¿Cambio de paradigma con la reforma educacional? ¡Nada han entendido!
En consecuencia, cuando al movimiento estudiantil nos preguntan qué se espera de este tipo de reformas, la respuesta es nada, pues las lógicas del sistema actual se mantienen; se sigue leyendo el problema educativo desde el enunciado, cuando el problema es estructural, es desde dónde se piensa el acto de educar, con qué finalidad y al servicio de quién estará esta educación.
Daniel Aránguiz es Presidente de la Federación de Estudiantes del Pedagógico (UMCE)
Hace ya un par de semanas, la discusión en torno a los proyectos de ley que trajo consigo la Reforma Educacional dejó remezones dentro de la derecha, pero también en el oficialismo, pues ya para nadie es un misterio que el tema educativo está cruzado por un sinfín de intereses, evidenciando con esto que el color político queda en un segundo plano al momento de querer defender los llamados feudos educacionales que tanto la Nueva Mayoría como la oposición tienen. Es cuestión de remitirnos a los acuerdos implícitos a los que se han llegado últimamente, como lo es no calificar el lucro como un delito.
La aprobación del proyecto de fin al lucro, selección y copago, viene a sumar puntos a una Nueva Mayoría que viene decayendo en las encuestas, pero sobre todo,instalan en el inconsciente colectivo que hay un conflicto educativo resuelto, cuando miles sabemos que nada ha cambiado, pues lo que se hizo fue suministrar aspirinas a una enfermedad crónica y de larga data.
Esta Reforma Educacional ha sido criticada por los distintos actores sociales que hoy conforman el movimiento por la Educación, justificando esta crítica desde la experiencia en el sistema educativo, pero también basada en actos concretos, por ejemplo, en la dicotomía existente entre poner fin a la selección, pero mantener ésta en colegios emblemáticos. Sin duda, esto nos hace preguntarnos cómo y desde dónde se están entendiendo conceptos como la selección, elemento imprescindible a la hora de tomar definiciones políticas en este plano.
En este último tiempo, se ha caído en la lógica del juego privado y cerrado, comprendiendo que solo los que están en las distintas cámaras legislando poseen las reglas del juego y las recetas para poder dar “salida” a este conflicto. De este modo no nos sorprendemos del nulo conocimiento en torno a la implementación de estos proyectos de ley, pues, al parecer, la clase política en su conjunto no se ha puesto de acuerdo aún en el cómo llevarlos a la práctica, sin que ellos mismo (dueños de colegios, ATE y fundaciones educacionales) terminen trasquilados. Asimismo este dichoso juego, coloca al movimiento estudiantil, particularmente, como un actor que ya dijo lo que tenía que decir, respecto a este conflicto estructural, ya que supuestamente el parlamento hizo eco de nuestras demandas centrales, es decir, de poner fin al lucro y a la selección. Ahora bien, hay varias precisiones que hacer en este ámbito, pues el movimiento estudiantil es el actor que levantó demandas claras y recibió como respuesta proyectos ambiguos y que consolidan aún más el paradigma educativo que hoy nos rige, contraponiéndose a lo entendido por el Ministro Eyzaguirre, asumiendo la aprobación de este proyecto “como un cambio de paradigma”. Hoy lo que debe quedar claro es que la educación se continúa definiendo desde los “técnicos- expertos” de siempre, desde los parámetros financieros que la comprenden indirectamente como un privilegio, además del mal llamado mérito académico. Por lo tanto, los fundamentos mercantiles y de competencia siguen presentes.
Frente a este escenario, los desafíos que hoy contempla abrir una discusión educativa son de una envergadura mayor, pues esto ha quedado demostrado en las contradicciones y desconocimiento educativo a la hora de tomar posiciones, asimismo en que los empresarios aún siguen definiendo cómo debe ser la educación, aún cuando lo que se necesita es que la educación la construyan quienes viven la exclusión y la reproducción educativa, no los poderosos de siempre. En definitiva, estamos frente a una clase política que está bien lejos de entender cuál es el problema real en términos educacionales, pues, por ejemplo, cuando hablamos de fin a la selección comprendemos que este tiene un fin práctico también, pues la escuela actual excluye por principio. Por lo tanto, terminar con las pruebas de ingreso no significa poner fin a la selección, pues cuando nos encontramos con relaciones asimétricas entre profesores y estudiantes, cuando imponen una sola forma de alfabetizar y crear soluciones para los problemas matemáticos, es que comprendemos que pese al proyecto estrella del gobierno, la selección y la exclusión continúa; entiendan, no se trata de solo el eslogan, sino de la posibilidad de pensar, hacer y construir procesos educativos.
En consecuencia, cuando al movimiento estudiantil nos preguntan qué se espera de este tipo de reformas, la respuesta es nada, pues las lógicas del sistema actual se mantienen; se sigue leyendo el problema educativo desde el enunciado, cuando el problema es estructural, es desde dónde se piensa el acto de educar, con qué finalidad y al servicio de quién estará esta educación. Mientras ellos se entrampaban en discutir si se selecciona un 30% de los estudiantes o si se continúa con los arriendos educacionales o no; quienes vivimos esta educación nos preguntamos al servicio de quién está nuestra educación; por la capacidad de incidencia de nuestros intereses en la formación que recibimos; qué pasa con la competencia sistemática que presenta el actual sistema educativo y por cómo cambiar realmente esta educación. Por lo tanto, nada han entendido.