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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Libres para ser iguales, iguales para ser libres

Por Richard Tepper
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Richard Tepper es Abogado, Profesor de Derecho Económico y ex Presidente Red Liberal Quinta Región.

Las diferentes ideas políticas, en general, transcurren entre dos polos opuestos: la libertad y la igualdad. De hecho, los grandes sistemas políticos y económicos que se opusieron durante las últimas décadas estaban basados en configuraciones para alcanzar, de manera absoluta, uno de estos dos valores (o más bien, cierta interpretación de estos).

En Amplitud, hemos dicho hasta el cansancio que somos un movimiento liberal. Creemos en la libertad en sus tres vertientes: libertad política, libertad ética y libertad económica. Nuestras ideas en este punto son claras y ellas son las que nos guían, tal como lo demostramos en nuestro Manifiesto de San Miguel y en la búsqueda que realizamos junto a Red Liberal y Fuerza Pública de nuevas reglas para el sistema político.

Lo anterior, principalmente lo dicho en materia de libertad económica, no implica, bajo ninguna perspectiva, que no nos preocupemos de la igualdad. Así, nos diferenciarnos de aquellos grupos que hablan sencillamente de equidad, concepto que parece algo más vacío, tímido o derechamente miedoso. No, en Amplitud alcanzar la igualdad es también una preocupación. Sin embargo, no cualquier igualdad.

Cuando por otros grupos políticos se habla de la búsqueda de la igualdad, eso funciona más como un eslogan que como una realidad. En efecto, si no se expresa (o no se sabe) en qué parangón particular se busca la igualdad, ésta termina siendo algo vacío, un mero recurso discursivo. En cambio, en Amplitud sí lo sabemos y no tenemos problema con decirlo: no creemos en una igualdad material final forzada por el Estado y que genere dependencia, sino que creemos en una igualdad real de derechos fundamentales y oportunidades para cada uno de los chilenos y chilenas. Ojo, decimos “real”, porque sabemos que la Constitución Política menciona la igualdad de oportunidades, pero ella no está ni cerca de ser alcanzada, por lo que es hoy una mera ilusión normativa.

¿Por qué decimos todo esto? Porque creemos que la libertad no implica sencilla y necesariamente una restricción absoluta en el actuar del Estado, sino que a su vez debe ser interpretada como una posibilidad de elegir. Existe libertad cuando todas las personas tienen las condiciones para poder realizar elecciones y, en eso, un Estado lo suficientemente vigoroso para realizar las correcciones estructurales necesarias es clave. Creemos que el valor moral de la libertad se encuentra en que todos podamos elegir nuestro plan de vida y que todos podamos aspirar a la felicidad. Una interpretación distinta nos parece injusta con aquellos a los que la sociedad no les ha dado ventaja alguna sino que, al contrario, los ha llenado de desventajas. ¡De qué libertad podríamos hablarles a aquellos que no tienen opciones de surgir materialmente en la vida!

Estamos convencidos de lo que decimos y hacemos. Las políticas liberales (y no neoliberales) son la mejor forma de guiar a un país, producir bienestar y oportunidades en la gente. El Estado debe ser justo como redistribuidor de recursos y oportunidades, tanto como eficaz y eficiente como regulador, pero nunca un gigantesco interventor. A su vez, un país con igualdad de oportunidades es la única estructura que nos garantiza el ejercicio de la libertad para todos. Ser libre es distinto a ser privilegiado. Por tanto, en esto creemos: ser libres para ser iguales, ser iguales para ser libres. 

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