Evangélicos y AVP: el peligro no está en los homosexuales, está en los homofóbicos
Lo peligroso de los discursos de odio, es que se propagan rápidamente y son la antesala de los crímenes de odio: atacar a alguien que se piensa que es una lacra.
Janet Noseda es Psicóloga. Magister en psicología clínica. Especialista en género y diversidad sexual.
Ayer se discutió en el congreso el Acuerdo de Vida en Pareja, AVP, que busca la regular las uniones de personas del mismo sexo. A la tribuna del parlamento asistieron evangélicos y católicos, pastores y agrupaciones pro familia, quienes gritaban y abuchaban constantemente a los homosexuales y lesbianas que se encontraban presentes, diciéndoles frases como “ustedes son una aberración de dios” y “quieren legislar la perversión y la inmundicia”, mientras sostenían pancartas con consignas de este tipo.
Mientras tanto, en la televisión se notaba la incomodidad de los homosexuales, que trataban de mantener la calma y así poder contestar las preguntas que les hacían los periodistas. Este fue el caso de Luis Larraín, presidente de la Fundación Iguales, quien mientras estaba siendo entrevistado en vivo para un canal de televisión, le pusieron un cartel en su cara con la palabra “aberración”.
¿Cómo se sentirá ser homosexual o lesbiana y ser abuchado por una tribuna que te grita que eres una perversión para Dios?, ¿cómo se sentirá ser avergonzado por televisión con consignas negativas hacia tu persona? Me pongo en el lugar de personas como Luis Larraín, que tuvo la valentía de decir públicamente, en un país claramente homofóbico, “soy gay”.
¿Cómo será ser abuchado por ser gay, gritoneado y violentado, en el país donde murió torturado por ser gay Daniel Zamudio? Me imagino que se debe sentir tristeza, rabia y mucho temor. Eso es lo que crean los discursos de odio y las conductas homofóbicas: temor, depresión, ideas suicidas y pueden llegar a homicidios y femicidios… sólo por ser gay, lesbiana o transexual. Ya lo vimos hace poco, cuando un funcionario de las FFAA pasó dos veces con su vehículo sobre el cuerpo de una mujer transexual.
Los prejuicios, son aquellas creencias que se transmiten de generación en generación y se traducen en conductas tales como: hablar mal de lo pre juiciado, evitarlo y sentir rechazo contra ello. En este caso, lo llamamos homofobia. Estas ideas se expresan en discursos de odio, que repelen a las personas homosexuales y les asignan características negativas y se busca con ellos brindarles el trato que según estas ideas, merecen: diferenciarlos y que tengan menos derechos, “porque son peores que nosotros”.
Lo peligroso de los discursos de odio, es que se propagan rápidamente y son la antesala de los crímenes de odio: atacar a alguien que se piensa que es una lacra.
Me preocupa profundamente la conducta de aquellos evangélicos y en especial la del pastor Soto, quien se siente llevando la bandera de una especie de cruzada contra los homosexuales. Me preocupa el discurso que dio ayer la senadora Jacqueline Van Rysselberghe, quien pedía expresamente un trato distinto para homosexuales que el que se les brinda a los heterosexuales, diferenciando a ambos grupos y dándoles tratamiento distinto ante la ley.
Esto me recordó a los años sesenta, en donde se llevaban a cabo discusiones en los distintos parlamentos acerca de si se debía o no brindar derechos civiles a la población de raza negra que fueran iguales a los de raza blanca, porque detrás de estos dos momentos históricos se encuentra la misma idea: existen seres humanos de peor categoría que otros y si les damos iguales derechos que a nosotros, algo terrible podría ocurrirle a nuestra sociedad.
Quiero dejar muy en claro que nada terrible ocurrió en la sociedad cuando se brindaron los mismos derechos a la gente de raza negra que a la gente blanca. Todo lo contrario. La sociedad dio pasos agigantados hacia la apertura y reflexión en torno a la justicia y la igualdad de los derechos humanos y los crímenes de odio disminuyeron considerablemente. De igual forma, nada terrible le ocurrirá a nuestra sociedad si se brindan iguales derechos a las personas homosexuales y lesbianas.
Lo terrible de la sociedad se está viviendo ahora, con el odio que presentan estos grupos que creen que hay seres humanos que por su orientación sexual, no deben tener acceso a los derechos que gozan los heterosexuales… y se sienten llevando una bandera de lo que es justo y bueno, al igual como ocurría en las cruzadas. Lo realmente terrible y preocupante es que existan crímenes de odio en Chile, gritos y consignas homofóbicas en un parlamento donde se discuten los derechos civiles igualitarios. Lo terrible ya está ocurriendo. Lo terrible es que un pastor evangélico ponga sobre la cara de una persona homosexual un cartel con la palabra “perversión” frente a todo el país.
Creo que el AVP no requiere mayor discusión que la igualdad. Me parece obvio y justo que todos y todas seamos tratados de igual forma, accedamos a los mismos beneficios y tengamos que cumplir con los mismos deberes sin distinción de sexo, raza, orientación sexual ni identidad de género… sólo por el hecho de ser personas.
Ante la obviedad entonces del AVP y del derecho a matrimonio sin diferencias por orientación sexual, creo que la discusión debiera centrarse entonces en esos grupos evangélicos, aquel pastor y parlamentarios como la senadora Van Rysselberghe ¿Qué nos pasa como sociedad que tenemos estos grupos gritando estas consignas?, ¿qué nos puede ocurrir si no les ponemos freno y apropiada atención?
La acción fundamental para erradicar prejuicios es la educación y el espacio abierto a la discusión y la reflexión, utilizando material científico y conociendo a las personas que se pre-juicia… así, dejan de ser un pre-juicio y pasan a ser conocidos tangiblemente… y la idea se desmorona.
Es por esto que creo que este síntoma de griteríos y actitudes de violencia son de responsabilidad de nuestra muy mala educación y en especial de la nula educación sexual que tenemos que debería incluir conceptos básicos de orientación sexual e identidad de género (ya se sabría por lo menos que existen tres tipos de orientación sexual que se presentan en la especie humana: heterosexual, homosexual y bisexual y que las tres son normales y parte de nuestra especie).
Por favor, abramos la discusión en los colegios, ahora que se está peleando por una educación gratuita y de calidad. Debe incluirse la educación sexual.
Nuestro país está en etapa de transición de paradigmas, en donde se necesita educar e integrar en la discusión a las personas LGBTI para que se conozcan y dejen de ser una idea, un pre-juicio.
Es necesario que como país lleguemos a la firma y unánime convicción de que todos y todas somos iguales y merecemos los mismos derechos… porque somos personas. Para ello, cambiemos el foco de la discusión desde los homosexuales hacia estos grupos que gritan y violentan al resto… estos grupos evangélicos que ayer aparecieron gritando en las galerías de nuestro parlamento y ese grupo de parlamentarios que gozan del poder de tener en sus manos derecho a votar leyes que afectan la vida de los seres humanos. Ellos y ellas deberían ser el foco de verdadera preocupación.