Lo más privado dentro de lo público
"Para mí el rol público yace, principalmente, no en la manera en cómo la Universidad puede interactuar con la sociedad, sino que en la manera en cómo confluyen y toman sus decisiones en la comunidad educativa, tanto con sus pares, como también en la relación con los distintos estamentos".
Gabriel Ramírez es Miembro en la Mesa Directiva de la Federación de Estudiantes de la UDP. Estudiante de Psicología UDP. Militante de Revolución Democrática. @gaboramirez
Me es difícil creer que el 2011 no causó un quiebre en la manera en cómo entendemos la educación, y así mismo los derechos sociales. Nuestra sociedad logró entender, finalmente, que la educación debía entenderse como un derecho, y no un privilegio. Los estudiantes ganamos la batalla del -tan manoseado- “sentido común” al introducir en el lenguaje que manejamos de “lo justo”, un diagnóstico certero.
Hoy, el sentido común y la institucionalidad de un mercado imperante interactúan en una tensión constante, dando lugar a contradicciones entre el discurso y el actuar de la universidades que se han (auto) considerado públicas. Entre esas, la nuestra, la UDP (“la más pública de las privadas”).
“La más pública de las privadas” nace, realmente, de esta noción de que la Universidad debe cuestionarse constantemente su manera de relacionarse con la sociedad; refleja fielmente el espíritu investigativo, vinculación con el medio (a medias), redes internacionales y, por otra parte, que resida en “el centro de todo” (a diferencia de la cota mil). Sin tocar, claramente, acceso, reinversión, transparencia y, por sobre todo, los principios democráticos.
Para mí el rol público yace, principalmente, no en la manera en cómo la Universidad puede interactuar con la sociedad, sino que en la manera en cómo confluyen y toman sus decisiones en la comunidad educativa, tanto con sus pares, como también en la relación con los distintos estamentos. En una universidad pública las decisiones se deben tomar a través de mecanismos participativos que integren a todos los actores de la comunidad universitaria y nunca a través de la imposición de la autoridades. Solo después de eso empezar a cuestionar nuestro aporte a la sociedad; y en la construcción de nuestra relación con ella.
¿Y cómo se supone que entenderíamos lo público si nos construyen muros cada vez más altos en materia arancelaria, tanto para los nuevos estudiantes como los que están desarrollando sus carreras? ¿Cómo sopesamos el mercado educacional si nuestro arancel se ajusta bajo índices que denotan una profunda desigualdad?
El alza de aranceles no es sólo un retroceso en la orientación que marcó el movimiento estudiantil, sino que apunta en la dirección de perpetuar un modelo de mercado y las lógicas de autofinanciamiento en los estudiantes. Oponerse a ello no constituye luchas individuales buscando defender intereses particulares, sino de estudiantes, como colectivo, buscando detener el contraataque del mercado educacional.
Nuestra gesta es, entonces, la lucha del movimiento estudiantil proyectada como síntomas dentro de nuestros espacios locales. No debemos dudar ni un segundo, nuestra invitación es certera; juntos, construir la universidad pública que queremos y no “lo más público dentro de lo privado”. Tenemos nuestros puntos sobre las mesas, ahora nuestro deber es concretar nuestras demandas y hacernos escuchar. La UDP tiene una deuda con nosotros: transformar lo más privado en lo más público.