformarlo.

 

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