Ley Emilia, un buen precedente para Chile
La Ley Tolerancia Cero al alcohol y la Ley Emilia van en la dirección correcta, buscan restringir a la población para buscar un cambio más profundo, cambios de conductas que se logran gracias a la aplicación de la ley y a la educación que recibe la ciudadanía.
Este año viviremos las Fiestas Patrias de una forma diferente, con la Ley Emilia vigente, lo que sin lugar a dudas marca un antes y un después en la legislación chilena. Con estupor hemos sido testigos de una enorme cantidad de accidentes que todos los días ocurren por causa de la ingesta de alcohol y que aumentan en los días festivos.
El 2012 en el gobierno del ex Presidente Sebastián Piñera se puso en marcha la Ley Tolerancia Cero al alcohol que buscaba aumentar los controles a los automovilistas y no tolerar, como su nombre lo dice, el consumo de alcohol en quienes conducían.
Dos años después, al evaluar lo que ha ocurrido con esta ley, podemos decir que efectivamente la ciudadanía ha tomado conciencia y que ha disminuido la ingesta de alcohol al momento de manejar. Sin embargo, igual nos enfrentamos a hechos escabrosos como la muerte de Emilia, una niña de tan solo 9 meses de edad, que murió en enero del año pasado en Vitacura, luego de que el vehículo en que viajaba fuera impactado por un sujeto que conducía bajo los efectos del alcohol.
Gracias al coraje e ímpetu de sus padres, y al apoyo transversal de los partidos políticos, se pudo sacar adelante esta ley que busca endurecer las sanciones a quienes, conduciendo en estado de ebriedad, causen lesiones graves, gravísimas o muerte, tal como le ocurrió a Emilia.
Bajo esta nueva figura legal, si uno causa lesiones gravísimas o muertes en estado de ebriedad y se fuga puede tener una pena que va desde tres años un día a diez años, partiendo desde el mínimo, y deberá pasar un año en prisión, a lo menos, y dos si se fuga. En tanto sin la Ley Emilia, si uno cometía los mismos delitos, arriesgaba una pena de 3 años y un día hasta 5 años y contemplaba la rebaja de grados por atenuantes. No cabe duda, que la ley endurece las penas.
La Ley Tolerancia Cero al alcohol y la Ley Emilia van en la dirección correcta, buscan restringir a la población para buscar un cambio más profundo, cambios de conductas que se logran gracias a la aplicación de la ley y a la educación que recibe la ciudadanía.
Yo recuerdo que cuando yo era niña, el uso del cinturón no era obligatorio, y una vez que salió la ley todos empezamos a usarlo para evitar las multas. Hoy, es impensado que alguien no use el cinturón de seguridad, porque ya tenemos en nuestro inconsciente que no se debe hacer, gracias a las leyes y a la educación que hemos recibido. Lo que falta ahora, es educar a nuestros niños en que simplemente el alcohol y conducir no van de la mano.
Me llena de satisfacción saber que estas Fiestas Patrias las viviremos de forma distinta porque quienes manejen en estado de ebriedad y provoquen cualquier tipo de lesión a personas inocentes recibirán sanciones más duras que las que existían. Me parece que hemos avanzado mucho en esta materia, así como también, en limitar el consumo de tabaco, por ejemplo. Pero no debemos olvidarnos de otras materias que son igualmente importantes como una Ley de Protección Integral a la Primera Infancia que duerme en el Congreso hace muchos años. Ese es y deberá ser nuestro próximo desafío y es trabajo de todos que cuente con el apoyo transversal de los sectores políticos, al igual que la Ley Emilia.