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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Cambio cultural y educación

Porque en un mundo en que la cultura está enfrentando profundas y vertiginosas transformaciones, la educación no puede más que verse envuelta en múltiples desafíos. En concreto, la calidad de la educación está íntimamente relacionada con la calidad de la cultura de una sociedad o país.

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Rodrigo Durán Guzmán es Académico y periodista.

Como ha sido la tónica desde su génesis la actual reforma educacional ha puesto un especial énfasis en el lucro y la gratuidad. Todo, por cierto, con la noble intención de sentar las bases para una educación gratuita y ¿de calidad?

Porque a la fecha ninguna de las medidas pareciera ir encaminada hacia este último punto, cuestión no menos relevante si realmente existe una planeación e intención veraz y concreta de emparejar la cancha, contribuir a la disminución de las brechas de desigualdad existentes en nuestro país y brindar oportunidades a la meritocracia partiendo de un derecho fundamental como es la educación.

En este sentido bien vale reflexionar en torno a los cambios culturales que hemos vivido como sociedad durante los últimos años donde, por ejemplo, la aparición de las Tics (revolución digital) han redibujado los paradigmas de la interacción social y la construcción del conocimiento facilitando el tránsito a una esfera pública que antes estaba disponible sólo para unos pocos. Eso ha hecho que los ciudadanos mejoren ostensiblemente su acceso a la información permitiendo, de paso, aumentar el nivel del debate en los temas públicos mediante la edificación de sentido acompañado del consiguiente empoderamiento, en una tónica que tal como debe ir acompañada de derechos también tiene que serlo en el de los deberes. Estos cambios, que probablemente no se constataban desde la revolución industrial, están directamente vinculados con los cambios asociados tanto a costumbres como mentalidad que, como país, hemos ido experimentado ya sea de manera consciente e inconsciente.

Porque en un mundo en que la cultura está enfrentando profundas y vertiginosas transformaciones, la educación no puede más que verse envuelta en múltiples desafíos. En concreto, la calidad de la educación está íntimamente relacionada con la calidad de la cultura de una sociedad o país. No en vano ésta, a través de este siglo, ha tenido una evolución pasando por cuestiones tales como la economización de la vida, la realidad virtual y la globalización, en un asunto que podría generar un clima de inseguridad y confusión. Problemas que son parte de nuestra actual realidad cultural y que deben ser enfrentados mediante una mejor calidad de la enseñanza en cuanto a sus contenidos, metodologías y redefiniendo la cultura de la democracia la cual, y en opinión personal, no podemos concebirla con otro objetivo que no sea el de colocar al ciudadano en la situación más ventajosa para el ejercicio de su libertad.

Para lograr esto, y visto desde la sociología weberiana, es necesario salir a la calle, constatar e insertarse en la realidad que vive cada establecimiento educacional, cada familia y cada comunidad. Esto requiere no sólo una mirada holística de la situación sino también algo fundamental para responder a las necesidades y demandas ciudadanas: vivir, respirar, conocer, comer, palpitar, amar y, muy especialmente, pensar Chile.

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