Falcioni fue confirmado en su puesto, ¿hasta cuándo?
"Cuando las ideas no están claras, eso involuntariamente también se comunica. La brújula está perdida, y esta vez, parece ya no ser ser suficiente quien 'llena de luz nos guía, el Alma Mater inmortal'".
Cristian Steffens Z. es Periodista de profesión, Cruzado de nacimiento. Panelista en @Planeta_UC, todos los lunes a las 19:30 horas por Radio Sport Chile.
La última semana parecía ser decisiva para el futuro inmediato de la UC. Tras la eliminación de la Copa Sudamericana en Montevideo, el equipo aún no regresaba a Santiago y se informaba a los medios de comunicación que llegando a Chile, el presidente de Cruzados, Luis Larraín, y el gerente deportivo, José María Buljubasich, darían una conferencia de prensa, y lo harían nada menos que en un salón del aeropuerto.
La premura con que se hizo la convocatoria, y el lugar, daban a entender que el motivo debía ser importante, y entendiendo los resultados, lo más probable era el anuncio del fin del contrato de Julio César Falcioni. La posibilidad de un cambio incluso había sido esbozada en más de una entrevista por Larraín. Pero nada de eso ocurrió.
La conferencia, finalmente, sirvió sólo para anunciar que el lunes habría una reunión de directorio de la que participaría el técnico, y en la que se tomarían decisiones. Otra vez las señales parecían ser evidentes: era un ultimátum para Falcioni. El argentino se jugaba su puesto en el duelo del domingo ante O’higgins. Lo que tampoco ocurrió.
El resultado del partido fue un empate, doloroso, como ha sido todo el semestre. Por esas paradojas que tiene el fútbol, Franco Costanzo, el arquero al que Falcioni le ha dado todas las oportunidades en desmedro de Toselli, cometía un desafortunado penal en el último minuto de descuento. Se escapaba la primera victoria en más de un mes, y Costanzo parecía sentenciar el futuro de Falcioni en la UC. Pero tampoco fue así.
Llegó la reunión de directorio del lunes. Había sido programada en San Carlos de Apoquindo y la prensa ya había llegado al lugar cuando comenzó a trascender la información de que se había cambiado el lugar de la reunión, por supuesto, ahora sin ningún canal oficial de información. Paradójicamente, fue la señal más clara en mucho tiempo: jugar a la escondida sólo podía significar que no habrían cambios. Y así fue.
Falcioni fue confirmado en su puesto. ¿Hasta cuándo? No sabemos. Los únicos objetivos de aquí en más son ganar los dos clásicos e intentar entrar a la liguilla. ¿Serán requisitos para la continuidad del D.T. para el próximo semestre? Tampoco lo sabemos. Y lo más preocupante es que queda la sensación de que los directivos tampoco.
Tantas señales erradas no demuestran más que confusión. Manejar una crisis requiere de una comunicación eficiente y efectiva, y aquí no ha fallado sólo el mensaje, sino que también el mensajero. La desesperanza de los hinchas cruzados nace de un proyecto deportivo agotado y de directivos en cuya capacidad de sacar adelante el proceso ya no se confía.
La continuidad o no del técnico es la cara más visible de un problema institucional mucho más profundo, y si las señales han sido tan erráticas en el que parece ser el más concreto de los conflictos, mejor ni imaginar la confusión existente a la hora de ir al fondo de la crisis. Cuando las ideas no están claras, eso involuntariamente también se comunica. La brújula está perdida, y esta vez, parece ya no ser ser suficiente quien “llena de luz nos guía, el Alma Mater inmortal”.