Universitarios y empresas: oportunidades de innovar en conjunto
Es pertinente poner a disposición del mercado, pero a temprana edad, la mirada innovadora de nuestros alumnos, logrando nuevas oportunidades para diversificar la matriz productiva del país y alineando los contenidos de las asignaturas a lo que realmente está sucediendo en la industria.
Cristóbal Fernández es Académico Industrias USMDirector Centro de Ingeniería de Mercados, CIMER.
Cada vez escuchamos con mayor fuerza en el mundo empresarial, la importancia de acercarse más a las Universidades. En particular, en todo lo relacionado con la generación de instancias para el trabajo conjunto o co-working. Esta necesidad, muchas veces contrasta con lo que vemos en el día a día en Chile, ya que en la práctica son pocos los espacios donde se puede generar un verdadero diálogo permanente entre ambos actores.
Ese es justamente el desafío planteado de aquí a futuro. Construir sólidos puentes entre la industria y las casas de estudio superior, acercando a los jóvenes talentos con los problemas reales de la sociedad, en un método del aprender haciendo que en sí es una experiencia muy valiosa también en el ámbito de la formación profesional.
Las iniciativas aisladas, tales como concursos universitarios, charlas, jornadas y otros con empresas no se pueden desmerecer, pero debemos aclarar que estos, son un medio para alcanzar un objetivo mayor y no un fin en sí mismos.
Las Universidades, tienen la responsabilidad para impulsar el desarrollo del país, no sólo a través de la formación de calidad, sino que también a través de una cooperación activa con el entorno. Por lo tanto, es pertinente poner a disposición del mercado, pero a temprana edad, la mirada innovadora de nuestros alumnos, logrando nuevas oportunidades para diversificar la matriz productiva del país y alineando los contenidos de las asignaturas a lo que realmente está sucediendo en la industria.
Por su parte, las empresas deben comprender que generar espacios para estas sinergias, tal vez no signifique una ganancia a corto plazo, ya que toma tiempo primero entablar un lenguaje en común, para luego trabajar como equipo, entre muchos otros detalles. No obstante, la experiencia nos ha demostrado que cada vez que involucramos a nuestros alumnos con las necesidades reales, con rostro y apellido, se abren ventanas impensadas.
La motivación por resolver este tipo de retos, no tiene paralelo en los jóvenes, ya que sienten que están aportando y dejando una huella tangible. Pero también, porque de alguna manera, tiene que ver con ese nerviosismo y curiosidad por aplicar toda la teoría de las aulas, adelantándose a lo que vivirán cuando se conviertan en profesionales.
Esperamos, que con el tiempo este tipo de iniciativas puedan replicarse en otras casas de estudio, saliendo de las aulas y creando trabajo en terreno, generando equipos multidisciplinarios capacitados para innovar. Este método, finalmente, es el que ha detonado el desarrollo de las grandes potencias y una tarea que debemos mejorar constantemente en nuestro país.