¿Quién paga?
"Estoy decepcionado de la política antagónica, discursiva y destructiva que impide que avancemos, que nos trasladan al pasado, que nos dejan sin futuro".
Terminamos el año con más sospechas que aciertos. Si es cierto, el desempleo disminuyó, al mismo tiempo que 28 mil mujeres se restaron de la fuerza de trabajo, la principal causa para restarse, es el desaliento o cuando el salario y las condiciones laborales precarias, producto del bajo crecimiento, no valen la pena.
Terminamos con una inflación “sorpresa” producto de la reforma tributaria, donde el Ministro fue energético, mediático y enfático en decir que no afectaría a la clase media y que reconoció en un breve susurro, en una suerte de “podría ser, que sí”. ¿Doble estándar? y qué se sorprende si aceptan la renuncia de una Ministra y dejan a un embajador que prefiere “ratificar” a rectificar.
Entre impuestos verdes que no lo son, una recuperación económica que no es, renuncias que si, otras que no, nos cargan de discursos ideológicos que son fácilmente quebrantados en negociaciones representada por todos menos quienes escuchamos ese maravilloso futuro que no llegará.
Aburrido de discursos exijo “técnica”: ¿cuánto cuesta?, ¿quién paga?, ¿qué recursos se necesitan?, ¿cuáles son sus efectos?, ¿cuál es la mejor forma de implementar?. Preguntas básicas para dejar la legislitis en que estamos.
Educación, debe estar entre las palabras más pronunciadas por nuestros políticos, un concepto que se suscribe a terminar con el copago o no, evidente falla que queda al descubierto frente a la legislitis efectista donde nadie propone educar, sino prohibir y así es como las libertades se van coartando, por culpa de unos pocos pagamos todos y el criterio se vuelve ley y la ley, ¿quién fiscaliza?, en fin, legislación ad hoc al efectismo que llevó a poner cajeros en comisarías. ¿Puedo estacionar mi auto ahí, para que no corra la misma suerte que un cajero?.
Estoy decepcionado de la política antagónica, discursiva y destructiva que impide que avancemos, que nos trasladan al pasado, que nos dejan sin futuro.
Soy de una generación que quiere futuro, que reconoce la importancia del pasado, la verdad de dos versiones, antagónicas y entrelazadas, causa-efecto en un vaivén que tuercen y sacan a conveniencia para hacer del pasado presente, ambos.