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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

El estilo de vida saludable no puede ser de una élite

La radiografía que nos muestra esta encuesta es de pésimo pronóstico. Los chilenos transversalmente nos estamos alimentando mal y eso afecta de forma directa la salud y desarrollo del país. Hoy vivimos una verdadera epidemia de enfermedades crónicas que tienen su origen en el desequilibrio alimentario de la mayoría de las personas.

Por Francisca Correa
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Esta semana se dio a conocer, luego de cinco años de espera, la primera Encuesta Nacional de Consumo Alimentario, realizado por la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile y la verdad es que sus resultados no son muy alentadores. El 95% de la población no se alimenta de forma saludable y la gran parte de nuestros compatriotas come hasta siete veces por día.

Pero eso no es todo. Existe un problema social que queda al descubierto al analizar los hábitos alimenticios, ya que a menor nivel de ingresos, las personas se alimentan más en exceso y de peor forma. Mientras quienes tienen mayores ingresos consumen más lácteos, verduras y pescados, en los sectores más bajos prima el consumo de pan y de carnes rojas. Esto en una buena medida corresponde al alto precio de las frutas, verduras y pescados frente a las pastas, que a un menor precio pueden rendir para un almuerzo abundante de a lo menos 4 personas.

La radiografía que nos muestra esta encuesta es de pésimo pronóstico. Los chilenos transversalmente nos estamos alimentando mal y eso afecta de forma directa la salud y desarrollo del país. Hoy vivimos una verdadera epidemia de enfermedades crónicas que tienen su origen en el desequilibrio alimentario de la mayoría de las personas.

Es por esto que es urgente que existan políticas públicas que eduquen y promuevan prácticas saludables desde la primera infancia, que se transformen en políticas de Estado, que trasciendan los gobiernos de turno y pongan en el centro de la discusión la alimentación como una materia de salud pública y una urgencia social por sus efectos y su regresivo impacto en la población. Es aquí donde los partidos y movimientos políticos deben enfocarse, en los problemas reales, cotidianos que afectan a todos, sin exclusión.

Niños sanos, vitales, que puedan desarrollarse sin ninguna limitación es lo que toda sociedad desea  y es por lo que hay que luchar sin descanso. Educar a los distintos agentes educadores es primordial para lograr un buen resultado, solo así tendremos un futuro saludable y feliz.

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