¿Es conveniente financiar los partidos políticos?
El tema de fondo es regular la relación entre dinero-política y hacer reformas a los partidos para que dejen de ser “cajas negras”. Entonces, si los partidos políticos quieren financiamiento público permanente tienen que dar algo a cambio.
Pablo Rodríguez es Cientista Político de la Universidad Central. Investigador del Programa de Estudios Políticos y Electorales del Instituto Libertad.
La reacción natural de la población es estar en contra de que el Estado financie a los partidos políticos en períodos no electorales. Esto dice relación con la distancia y el rechazo que estas organizaciones generan entre las personas. A modo de ejemplo, en la reciente encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP), sólo el 6% afirmó tener “mucha” o “bastante” confianza en los partidos políticos.
Este rechazo se profundiza si consideramos el alto gasto que tienen las campañas hoy en día. Si tomamos en cuenta solamente la elección presidencial del año pasado (1ª y 2ª vuelta), el gasto declarado por los candidatos a La Moneda fue aproximadamente de 13 mil millones de pesos.
El financiamiento público o estatal de los partidos políticos es hoy exclusivamente para períodos de campaña electoral, es decir, de tipo temporal. Creemos que se debe avanzar hacia un sistema de financiamiento público permanente de las colectividades, porque es la forma en que se les puede exigir, entre otros puntos, mayor transparencia y democracia interna con el objetivo de aumentar la calidad de la política y mejorar la confianza ciudadana en ellos.
Sin embargo, este tipo de reforma es impopular, al igual que el aumento del número de parlamentarios que conlleva la modificación al sistema binominal. Los datos más confiables sobre este tema son los de la encuesta Auditoria a la Democracia 2012, en la cual el 78% afirma que el Estado no debería financiar a los partidos políticos en periodos fuera de campaña. Pero si existe el convencimiento político de que estos cambios son necesarios, es preciso que sean parte de una amplia y coherente agenda de reformas políticas.
El tema de fondo es regular la relación entre dinero-política y hacer reformas a los partidos para que dejen de ser “cajas negras”. Entonces, si los partidos políticos quieren financiamiento público permanente tienen que dar algo a cambio.
En este sentido, se deberían crear mecanismos de fiscalización efectivos de estos recursos, donde se refuercen las atribuciones y capacidades del Servel; se aumenten sus niveles de transparencia; que las elecciones internas sean sobre la base de “un militante, un voto”; que se promueva la participación de las mujeres en las colectividades; implementar programas de formación cívica para sus militantes, y que se creen mecanismos que fiscalicen la prohibición de financiamiento desde el extranjero, tanto a los partidos como a las candidaturas.
Conocido es el caso MOP-GATE durante el período del ex Presidente Ricardo Lagos. No podemos esperar que exista otra vez un escándalo de corrupción de esa envergadura para legislar sobre la materia. Creemos que el tiempo de gestionar crisis ya pasó, y es hora de anticiparse a los problemas.