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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Voluntarios: gratuidad y reciprocidad

"En estos tiempos, con estos niveles de desigualdad en el acceso a las oportunidades y una generación NINI que crece, vale la pena instalar en la discusión sobre los temas importantes de la juventud, uno siempre olvidado: la experiencia del voluntariado".

Por Felipe Petit-Laurent
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Felipe Petit-Laurent es Ingeniero Comercial y en Turismo, Magister en Administración de Empresas con mención en RRHH y tiene un Diploma en Políticas Públicas y Superación de Pobreza para América Latina. En 2002 - 2003 fue profesional SERVICIO PAÍS en la comuna de San Fabián de Alico, región del Biobío. En 2007 retorna a la Fundación Superación de la Pobreza y asume la dirección del Programa Servicio País en la región del Biobío. Desde 2009 y hasta asumir la dirección nacional de SERVICIO PAÍS en marzo de 2014, se desempeñó como director regional de la Fundación Superación Pobreza la región de La Araucanía.

La generación juvenil es un tesoro que no siempre cuidamos, promovemos y valoramos como país. En este ciclo vital, donde están más fuertes que en ningún otro, las energías y los sueños, no estamos entregando buenas oportunidades educativas a los más vulnerables, que son  la gran mayoría en este país, y que tienen que batírselas solos en un sistema injusto, segmentado, de mala calidad y que no necesariamente retribuye el esfuerzo en el mercado laboral.

Más aún, ya hace unos años, está instalado el concepto de “la generación NINI”, que según cifras del Injuv (2013) supera el 11% en el segmento,  y dentro de ellos la gran mayoría son mujeres y más de la mitad pertenece a estratos socioeconómicos bajos. Conspiran para generar esta realidad de jóvenes que ni estudian ni trabajan, las tasas de desempleo que en el segmento siempre son mucho más altas que a nivel nacional, la precaria o poco pertinente oferta laboral, y el poco entusiasmo por incorporarse a un sistema tan ajeno.

En estos tiempos, con estos niveles de desigualdad en el acceso a las oportunidades y una generación NINI que crece, vale la pena instalar en la discusión sobre los temas importantes de la juventud, uno siempre olvidado:  la experiencia del voluntariado.

Desde 1985, el día 5 de diciembre es la fecha elegida por la Asamblea General de las Naciones Unidad para celebrar el Día Internacional del Voluntario. Se reconoce de alguna manera lo que es bastante invisible en las cifras o en la dura realidad que describíamos anteriormente. Pero existe, tiene un potencial inmenso y es muy propio de la sociedad civil, por lo tanto son estas instituciones las que primero deben hacer visible el tesoro que ellos representan.

De acuerdo a la Encuesta Nacional de Voluntariado 2014, de Fundación Trascender, un importante porcentaje de chilenos piensa que el voluntariado es una forma de aportar al país, que se debiera valorar curricularmente haber participado de esta experiencia, que también sirve para la integración social, para disminuir la pobreza y para construir un país solidario. Al menos un  5% de los jóvenes ha realizado voluntariado y la participación es similar en todos los estratos socioeconómicos, no obstante los jóvenes del estrato ABC1 destinan el doble de horas mensuales que aquellos de los estratos C2, C3 y D, dato del cual se podría inferir que también  en esta labor hay desigualdad de oportunidades.

En el caso de quienes tienen entre 25 y 34 años, el voluntariado se realiza en fundaciones y ONG. Ahí entramos nosotros con el Servicio País voluntario, compuesto por estudiantes que aportan a la labor del Servicio País profesional y donde vemos a menudo el caso de jóvenes que desarrollan su labor voluntaria en una causa que mejora el bienestar de su misma comunidad, y la experiencia se transforma entonces en una re-vinculación con su entorno, un aprendizaje significativo y un ejercicio de identidad, tan necesario para este grupo etáreo, que cuando tiene la oportunidad, da lo mejor de sí.

Estoy convencido de que el voluntariado no se constituye en una relación unidireccional, sino que es una  interacción diversa, donde la construcción de una solución se da manera colaborativa, colectiva y buscando la pertinencia frente a las realidades locales de nuestro país.

Un antiguo y querido amigo del Servicio País, el poeta y filósofo Fidel Sepúlveda, nos dijo un día: “hay profesionales y futuros profesionales que le ponen precio a su trabajo, hay profesionales que le ponen valor a su servicio, hay profesiones especialistas en poner precio. Hay profesiones especialistas en poner en valor, hay profesionales de la reciprocidad, hay profesionales de la gratuidad, entre estos está Servicio País. Estos jóvenes están por el servicio que es fundamentalmente gratuidad.

Están conscientes de la injusticia que sufren millones de compatriotas, donde no hay reciprocidad entre lo que les cuesta la vida y lo que se les entrega a la vida. Para resolver esto ponen en la balanza su vocación de servicio y esto que cuantitativamente puede ser visto como insignificante, es cualitativamente relevante”.

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