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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Por una educación no sexista

Construir un ambiente igualitario, es también un sinónimo de democratización de la sociedad. Problemas como el bullying, acoso sexual, violencia de género y segregación deben ser abordados dentro de una propuesta que busque transformar la realidad discriminatoria en los espacios colectivos.

Por Melissa Sepúlveda
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Melissa Sepúlveda es Presidenta de la FECh - Federación de Estudiantes de la Universidad de ChileDe Concepción. Estudiante de Medicina, militante y fundadora de La Alzada Acción Feminista Libertaria y del Frente de Estudiantes Libertarios.

Desde el 2011, la discusión en torno al proyecto educativo se constituyó en una idea central, no sólo para los espacios académicos, sino que también para toda la sociedad. Es en este sentido, que la educación -concebida como un derecho social- apunta a una temática pendiente dentro del escenario propiciado por el sistema neoliberal. Sin embargo, la amplitud de nuestra apuesta no radica solamente en la forma de financiamiento ni en el acceso a la educación. La disputa también se configura desde un espacio más profundo: que la educación sea un lugar de desenvolvimiento para y desde la comunidad, sin discriminación alguna.

Estamos conscientes que esta construcción no es sino colectiva, que se levanta desde el espacio social y en relación a un proyecto conjunto que busca democratizar, en todos sus aspectos, las instituciones educativas. Es en esta misma línea donde se entrecruza un área fundamental que potencie a las comunidades: que la discriminación de género deje de existir. El sexismo en la educación es un tema que desde hace algunos años ha sido abordada en los distintos espacios universitarios. Desde nuestra perspectiva, la demanda estudiantil no puede sino relevar este ámbito que atraviesa a toda la institucionalidad educativa: de la educación parvularia hasta la universitaria.

La desigualdad de género que se vive cotidianamente en los distintos establecimientos es un hecho concreto que segmenta las posibilidades de las personas. Construir un ambiente igualitario, es también un sinónimo de democratización de la sociedad. Problemas como el bullying, acoso sexual, violencia de género y segregación deben ser abordados dentro de una propuesta que busque transformar la realidad discriminatoria en los espacios colectivos. Por otra parte, es fundamental problematizar la desigualdad producto del género que atraviesa el espacio universitario: la violencia sexual permea nuestro entorno en distintas instancias, tanto recreativas como académicas; la estigmatización de las mujeres embarazadas y jóvenes padres y madres, y la discriminación a la diversidad sexual. La feminización de algunas carreras, por mencionar sólo un ejemplo, reflejan la realidad de una sociedad que no ha podido superar las condiciones inequitativas que históricamente se han posicionado.

Así, las escuelas, liceos y universidades contribuyen a la construcción de los distintos roles de género, y potencian los valores heteronormativos que cimentan una sociedad patriarcal, autoritaria y neoliberal. Tanto el currículum explícito como el currículum oculto, deben atenderse en relación a esta problemática, donde por cierto la procedencia económica de los y las estudiantes condiciona aún más sus posibilidades de desenvolvimiento.

Es por ello que desde la Confech se propone incorporar esta temática dentro de su reflexión en torno al proyecto educativo que queremos. En este sentido, en las próximas semanas se realizará el Iº Encuentro Nacional de Educación No Sexista, levantado por distintas Secretarías de Género de diversas universidades del país. Así, por primera vez, se realizará un diálogo a lo largo del territorio, mediante encuentros zonales que permitan unir a varias regiones.

Como estudiantes, estamos conscientes que nuestra propuesta debe incluir nuevos problemas que históricamente han sido silenciados. La educación es y debe ser un derecho para todos y todas. Así, mediante un trabajo colectivo y transversal, trabajaremos por problematizar el género desde nuestros espacios, construyendo una postura conjunta sobre las características de nuestra educación, con el objetivo de potenciar una reflexión que busque posicionar estratégicamente el problema. Sin duda, este es sólo un primer paso dentro de un proceso de largo aliento. Sin embargo, estamos seguros y seguras que será el inicio de un fructífero camino que está lejos de finalizar.

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