Chile 2015: construyendo con Amplitud
"Amplitud ha tenido la capacidad de situarse en la agenda del debate público con un relato constructivo y propositivo instalando el concepto de la 'sembradora'".
Rodrigo Durán Guzmán es Académico y periodista.
El 7 de enero de 2014 la diputada Karla Rubilar junto a sus pares Joaquín Godoy y Pedro Browne daban un paso no menos doloroso pero necesario: ese día sellaron su adiós definitivo a Renovación Nacional en un hecho político que no sólo quedó ahí sino que contempló además la renuncia de la senadora Lily Pérez sumado un sinnúmero de militantes de esa colectividad aduciendo, entre otros, la carencia de espacios para nuevas ideas que fueran capaces de convocar a una inmensa mayoría de chilenas y chilenos, desencantados de los políticos, quienes dieron su señal más categórica con la desafección constatada durante las elecciones del 2013. Es en este escenario donde surgió Amplitud, movimiento político que está a sólo días de conmemorar su primer aniversario y del cuál es legítimo preguntarse ¿Valió la pena está apuesta por configurar un nuevo referente capaz de convocar a sectores de centro, liberales e independientes?
Los hechos nos dicen que Amplitud ha tenido la capacidad de situarse en la agenda del debate público con un relato constructivo y propositivo instalando el concepto de la “sembradora” en contraposición a definiciones que tanto gustan a los partidos tradicionales como son la aplanadora o la retroexcavadora. Ejemplo concreto, entre otros, es el respaldo de los parlamentarios del movimiento por reformar el sistema binominal por uno representativo de las mayorías. A lo anterior se suman las propuestas en educación, salud, medioambiente, derechos reproductivos y la propuesta sobre financiamiento de la política, junto a Red Liberal y Fuerza Pública, entre otros.
Amplitud ha sido capaz de instalar en el debate público la vigencia de conceptos tales como el diálogo y la tolerancia para favorecer la construcción de Chile, entendiendo que la riqueza de nuestro país radica precisamente en su gente, en su heterogeneidad y en el cómo somos capaces de hacer converger nuestras diferencias en torno a un proyecto colectivo e inclusivo. Sería ingenuo afirmar que en Amplitud no existen diferencias porque si las hay, pero la gracia ha estado en el trabajo de aprender a complementar esas discrepancias y convertirlas en algo fructuoso dentro de un marco de respeto y velando por un bien superior que, afortunadamente, no se encuentra anclado a las lógicas del SÍ o el NO.
Hoy en día la gente, para reestablecer las confianzas, está demandando el cumplimiento de los compromisos asumidos sumado a la necesidad de establecer puentes para el diálogo y escucha entendiendo que, en la medida que existan estas instancias, mayores serán nuestras posibilidades de reencantar a la ciudadanía a través de ideas y anhelos que hoy no están siendo representados ni por la Alianza ni por la Nueva Mayoría. No olvidemos que aún hay compatriotas que están esperando que la alegría prometida, tras la recuperación de la democracia, llegue con equidad y justicia para todas y todos en un Chile que sustente su construcción en base a una visión de presente – futuro o, dicho de otra manera, con Amplitud.