La Eco-Alfabetización Energética Para una Cultura de las Energías Renovables
El movimiento de una ciudadanía que ya no quiere megaproyectos energéticos que contaminan y sacrifican a las localidades necesita de una ciudadanía organizada para recuperar el derecho a producir y consumir la propia energía. Las energías renovables, especialmente la eólica y solar, brindan la posibilidad de democratizar su uso.
Manuel Baquedano es Sociólogo de la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica, fundador y presidente del Instituto de Ecología Política, IEP, y autor de La Batalla de Ralco y Tu Huella Ecológica.
¿Está Chile preparado para el advenimiento masivo del uso de las energías renovables como la energía solar, especialmente, cuando esta ya puede comenzar a producirse desde nuestros propios domicilios? La respuesta categórica es NO. Aún no existe una cultura solar en nuestra población y la carencia de ella se puede convertir en uno de los mayores obstáculos para su difusión.
La instalación de un panel solar o de un aerogenerador debería ser la culminación de un proceso que permite que un ciudadano pase a ser considerado desde un simple cliente, como es hoy, a un actor de la energía con capacidad de generarla y consumirla.
Ciertamente, el 99% de la población chilena no está preparada para esta transformación cultural. Y si no estamos preparados, entonces debemos como país emprender un gran esfuerzo para educar a la población, proceso que trasciende con mucho las típicas campañas de publicidad. Este esfuerzo es de tal magnitud que implica un segundo momento alfabetizador, una Eco-Alfabetización Energética de los ciudadanos.
Decimos esto porque, si no se crea una conciencia de conservación de la energía, la que tenemos a disposición no nos alcanzará y siempre estaremos demandando más, cuando justamente la grave crisis del planeta y del país hacen imperioso que aprendamos a vivir mejor con menos energía, desacoplando las mejoras en nuestro bienestar del aumento creciente y sostenido de la energía. Solo después de haber aprendido a conservar la energía, de haberla utilizarla con eficiencia, llegará el momento de incorporar la energía renovable solar como fuente generadora para nuestro autoconsumo.
Así, una vez que hayamos tomado conciencia y hayamos practicado la conservación energética, estaremos en condiciones de usar la energía incorporando la eficiencia en su uso. Algunos ejemplos: la tradicional ampolleta incandescente (a filamento), que iluminaba consumiendo 100 watts, puede ser reemplaza por una que, iluminado lo mismo consume 20 watts. Pero aun ese mismo efecto lumínico se puede ahora lograr con una ampolleta más eficiente aún, que solo consume 2 watt… O a lo mejor, llegó la hora de reemplazar ese refrigerador que ya tiene más de 10 años por uno que consumirá varias veces menos para realizar la misma función.
Recuerdo que cuando estudiaba en la universidad me ofrecí como voluntario para participar en las campañas de alfabetización de la población. Pasé varios fines semana visitando hogares campesinos en mi calidad de monitor-alfabetizador. Y ahora, mucho tiempo después, por cierto, pienso que nuevamente es el momento de emprender un esfuerzo eco-alfabetizador quizás todavía mayor que el realizado entonces, para educar a nuestra ciudadanía sobre la transformación energética y el cambio climático. Ya no es suficiente informar, hay que concientizar, como propone el método de Paulo Freire.
El movimiento de una ciudadanía que ya no quiere megaproyectos energéticos que contaminan y sacrifican a las localidades necesita de una ciudadanía organizada para recuperar el derecho a producir y consumir la propia energía. Las energías renovables, especialmente la eólica y solar, brindan la posibilidad de democratizar su uso.
El nuevo modelo energético distribuido no surgirá de la avidez del mercado o de un grupo de tecnócratas como los que planificaron el Transantiago. Surgirá de una ciudadanía movilizada que incorpora la generación y el consumo de la energía como un derecho que el Estado debe garantizar.