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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Por una Comisión Final de Búsqueda de Desaparecidos

Es la hora de que como sociedad hagamos un último esfuerzo para buscar información que hijos, padres y amigos de los afectados necesitan encontrar. Mi deseo más profundo es que muchos de los que tengan información no se vayan de este mundo sin decir lo que saben.

Por Manuel José Ossandón
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Manuel José Ossandón es Senador de la República, ex alcalde de Puente Alto.

Pasamos otro septiembre con sus alegrías y bemoles. El 11 volvió a dividir a los chilenos y el 18 como siempre sirvió para unirnos.
En el Tédeum católico, Monseñor Ricardo Ezatti nos hizo un llamado al diálogo, a construir un país de hermanos, una tierra de encuentro. Y tiene razón. Ahora que estamos en un período de crisis económica necesitamos más que nunca las alianzas. Es fundamental que trabajadores y empresarios se unan como si fueran un solo equipo y piensen en el país. Los empresarios tienen aquí una doble responsabilidad: aunque vengan tiempos de menos ganancias no pueden dejar de crear fuentes de trabajo. El éxito económico es siempre mejor cuando se comparte, aunque los excedentes no sean los mismos de antes.

La unidad es a todo nivel. El mea culpa también es para nosotros, los políticos, que parecemos divorciados de lo que vive la gente. Hay que escuchar más, mirar más, entender mejor lo que el ciudadano común está viviendo. En salud la población merece un trato digno, una enfermedad bien llevada, un mínimo de comprensión para los duros momentos que debe enfrentar. Los estudiantes tampoco pueden pretender que todo se imponga a la fuerza: hay que conversar. El sectarismo no es buena señal en una democracia que, de a poco, se robustece y da señales de mayor sanidad.

Como último punto me quiero referir a la reconciliación civil militar. Dije públicamente que me hubiera encantado que el Ejército invitara a la reciente Parada Militar a familiares de detenidos desaparecidos. A veces los gestos dicen más que mil palabras. De hecho el cuerpo castrense ha dado señales de eso. Y aunque quizás las agrupaciones de víctimas se hubieran negado a asistir a la ceremonia militar, el Ejército hubiera dado un paso gigante en el reencuentro con ese mundo que sigue viviendo en el irreparable dolor de no saber “donde están”.

La reconciliación, a mi juicio, no es posible sin que la gente que perdió a sus seres queridos sepa la verdad. Por eso he resuelto proponer en la Comisión de Derechos Humanos del Senado, de la que soy miembro, la creación de una Comisión Final de Búsqueda de Desaparecidos. Es una gran opción de unir al país en torno a un tema que aún divide y causa tristezas y rencores. No faltarán los que dicen que es volver al pasado y abrir heridas, pero como hombre de principios creo que un país no avanza cuando un grupo de su gente no repara dolores y otro no entrega la información que probablemente tenga.

Es la hora de que como sociedad hagamos un último esfuerzo para buscar información que hijos, padres y amigos de los afectados necesitan encontrar. Mi deseo más profundo es que muchos de los que tengan información no se vayan de este mundo sin decir lo que saben. Sería un alivio para ellos y también para el resto de la sociedad que necesita la verdad para seguir mirando hacia adelante

Es la forma para que alguna vez nos volvamos a mirar a la cara sin resentimientos y con el futuro como norte. Es también la manera de que todos los sectores hagan un mea culpa por una polarización que ya lleva 45 años y que hasta hoy ha tenido más derrotados que de los otros. Las próximas generaciones no pueden seguir insertas en esta contradicción.

La verdad es sanadora y una sociedad que se oculta en la mentira jamás logrará la paz social que Chile requiere y se merece tener.

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