Decisiones para dormir tranquilos
No siempre se pueden tomar decisiones que gusten a todos, y en este caso por supuesto que habrá agraviados. La aspiración es que locatarios y clientes vayan adaptándose a los nuevos horarios y adecuen sus negocios y costumbres como lo han hecho los fumadores.
Por Nicolás Muñoz Montes
Concejal por Providencia y
Antonio Vega Montalva
Licenciado en Historia, Magíster © en Desarrollo Urbano.
El martes 9 de septiembre el Concejo Municipal de Providencia aprobó por mayoría la nueva ordenanza que restringe el horario de funcionamiento de los locales con expendio de alcohol en cinco zonas de la comuna: Barrio Bellavista, Manuel Montt, Santa Isabel y los ejes Tobalaba, Providencia y Nueva Providencia, que si bien representan el 20% de la comuna, concentran el 80% de los locales con venta de alcohol. Con esta medida, botillerías cerrarán a las 23 horas, restoranes y bares podrán funcionar hasta las 2 am y discotecas, con el mismo límite en la semana, podrán extender ese horario hasta las 3 am los fines de semana y feriados.
Por cierto que la medida ha traído críticas, y a nadie que haya sido testigo de la historia reciente podrían extrañarle. Los gremios ya han anunciado, y con estimaciones de pérdidas notablemente similares, la debacle del sector de entretención nocturna en las modificaciones a la Ley del Tabaco de 2006 y 2012 ; y también cuando en otras comunas como Vitacura y Las Condes se han restringido los horarios de funcionamiento. Esa es su pega, simplemente.
La decisión del Concejo Municipal, sin embargo, viene respaldada por el requerimiento sistemático de vecinos de Providencia que, durante 2013, participaron en cabildos barriales para discutir acerca de la comuna del futuro, los sueños, diagnósticos y propuestas; y que plantearon de forma enfática la necesidad de proteger los barrios y la calidad de vida de quienes vivimos en Providencia; y en específico, de regular las patentes de alcoholes.
Es deber de la Municipalidad balancear los intereses de los diversos usuarios de la comuna, sean comerciantes, trabajadores y vecinos, cuidando de algún modo que los beneficios que recibimos por vivir en ciertas condiciones, no lo sean a costa del perjuicio de otros.
El mejor ejemplo de lo que ha pasado en algunos barrios de Providencia, es Bellavista. Arrinconado contra el cerro, durante años los vecinos han visto proliferar a su alrededor restaurantes, bares y otros locales; algunos de ellos muy buenos, otros no tanto. Como resultado, cada noche el ruido se siente hasta pasadas las 4 o 5 de la mañana, por los locales funcionando, y sigue más allá con el ruido de los autos partiendo, del cierre y limpieza de los locales, y quedando gran cantidad de basura que no alcanza a ser limpiada en el escaso tiempo que falta para la mañana.
Así, cuando dueños y parroquianos de locales ya están en sus casas descansando, los vecinos de Bellavista aún duermen a sobresaltos.
No se trata, entonces, de perjudicar a los locales ni querer que se vayan de Providencia. Por el contrario: ojalá prosperen y ofrezcan entretención de calidad que atraiga a clientes más temprano. Tampoco a los asistentes: pásenlo bien y disfruten de buenos locales… Pero démosle 2 horas más de tranquilidad a los vecinos, que son los que se llevan el costo.
La Nueva Providencia es casa de niños, jóvenes y adultos mayores; residentes, comerciantes y transeúntes. Esta diversidad es parte de nuestra riqueza, y el respeto por el otro, la clave para vivirla plenamente.
No siempre se pueden tomar decisiones que gusten a todos, y en este caso por supuesto que habrá agraviados. La aspiración es que locatarios y clientes vayan adaptándose a los nuevos horarios y adecuen sus negocios y costumbres como lo han hecho los fumadores.
Con algunos resultará, con otros tal vez no; pero en cualquier caso, se habrán ganado 2 horas de sueño para los vecinos, mejorando su calidad de vida. Vecinos que dormirán tranquilos 2 horas más; alcaldesa y concejales que dormirán tranquilos con la decisión.