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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Un nuevo “otro” trato

Para el impulso de esta reconstrucción de nuestro sistema educativo, las y los profesores resultan ser una pieza clave. No hay reforma sin profesores, señalan, con toda verdad.

Por Loreto Jara
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Loreto Jara es Directora del Observatorio de Política Educativa de Fundación Educación 2020.

Un nuevo trato: eso es lo que le está ofreciendo Chile a su profesorado en el marco de una reforma que busca asegurar educación de calidad para todos los niños, niñas y jóvenes a lo largo de todo el territorio nacional y su particular geografía.

Si se ofrece “un nuevo trato”, ¿suponemos que el anterior resultó ser deficitario? La respuesta es un rotundo y contundente sí.

Convengamos en que desde los ’90 a la fecha se ha avanzado en elevar las remuneraciones y ampliar las posibilidades de desarrollo profesional para las y los profesores: ambos aspectos habían resultado brutalmente dañados a causa de las políticas dictatoriales de la era pinochetista. Con el retorno a la democracia, se implementó una reforma educacional sustentada en cuatro pilares: jornada escolar completa, reformulación del currículum nacional (qué y cómo enseñar), programas de mejoramiento e innovación pedagógica y, por último, desarrollo profesional docente. Con el paso del tiempo, esos pilares están sufriendo de algo parecido a la fatiga de material, desarrolló fisuras que permitieron la filtración de elementos nocivos al sistema (como el lucro), o que dejaron vacíos significativos (con qué “rellenar” la jornada escolar completa o cómo sostener las mejoras impulsadas por los programas de apoyo una vez que estos terminasen).

Para el impulso de esta reconstrucción de nuestro sistema educativo, las y los profesores resultan ser una pieza clave. No hay reforma sin profesores, señalan, con toda verdad.

La Presidenta ha anunciado que el primer proyecto de ley que entrará a tramitación este 2015, es el de Carrera Docente. Desde Educación 2020 esperamos que este proyecto determine la ruta para ingresar al mundo parvulario y escolar, para perfeccionarse de manera continua en el ejercicio laboral y que establezca la definición de un tránsito por etapas de desarrollo profesional, en las que el/la profesor/a pueda desempeñarse óptimamente, ya sea si viene ingresando, si está en mitad del camino o si va de salida.

Esta ruta debe entender al ejercicio de la docencia como una profesión desafiante y altamente compleja y, por tanto, necesita convocar a personas muy competentes, que tengan claridad del desafío que significar generar aprendizajes de calidad en el Chile actual, multidiverso y tristemente plagado de inequidades. Para atraer a “las y los mejores” a la profesión docente, habrá que ofrecer, entonces, las mejores condiciones. Y exigir también lo mejor a las instituciones formadoras de formadores. He ahí el nuevo trato: las nuevas condiciones de ejercicio que están diseñándose actualmente.

Porque, ¿cómo puede resultar atractiva una profesión que tiene inmensos y reconocidos obstáculos? Bajos sueldos e inestabilidad laboral, cientos de horas invertidas en preparar clases o corregir evaluaciones en espacio no laborales (o sea, personales), alta inversión de energía física y emocional, poquísimos tiempos de descanso dentro de la jornada laboral y de encuentro y colaboración con los colegas y, encima de eso, un alto y constante cuestionamiento a nivel social.

Con todo este panorama, ¿por qué alguien puede escoger la docencia como profesión? Porque la recompensa es enorme. Porque apoyar el desarrollo de otro ser humano es una maravilla. ¿Cómo no emocionarse cuando los peques aprenden a hablar? ¿Cuando van juntando letra con letra y sílaba con sílaba? ¿Cuando el baile del 18 sale impecable como resultado del ahínco personal y del trabajo en equipo? ¿Cuando son capaces de participar en un debate planteando sus ideas con creatividad y respeto? ¿Cómo no sentir orgullo cuando plantean interrogantes a la historia y a la sociedad actual, cuando descubren el gusto por la música, el deporte, las ciencias o las letras? ¿Cuando una generación despide a la otra en absoluta fraternidad? Y claro, cómo podría un profe no sentirse recompensado si, años después, en algún encuentro fortuito, un antiguo estudiante le saluda y agradece por toda la paciencia, confianza y cariño que puso en el acto de enseñarle. Eso, afortunadamente, pasa mucho más a menudo de lo que pensamos; posiblemente porque todos tenemos en nuestra biografía a un “profe” que nos marcó la existencia.

Queremos que cada docente en Chile tenga la posibilidad de marcar positivamente la vida nuestros niños, niñas y jóvenes. Las y los estudiantes de hoy tienen nuevas formas de aprender, pero seguimos ofreciéndoles una estructura tradicional y a estas alturas algo añeja; no necesariamente porque sea una decisión premeditada, sino porque es lo que mejor sabemos implementar, aunque sea forzando algunas piezas para hacer que el sistema calce y funcione. En este panorama, necesitamos profes 4×4, o sea, todo terreno; profes remasterizados y revalorizados, profes a los que se les ofrezca la mejor formación y las mejores condiciones de trabajo. Eso, sin duda, requiere un nuevo trato. Y lo requiere ahora, ¡ya! sin nuevos aplazamientos. Aun cuando queda mucho por pensar y decidir, si se diseña una carrera docente para las y los profesores de todo nivel y dependencia administrativa, entonces, estaremos realmente avanzando en la dirección correcta.

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