Industria hotelera y sustentabilidad socio cultural: Un desafío alcanzable
La sustentabilidad, y específicamente la sustentabilidad socio-cultural, ya no es un lujo, sino que cada vez más se transforma en una exigencia de quienes viajan.
Claudio Tobar es Dueño y administrador del Hotel El Refugio de Mamiña, poblado ubicado en la Región de Tarapacá, lugar con una importante presencia de comunidades Quechua y Aymara, reconocido por sus termas y patrimonio arquitectónico
Quienes trabajamos en la industria turística hemos podido apreciar la creciente demanda mundial de los pasajeros, sobre todo extranjeros, por un turismo más sustentable. Este concepto suele asociarse a actividades amigables con el medio ambiente y los recursos naturales, sin embargo también considera aquellas prácticas que garanticen la protección del patrimonio cultural, así como el desarrollo y bienestar de la comunidad local.
Estudios de la Organización Mundial del Turismo (OMT) señalan que el 34% de los turistas está dispuesto a pagar más por una opción de viaje sustentable (PNUMA y OMT, 2011). Además, 81% de los turistas cree que, en condiciones equivalentes, favorecerían al operador turístico más responsable con el entorno (Air Transat, 2009). Y a partir de 2014 los principales tour operadores europeos, TUI y Thomas Cook, les exigirán a sus proveedores estar certificados en sustentabilidad o demostrar su compromiso con la RSE.
En el hotel Refugio de Mamiña hemos demostrado que se puede desarrollar un vínculo importante entre el alojamiento y los habitantes de la zona, a través de sencillas prácticas que no implican un gran costo económico. Por ejemplo, en el proceso de restauración del histórico hotel, procuramos mantener sus valores patrimoniales. También hemos facilitado nuestras dependencias para que la comunidad escolar de Mamiña realice sus celebraciones, y prestamos el espacio para que artesanos locales exhiban y vendan sus productos a los pasajeros que alojan en el hotel, lo cual genera además una experiencia directa entre los visitantes y productores.
Este tipo de prácticas son perfectamente replicables en todo tipo de alojamientos, independiente de la zona en que se encuentren, tamaño o público objetivo. Además, el apoyo a la comunidad y a sus tradiciones se ve retribuida por una relación de confianza y sinergia, así como la preferencia de los turistas, cuya principal motivación al visitar un lugar es conocer y conectarse con los habitantes e identidad del lugar.
Hoy los servicios turísticos se conciben como actividades económicas con un enorme potencial para promover el cuidado y respeto hacia la comunidad local y la valoración de su patrimonio cultural. Ello se traduce en mayores posibilidades de desarrollo económico y humano, y un estímulo a la conservación y difusión de su identidad y tradiciones.
La sustentabilidad, y específicamente la sustentabilidad socio-cultural, ya no es un lujo, sino que cada vez más se transforma en una exigencia de quienes viajan. Afortunadamente, crear experiencias turísticas que contribuyan al cuidado del lugar y sus habitantes, es un desafío alcanzable.