Viaje al centro del care’rajismo
Una vez más, la ciudadanía será abofeteada desde el balcón de la arrogancia del poder.
Patricio Araya es Periodista y Licenciado en Comunicación Social (Usach).
Qué lamentable resulta comprobar –una vez más– que la prensa independiente de la región de Valparaíso, no cuente con los recursos suficientes para financiar el viaje de un equipo periodístico para reportear la gira de una delegación de consejeros regionales a Europa. Con cargo al erario regional, una decena de cores viajará a Finlandia y Turquía. Allí los hombres y mujeres que deciden el destino de los fondos de inversión pública de la región, asistirán a una serie de reuniones, cuyos objetivos y consecuencias, no están del todo claros, tanto, que dicho viaje genera resquemores al interior del Consejo regional.
Lo único claro, aparte de la desfachatez y desvergüenza, es que lo hacen con fondos de todos los chilenos, partiendo por la compra de pasajes por casi 23 millones de pesos, más otros 20 millones en viático a rendir. Una vez más las autoridades involucradas en este periplo, podrán dormir tranquilas: ningún periodista intruso (independiente) los incomodará con su grabadora mientras paseen por las calles de Helsinki o de Estambul; ningún odioso reportero hurgará en las reuniones a las que asistan, ni tampoco la ciudadanía conocerá la versión de la contraparte; tampoco habrá una versión objetiva de ese viaje, solo el relato posterior que los viajeros decidan darle a su arbitrio a la prensa a su regreso.
Una vez más la ciudadanía será abofeteada desde el balcón de la arrogancia del poder, una vez más será despreciada desde la clásica óptica del mesianismo: nosotros, los consejeros regionales, elegidos por el voto popular, somos los únicos y legítimos encargados de decidir las reales conveniencias para la región, y por tanto, los dioses de su destino, donde la ciudadanía no tiene espacio ni oportunidad para cuestionar nuestro actuar.
Una vez más, los ciudadanos de la región de Valparaíso –así como la han hecho frente a la mala gestión ancestral de sus autoridades ineficientes y corruptas– se quedarán con las ganas de saber cuál fue la ganancia de esas reuniones europeas para el desarrollo regional. Nada de eso, solo contarán con una seguridad: a su regreso, los cores se refugiarán en la indigna costumbre de callar frente a la curiosidad periodística independiente, so pretexto de desarticular un complot en su contra; caerán en sus propias contradicciones, lo cual es esperable, tras los paseos particulares en que devienen estos viajes institucionales, donde cada uno visita un parque diferente, un museo diferente; donde cada uno tiene sus fotos, sus recuerdos privados, sus boletas para rendición del viático, sus propios lumbagos a causa de tanta agachada para recoger algún comprobante de gasto, todas las boletas sirven para la rendición. La Contraloría es como una juguetería, todo lo que hay en sus anaqueles es una representación lúdica de la realidad. Un sueño.
El viaje de los cores porteños, en verdad, no tendría por qué ser diferente a tantos otros que ya hicieron otros consejeros, en diferentes regiones y períodos, como los realizados por los cores de Arica, o los concejales de esa ciudad a Japón, o los efectuados por la ex alcaldesa de Cerro Navia y actual diputada (PPD) Cristina Girardi, quien viajaba todos los años a París, previo paso por Bruselas, donde se supone gestionaba la instalación de la Universidad del Trabajador en un galpón a medio morir en su comuna, cuestión que, por cierto, jamás ocurrió, pues, nunca existió tal proyecto, salvo en su mente para justificar sus andanzas parisinas; de sus viajes europeos solo quedan unas latas con forma de ambulancia que le regalaron como chatarra los belgas, y cuya importación costó un ojo de la cara al presupuesto municipal.
Los consejeros y concejales ariqueños ya han sido cuestionados por sus “vacaciones pagadas”, de ello saben los que dudaron de los viajes de algunos honorables a Japón, y de la actual gobernadora democratacristiana de Arica a múltiples destinos en sus dos períodos como consejera regional, sin que esos paseos financiados con fondos públicos, se hayan traducido en beneficios concretos para la ciudad o la región, la cual, a causa de la inoperancia gubernamental, aún espera salir de la prehistoria.
Solo placer, nada de gestión real, pareciera ser el leitmotiv que inspira estos gustitos públicos. ¿De qué le servirán a Arica, o a Cerro Navia ser ciudades “amigas” de Tokio o París?, ¿sabrán los nipones o los parisinos que existen Arica y Cerro Navia?, ¿de qué sirvió para la reforma educacional el reciente viaje a Finlandia de un grupo de parlamentarios y del ministro Eyzaguirre?, ¿hay una auditoría que compare todos estos propósitos? Solo resta escuchar la ridiculez de un eventual acuerdo de cooperación mutua entre Nueva York y Punitaqui, para el desarrollo de ambas urbes, tras el viaje del concejo en pleno a la Gran Manzana.
Qué lamentable es que –una vez más– la ciudadanía porteña solo tendrá acceso a información sesgada, interesada; monotemática, y por tanto, incierta y dirigida. Qué lamentable resulta que las autoridades podrán –una vez más– dormir tranquilas, a sabiendas que sus correrías por el Bósforo, o el mercado de Helsinki quedarán –una vez más– en la absoluta oscuridad e ignorancia, paso previo y necesario para la impunidad. ¡Qué tristeza!, ¡Qué asco!