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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Bienvenidos al ayer

"Aquí no se trata de nerds que ponen en marcha, por casualidad, un sistema que después no saben manejar. En este caso, son adolescentes que saben exactamente lo que están haciendo y, además, lo hacen bien".

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José Blanco J. es Profesor de Estado (Universidad de Chile), Doctor en Filosofía y Doctor en Materias Literarias (Universidad de Florencia, Italia). Se ha dedicado a la filología medioeval y humanista, dando especial importancia a Dante, Petrarca y Boccaccio sobre los que ha escrito numerosos libros y ensayos. Ha traducido al castellano textos de cronistas florentinos que vivieron en América en los siglos XVI y XVII. También ha publicado libros de historietas de dibujantes chilenos.

El tema del viaje por el tiempo ha sido planteado desde siempre en el cine, pero fue Volver al futuro la película que creo que lo ha tratado mejor en cuanto a cómo se puede cambiar la historia interviniendo en el pasado.

Bienvenidos al ayer (que tiene un título paralelo: Proyecto almanaque) explota la temática desde un ángulo juvenil (Lollapalooza incluido) y no pasaría de ser una agradable entretención si no tuviera – para mi gusto – una segunda lectura preocupante.

Pero quiero partir por un elemento positivo. Aquí no se trata de nerds que ponen en marcha, por casualidad, un sistema que después no saben manejar. En este caso, son adolescentes que saben exactamente lo que están haciendo y, además, lo hacen bien.

Es gratificante ver a jóvenes que no están preocupados por el carrete, sino que manejan la tecnología suficiente como para – incluso – cambiar el mundo. De  hecho, todo empieza con un avioncito inventado por David el protagonista, que aspira a obtener una beca para desarrollar sus hallazgos científicos.

Revisando la antigua filmación de su séptimo cumpleaños, que coincide con la muerte de su padre en circunstancias poco claras (¿Fue un accidente automovilístico? Quizás sea tema para una secuela), David descubre que, en un espejo, está su imagen actual, como si hubiera encontrado allí en un segundo momento. Investiga, por lo tanto, en el laboratorio de su padre y – junto con sus amigos – termina de construir una máquina creada por éste, para una secreta oficina militar, que permite volver al pasado.

En un principio, es casi un juego inocente: cambiar varias veces la participación en una interrogación oral de química hasta aprobar o participar en un evento musical. Deberán siempre viajar juntos, pero David – para conquistar a la jovencita de la que está enamorado – transgrede la norma que él mismo había impuesto. Después, la ambición los lleva a ganar dinero conociendo los resultados de las apuestas (eso ya está más que visto), pero todo el flujo temporal es una cadena que puede terminar incluso en un desastre aéreo.

Y la segunda lectura: la película podría estar hablada en yiddish por la naturaleza étnica del director, los productores y los actores. En casi todas las producciones de Hollywood siempre hay un negro, por exigencias raciales. Aquí no hay ninguno: en el grupo hay, en cambio, un asiático. Cuando comienzan a viajar, uno de los muchachos deja caer – casi como un chiste – que podrían matar a Hitler.

Sin embargo, cambiar el pasado es un peligro: la aparición de nuevos países y del imperio de las multinacionales no habría sido  posible. Y eso daña el bolsillo de los poderosos.

(Welcome to Yesterday / Project Almanac. USA, 2014).

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