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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

El mérito y la agenda laboral

El fortalecimiento de los sindicatos y la negociación colectiva obedecen, sin lugar a dudas, a la idea que el colectivo, mediante sus dirigentes, pueden establecer condiciones comunes para todos los trabajadores, lo cual pone en tensión constante conceptos como la igualdad y el mérito.

Por Sergio Morales Cruz
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Sergio Morales Cruz es Abogado de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, es investigador del Programa Legislativo y Constitucional de Libertad y Desarrollo. El abogado se desempeñaba anteriormente en el Estudio Jurídico y Consultores Ventura y Asociados.

Nos encontramos a días de que se cumpla el plazo perentorio que se auto-impuso el gobierno para presentar la tan anunciada reforma laboral. Según sus promotores, ésta vendría “a ponernos al día con los derechos de los trabajadores”, lo que  ha sido puesto en duda en reiteradas ocasiones, tanto por los distintos gremios como por los mismos trabajadores.

Las propuestas de esta reforma, como la titularidad sindical, la eliminación del reemplazo en la huelga y los pisos mínimos responden no a un clamor de la mayoría de los trabajadores, sino más bien a aspiraciones de una de las centrales de trabajadores que existen en nuestro país,- la CUT y al sesgo ideológico de sus mentores, quienes tienen una manera muy especial de establecer las relaciones entre trabajo y capital.

El fortalecimiento de los sindicatos y la negociación colectiva obedecen, sin lugar a dudas, a la idea que el colectivo, mediante sus dirigentes, pueden establecer condiciones comunes para todos los trabajadores, lo cual pone en tensión constante conceptos como la igualdad y el mérito.

Al escuchar tantas veces a la CUT referirse a que esta reforma se aparece como una necesidad imperiosa, un sine qua non para el verdadero desarrollo de los trabajadores y el cumplimiento de sus aspiraciones, no podemos sino preguntarnos acerca de cuál es la legitimidad de este mensajero, toda vez que al depurar las cifras, la Central en cuestión, no representa más del 5% de los trabajadores que prestan servicios en el sector privado regidos por el Código del Trabajo.

Lo cierto es que el hecho de imponer una serie de exigencias a los empleadores tendientes a entregar condiciones laborales y remuneracionales comunes para todos los trabajadores, bien sea en general o dependiendo del cargo, lleva a que los costos de su cumplimiento no dejen mucho espacio para premiar y compensar el mérito individual.

Al parecer, este axioma de la colisión gobernante no es lo que la mayoría de los trabajadores quiere, pues al considerar los resultados de la última encuesta CEP se aprecia como el 50% de los encuestados señala que se debe premiar el esfuerzo individual aun en el evento en que se produzcan diferencias de ingresos (ítem que en la muestra del mes de Noviembre da cuenta de un incremento de un 10% en relación con la medición anterior), y tan sólo el 15% de los encuestados representan una postura igualitaria que no considere el esfuerzo de cada trabajador al momento de fijar las remuneraciones.

Estas cifras parecieran debilitar el argumento estrella de la CUT y del Gobierno en esta materia referente a la desigualdad, pues al tomar el pulso de los trabajadores, sus aspiraciones apuntan hacia otros objetivos, que dicen más relación con la adaptabilidad, la capacitación y la generación de fuentes de trabajo, todo lo cual en resumidas cuentas permiten a las personas desarrollarse y alcanzar el progreso económico basado en el esfuerzo y el trabajo.

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