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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

No

No deberíamos temerle a la palabra No, independiente del lado del no en que nos encontremos. Se debería agradecer la honestidad y deberíamos respetar nuestros NO y los NO que nos dicen. Se siente un gran alivio al decir que no sin tener la necesidad de tramitar ni mentir. Y eso no disminuye el cariño que sentimos y siente los demás por nosotros, es solo honestidad.

Por Susy Hernández Garros
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No quiero, no me gusta, no tengo ganas, no puedo, no, no y no.

¿Por qué nos cuesta tanto decir que no?, Déjame verlo, tengo que pensarlo, tengo que consultar, de ahí te aviso. Evasivas que dilatan la respuesta que queremos decir desde un principio, NO.

A veces callamos, nos desaparecemos e incluso mentimos o le echamos la culpa a otro para justificar nuestro NO, nos deshacemos en disculpas y nos justificamos de mil maneras.

Tememos caer mal, parecer antipáticos, perder la amistad.

Y por otro lado, ¿por qué nos molesta tanto que nos digan que no?  Nos sentimos despreciados,  agredidos, ninguneados, poco queridos.

No deberíamos temerle a la palabra No, independiente del lado del no en que nos encontremos. Se debería agradecer la honestidad y deberíamos respetar nuestros NO y los NO que nos dicen. Se siente un gran alivio al decir que no sin tener la necesidad de tramitar ni mentir. Y eso no disminuye el cariño que sentimos y siente los demás por nosotros, es solo honestidad.

No hay nada más desagradable e incómodo ir a contra pelo, hacer cosas solo por complacer a los demás pero pasándolo mal nosotros. Es un agote innecesario, que solo nos desgasta y nos hace enojarnos con nosotros mismos por no ser lo suficientemente valientes y asertivos en nuestro actuar.

No digamos SI cuando queremos decir NO.

Creo que a todos nos gusta que nos digan la verdad y tampoco no nos gusta mentir, queda un dejo amargo en nuestra boca cuando lo hacemos.

Practiquemos responder NO, cariñosamente, respetuosamente, con la verdad por delante. Y cuando nos respondan que NO, comprendamos, seamos empáticos, y no seamos insistentes y catetes, actitud que le hace más difícil al otro mantener su postura y capaz que termine diciéndonos que SI a su pesar.

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