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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Cambiemos la Sociedad, No el Clima

El síndrome de la rana que muere feliz cocinada al no poder percibir los cambios de temperatura que le hacen perder sus reflejos se aplica también a los humanos.

Por Manuel Baquedano
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Manuel Baquedano es Sociólogo de la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica, fundador y presidente del Instituto de Ecología Política, IEP, y autor de La Batalla de Ralco y Tu Huella Ecológica.

El año 2014 terminará siendo el más caluroso de que se tenga registro histórico. Sin duda nos estamos literalmente cocinando por aumentos de temperatura pequeños pero sostenidos, que anulan toda percepción de peligro inminente para la especie humana. El síndrome de la rana que muere feliz cocinada al no poder percibir los cambios de temperatura que le hacen perder sus reflejos se aplica también a los humanos.

He participado -si mal no recuerdo- en doce de las veinte conferencias preparatorias que se han realizado entre los países miembros de la ONU sin que se logre avanzar seriamente en un tratado mundial para el cambio climático, que involucre a los principales países contaminantes. De la actual reunión que se realiza en Lima (COP20), seguramente saldrán bonitas promesas pero nada concreto.

Tal es la gravedad de la situación que después de 20 años de negociaciones, la ONU y los científicos han renunciado a  lograr un tratado que le devuelva a la Tierra su temperatura normal (350 ppm) para hoy negociar un mundo con dos grados más de lo normal (400 ppm) para el 2050. Lo malo es que a fines del 2014 ya estaremos bordeando los 399 ppm, lo que no nos deja margen para el futuro.

¿Cómo llegamos todos a esta dramática situación? La actual civilización en la que  nos tocó vivir ha basado su crecimiento en el uso de combustibles fósiles que han saturado la atmósfera de gases de efecto invernadero de los cuales el CO2 es el más conocido. Esta es una parte del problema, el cual la ONU pretende intervenir con medidas de mitigación y de adaptación al cambio climático. La otra parte del problema lo constituye la  sociedad de consumo que es la forma como se expresa en la realidad esta civilización, donde la mejora del bienestar de la especie humana se ligó al aumento continuo e infinito de las mercancías materiales como forma de satisfacer las necesidades humanas.

El tratado climático que se discute ahora en Lima y se hará el próximo año en París, no es sobre el cambio de la sociedad de consumo, verdadera responsable del cambio climático, sino de las medidas para hacerla más sostenible, confiando en que la ciencia, la tecnología  o Dios nos salvarán del  previsible colapso.

Hace algunos días se conoció la información en orden a que la misma ONU formó un grupo oficial interdisciplinario de expertos de los distintos países, para trabajar sobre el tema de cómo anunciarle a la humanidad la ocurrencia de un desastre global. El grupo se ha reunido varias veces y su próxima reunión se anunció para enero del 2015. Algunos pensaran que podría tratarse de la llegada de un gran meteorito o una llamarada solar; otros pensamos que también podría tratarse de comunicar un colapso económico mundial o de una guerra nuclear.

Tal vez la discusión del clima nos abra por fin la oportunidad de discutir sobre la sociedad en que podemos y deseamos vivir. Pues si la llegada de un meteorito golpeara nuestro planeta matando a millones de seres humanos, tal vez la humanidad aprenda en forma muy rápida y terrible que debemos darle a la sustentabilidad ambiental la prioridad absoluta por sobre el desarrollo económico y como especie nos podríamos salvar. Pero como el incremento  de la temperatura es lento pero sostenido, no reaccionaremos hasta el momento que estemos a punto de expirar.

Ni el capital ni el Estado salvarán a la Tierra, solo un movimiento ciudadano mundial potente, portador de una nueva cultura que termine con la sociedad de consumo y el despilfarro nos puede dar la oportunidad de seguir morando este hermoso planeta. Cuando este tema sea el central en las negociaciones internacionales, volveré a participar en las conferencias de cambio climático.

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