Caminando entre las tumbas
"Traumado por la muerte accidental de una niñita durante la persecución de unos asaltantes, termina en Alcohólicos Anónimos y enfrentándose a sus corruptos colegas de otros tiempos".
José Blanco J. es Profesor de Estado (Universidad de Chile), Doctor en Filosofía y Doctor en Materias Literarias (Universidad de Florencia, Italia). Se ha dedicado a la filología medioeval y humanista, dando especial importancia a Dante, Petrarca y Boccaccio sobre los que ha escrito numerosos libros y ensayos. Ha traducido al castellano textos de cronistas florentinos que vivieron en América en los siglos XVI y XVII. También ha publicado libros de historietas de dibujantes chilenos.
El personaje no es nuevo. Matt Scudder – creado por Lawrence Block y protagonista de 17 novelas – ya fue interpretado por Jeff Bridges en la película Ocho millones de maneras de morir, de Hal Ashby, en 1986.
Se trata de un ex policía, que trabaja como investigador privado sin licencia. Traumado por la muerte accidental de una niñita durante la persecución de unos asaltantes, termina en Alcohólicos Anónimos y enfrentándose a sus corruptos colegas de otros tiempos.
Sigue declaradamente la ruta del Sam Spade de Dashiell Hammett y del Philip Marlowe de Raymond Chandler, ambos encarnados alguna vez por Humphrey Bogart (y, en el caso de Marlowe, también por George Montegomery, Robert Mitchum, Elliot Gould, Danny Glover, James Caan y James Garner). Y se parece a ellos sobre todo por su estilo huraño, su misoginia (no tiene amigas ni se relaciona con “niñas” seductoras). Sólo que Liam Neeson sobrepasa a Bogarth de 20 centímetros en altura y tiene un rostro más expresivo, con variados matices.
La referencia a los otros detectives literarios surge también en una conversación con TJ (Brian ‘Astro’ Bradley), un niño huérfano, afroamericano, que se transforma en su ayudante informal. Pero sus actitudes son diversas: mientras para el jovencito (vegano para no corromper su cuerpo) se trata de una aventura, para Matt ese trabajo es un tipo de redención. No tiene nada, vive en un hotel, no cobra sino que acepta regalos. Y combate sobre todo el mal generado por el amor al dinero, que no trepida en cometer los crímenes más horrendos.
Es así como no quiere involucrarse en un ajuste de cuentas entre traficantes de drogas, pero cambia de idea cuando se percata que los autores de tres femicidios son ex agentes de la DEA y – más aun – cuando una futura víctima es una preadolescente indefensa.
El director Scott Frank es conocido como guionista (Minority Report, Wolverine) y lo demuestra. Además de adaptar correctamente los textos literarios, desarrolla un montaje ágil y convincente, apoyándose en una fotografía impecable. Delinea personajes a la perfección: el guardián del cementerio (Olafur Darri Olafsson), el dúo de criminales, que evidencian su homosexualidad incluso en su sádico comportamiento (David Harbour, Adam David Thompson).
Contrariamente a otras películas que lo enredan todo, ésta va atando los cabos gracias a los que Scudder – sin la ayuda oficial de nadie y sí con la oposición de muchos – logra descubrir a los culpables y a enfrentarlos. Éstos cínicamente sostienen que “la gente teme a lo que no debe”. Y está claro: hay que temer a la impunidad de los monstruos sociales.
(A Walk Among Tombstones. USA, 2014)