Curita ABC1
"¿Es castigo que este señor pase esos cuatro años con el inmenso beneficio de libertad vigilada? ".
¿Qué más hace falta para empezar a demoler esta simbiosis que hay entre nuestra clase dominante y ciertas cúpulas eclesiásticas? ¿Cuántas víctimas más, como James Hamilton que nos dejó a todos tiritando con sus confesiones en Tolerancia Cero, necesitamos? ¿Cuántos libros como el espeluznante y reciente relato de Juan Carlos Cruz hay que publicar? ¿No ha significado nada en Chile lo sucedido con cada uno de los casos de pedofilia y abuso?
Siento una profunda compasión y respeto por los padres de las alumnas del colegio Cumbres que murieron en 2009, y por lo mismo me pregunto, ¿a ninguno de ellos les dieron ganas de decirle algo en la cara al cura O´Reilly cuando miraba una foto de las niñas mientras le leían, al, mismo tiempo, el veredicto por abuso sexual reiterado en contra de una menor de edad, ex alumna del mismo colegio? Veredicto que ayer se transformó en sentencia: 4 años y un día de presidio menor en su grado máximo, que le prohíbe ocupar cargos públicos y trabajos que tengan relación con menores de edad.
Me sigo preguntando. ¿Es castigo que este señor pase esos cuatro años con el inmenso beneficio de libertad vigilada? No es un detallito menor el hecho de que la Fiscalía Oriente pidiera 10 años y un día de presidio efectivo, o que Gendarmería recomendara el cumplimiento de su pena en la cárcel, ya que hay “ausencia de un control efectivo por parte de su red de apoyo, tanto su círculo social como su congregación” y que además “mantiene un discurso que dificultaría un proceso reflexivo y crítico, en cuanto a las conductas y creencias respecto del hecho sancionado”.
Pero no. Es justamente este contubernio entre poder religioso y poder económico el que permite a los Karadimas y a los O´Reillys retirarse a cuarteles de invierno de lujo. Como el que espera a Mr. John: una gigantesca casa de mil metros cuadrados en una de las calles más caras de Santiago, con piscina, cancha de tenis, todo eso avaluado en 500 millones de pesos y, adivine qué: exenta del pago de contribuciones. Mansión financiada por los mismos señores y señoras que el 25 de agosto de este año, dos días antes de la audiencia de formalización, publicaron inserciones a página completa en los principales diarios de Chile, manifestando su apoyo al sacerdote O’Reilly.
¿No aprendieron nada con Karadima? ¿Tanto es el prestigio que entregan estos grupos cerrados que se justifica arriesgar la integridad de los propios hijos? ¿A ese punto ha llegado el arribismo en Chile? A veces conviene acordarse de esa gran frase de Groucho Marx: “Nunca pertenecería a un club que admitiera como socio a alguien como yo”.